­ «Soy un privilegiado porque disfruto de lo que hago». Posiblemente ese cliché lo hayan escuchado cientos de veces en numerosos contextos de la vida, pero la afirmación, cuando la entona Marcelino Torrontegui, masajista del Málaga CF, suena a sinceridad sin peros y tampoco sin dobleces.

«Torron», como se hace conocer en el mundillo, no se hace de rogar. Acude a la cita con su inalterable sonrisa que le acompaña de serie y que embauca incluso en los momentos más difíciles, cuando la desidia tras una derrota o un revés inesperado es la compañera de viaje. «Mi función es dar masajes y estar ahí para cualquier cosa, pero tenemos que transmitir alegría, esa es mi manera de ser», afirma tras una hora de charla donde explica, con la sencillez que le caracteriza, cómo ha «sobrevivido» a cinco Juegos Olímpicos, 25 Mundiales de ciclismo, numerosos Tours, Vueltas, Giros e incontables vivencias durante sus más de 15 años en la disciplina del Málaga CF con descensos, ascensos o hasta la Champions. Ha tratado con sus manos a cientos de jugadores blanquiazules, pero antes y durante lo ha hecho también a grandes estrellas del ciclismo. Su camilla es un lugar casi místico donde no sólo se desentumecen los músculos, sino también se relajan las conciencias y se sueltan las lenguas.

La historia del «confesor de estrellas» comenzó en el Málaga CF en el verano de 1999, cuando el conjunto blanquiazul arrancaba en Biescas una pretemporada ilusionante. «Me llamaron Javi (Souvirón) y Juan Carlos (Pérez Frías). Siempre me atrajo el fútbol. Tenía contrato con el equipo Polti y Lance (Armstrong) me dijo que me fuese con él. Casi me suplicaba: «Torron, vente conmigo», pero yo me decanté por el Málaga CF».

Desde entonces forma parte de esa familia blanquiazul que está alejada de los focos, pero que es tan indispensable para el día a día de la plantilla que se hace vital, y donde se ha creado un vínculo especial, casi mágico. «Yo soy uno más, aquí hay gente que lleva mucho más como el cuerpo médico o los «Pichitas». Pero los lazos son fuertes. Recuerdo cuando nació mi primer hijo que dejé a mi mujer en el hospital sola, me subí a entrenar, volví y allí seguía sentada. Aquí somos como un circo, los jugadores son los artistas y nosotros los que montamos la carpa, somos accesorios. Pero somos privilegiados de poder ver la función día a día», dice.

Pero lo mejor para explicar el vínculo de «Torron» con el deporte es comenzar por el principio. De niño, en su Asturias natal, soñó siempre con estar en la primera línea. «Siempre fui un soñador. Siempre soñé con ganar una Vuelta a España o disputar unos Juegos», afirma. Aunque asegura que antes de asentarse como fisioterapeuta tocó muchos palos. «Fui copiloto de rally, remero, estuve de salvamento en la playa, fútbol... Hice de todo y no hice de nada, porque era muy malo».

Uno más en el Málaga CF

«Tengo tantas anécdotas que no podría quedarme con una sola». A Torrontegui se le aturrullan los recuerdos en la cabeza, intenta ponerlos en orden o clasificarlos por temporadas, aunque sus inicios le invaden en la memoria. «Tenemos muchas anécdotas con aquel grupo y esa es la salsa. Había mucho organizador de bromas como Sandro o Movilla. Me acuerdo de una cuando me ataron en medio de la carretera en Biescas que es inolvidable, que es la típica que hacían. El día a día de esa época era ése, sino te tocaba a ti le tocaba a otro, el pan nuestro de cada día». De ese grupo no sólo guarda recuerdos. «Torron» mantiene contacto con la mayoría de los jugadores de aquel Málaga de época a través del móvil, donde hay creado un grupo de whatsapp. «Sí, es un grupo muy activo». Ahí están casi todos los míticos como Darío, Dely, Sandro, Contreras, Rufete, Movilla, Fernando Sanz... Tantos años en el mundo del deporte dan para mucho y asegura tener una agenda valiosísima. «Siempre me vacilaba Joaquín con lo que tenía que costar la agenda de mi teléfono. Tengo más de mil contactos».

Pero «Torron» también ha vivido de cerca las alegrías y las penas blanquiazules. «Soy un tío fácil de lágrima y en mi primer año cuando nos salvamos contra el Espanyol, para mí fue la hostia. En este vestuario se ha llorado mucho y se ha reído mucho», afirma entre risas.

Habla también de la Champions, quizás el punto más álgido en el Málaga CF. «La Champions fue la hostia, pero al final quedas eliminado en cuartos injustamente... El problema es cuando caes a Segunda. Pero vivir la Champions... Es verdad que me amargué como todos, pero después te das cuenta de lo que hemos vivido. Fue un sueño, pero al final, yo viví una cosa increíble».

Lo mismo sucede con los entrenadores, que los ha conocido en su momento de esplendor y también en su momento de decadencia. «De todos los entrenadores se te quedan cosas. Yo llegué al Málaga con Peiró. La evolución de los entrenadores se nota muchísimo, pero él era un conductor de grupo excepcional, era buenísimo en eso y sacó al equipo el mayor de los rendimientos. Vaya equipazo formó», dice sobre su primer técnico.

«Mantengo relación con Juande, Muñiz, Antonio Tapia... También con Pellegrini y su entorno. Pellegrini te impresionaba. Era una persona súper justa y recta. Yo tuve la suerte de darle masajes, le gustaba mucho que le tratara y en la camilla se soltaba más, era como un confesionario. En las concentraciones se abre uno mucho más», admite sobre el chileno. «Javi (Gracia) es un currante nato, una persona excepcional. Él es el que más se exige y por eso puede exigir al resto. Es el primero en llegar y el último en marchar», comenta sobre el actual técnico blanquiazul.

El vestuario es el santuario de una plantilla y como tal lo vive «Torron». «La clave del Málaga siempre ha sido el buen ambiente del vestuario. Llevo 15 años aquí y he podido vivir sólo uno malo, lo demás siempre ha sido espectacular. De lo que más estoy orgulloso es de que la gente cuando se va siempre destaca lo bueno que es el vestuario con el cuerpo médico, nosotros o los «Pichitas»... Que destaquen eso es mi triunfo particular».

Y en los vestuarios, cuando se ponen en sus manos, hay de todo. «Hay dos grupos, los que le gustan que le metan caña, que vienen conmigo, y los que van más suave, que tengo más problemas porque empiezan a decirme: «Para, que me duele». Pero estamos al 50-50. De los de antes le gustaba que le diera caña a Dely o Fernando Sanz. Ahora hay alguno que no le gusta que le apriete, como Samu Castillejo». E incluso señala a alguno de los más bromistas. «Vacilo mucho con Recio, siempre estamos de vacile. Con Isco tenía muy buena relación. Es maravilloso. Aquí con Joaquín, con Cazorla... que le iba el rollo más que a un tonto un caramelo. Ahora a Chen, Samu García o Duda les encanta el vacile y el cachondeo. Miguel Torres, Angeleri, Ochoa... Todos, el que menos te lo esperas te sorprende».

El ciclismo, su pasión

A «Torron» se le iluminan los ojos cuando habla de ciclismo. «He tenido la suerte de vivir grandes momentos». Gracias al mundo de la bicicleta ha acudido a numerosos eventos. Ha estado en los últimos cinco Juegos Olímpicos, aunque destaca sobre todo el de Pekín. «Lo que te queda de los Juegos es que allí todos son iguales. Yo disfrutaba yendo al comedor, donde veías a un campeón del mundo que no lo conoce nadie... Y luego ves pasar a otro que no va a hacer nada en los Juegos y lo reconoces. Es diferente. Es como un buffet libre. De ahí guardo buena relación con Pau Gasol».

El mundo de las dos ruedas también le ha dado algunos de sus mejores amigos. «El deportista que más me ha impresionado ha sido Miguel Indurain. Siempre ha sido igual. Disfruto mucho de ser su amigo y cuando vamos a jugar a Pamplona siempre aparece a saludarnos. Yo lo conocí siendo el más grande y al día siguiente era igual. Recuerdo que después de ganar cinco Tours yo estaba con su rival (Rominger) y él se paraba a hablar conmigo». «Llaneras también me ha impresionado mucho, pero Tony Rominger es mi gran amigo. Con Armstrong estuve en Cofidis. Pero si soy alguien en el mundo del ciclismo es gracias a Rominger. Me dio el impulso, confió mucho en mí. En España, él era el rival de Indurain. He trabajado con Olano, con Zulle... Con Claudio Chiappucci también tengo muy buena relación. Claudio y Marco Pantani, cuando no estábamos en el mismo equipo, saltaban por el balcón de su habitación a la mía para que los tratase».

Gracias a Rominger también llegó a contactar con el piloto Michael Schumacher. «Recuerdo que haciendo clásicas en Austria tuvimos que ir un día a toda hostia a un aeropuerto en Alemania porque le había puesto Schumacher un avión privado para invitarlo a su boda. Michael era muy competitivo, es como Alonso, que también hace bicicleta. Es de los nuestros, que le tira la bicicleta a muerte. En un Tour, Rominger iba a entrenar con él y un día lo vio con unas calcetas largas y le dijo: «Dónde vas con esas medias, toma unos calcetines de ciclista». Tony le dio cera subiendo un puerto. Al día siguiente Schumacher lo invitó a una pista de karts en San Remo y cuando dio una vuelta ya le había doblado el alemán».

Su familia

Pero el deporte también llama a la puerta de la familia Torrontegui, que en Candás (Asturias) es toda una institución y su restaurante, un templo al que es pecado no visitar. Ahora la semilla está en casa. Su hija Carlota de 12 años es campeona de Andalucía en natación (200 mariposa) y su hijo Samuel, de 10, hace pinitos en La Academia del Málaga. «Lo único que puedo inculcarles es hacer deporte. Si eres disciplinado haciendo deporte, también lo eres estudiando. Si a mi hija le gusta hacer natación, pues a nadar. Si a mi hijo le gusta el fútbol, pues también. Pero lo importante es que cuentan con buenos formadores».

«No me imagino tratando a mi hijo en el Málaga, ya estaré retirado si llega», sonríe, aunque asegura que habrá «Torron» para rato. «Hasta que me echen», dice. «Llegué hace 15 años para echar una mano y mira todo lo que llevo». Es Marcelino Torrontegui, una institución dentro y fuera del Málaga CF.

"El buen rollo en el vestuario del Málaga"

"Vacilo mucho con Recio, siempre estamos de vacile. Con Isco tenía muy buena relación. Es maravilloso. Aquí con Joaquín, con Cazorla... que le iba el rollo más que a un tonto un caramelo. Ahora con Chen también hay muy buen rollo. Con Samu García también hay mucho cachondeo. A Duda también le gusta el cachondeo, le encanta el vacile. Miguel Torres, Angeleri, Ochoa... Todos, el que menos te lo espera te sorprende".

"Conocí a Schumacher a través de Rominger"

"Recuerdo que haciendo clásicas en Austria, tuvimos que ir un día a toda hostia a un aeropuerto en Alemania porque le había puesto Schumacher un avión privado para invitar a Rominger a su boda. Michael era muy competitivo. En un Tour, Rominger iba a entrenar con él y un día le dio cera subiendo. Al día siguiente Schumacher lo invitó a una pista de karts en San Remo y cuando le dio una vuelta ya le había doblado".