Ningún jugador del Unicaja sufrió una lesión física en la pasada temporada. El dato, que podría tener un hueco en el Libro Récord de los Guinnes, no es baladí. Y deja en muy buen lugar al protagonista de la machaca, el preparador físico del Unicaja, Enrique Salinas. Hubo, por supuesto, bajas por contusiones, golpes o torceduras de tobillo. Pero ni una sola rotura de fibras o lesión muscular. Y, eso, en una temporada con 60 partidos, dos encuentros por semana, largos viajes y sesiones de entrenamientos muy exigentes, como planeaba Jasmin Repesa, posee un mérito terrible y habla a las mil maravillas del plan físico del equipo.

«Enri» Salinas sigue dando pasos e incorporando la última tecnología para que los jugadores del Unicaja rindan a la perfección. Y cuida hasta el más mínimo detalle. Durante esta pretemporada, los jugadores están disputando los partidos con un medidor de frecuencia cardíaca. Una cinta que rodea el pecho de cada jugador transmite la señal cardíaca que llega a un receptor que Salinas sitúa junto al banquillo y que, al mismo tiempo, envía los datos a su ordenador portátil. El procesador desvela en la pantalla una cifra, que no es el pulso de cada deportista, sino el tanto por ciento que emplea de su capacidad física. «El medidor de frecuencia cardíaca sirve para interpretar el esfuerzo que supone el partido a cada jugador, basado en datos previos que hemos hecho en laboratorio y en test de campo para determinar unos umbrales, y a partir de ellos saber en qué zona debe estar cada jugador», explica.

Después de análisis médicos y pruebas físicas, como test de esfuerzo, el preparador físico mide al milímetro cuál es el esfuerzo que está desarrollando cada jugador y en qué nivel de su tope máximo se encuentra. «En los partidos vemos en qué nivel están en este momento de temporada. Si están en progresión o atrasados en la evolución que nosotros esperamos por el trabajo que hemos impuesto hasta ahora», aclara.

«Aún no podemos sacar conclusiones. Acabamos de terminar la quinta semana de pretemporada, entonces las adaptaciones de los entrenamientos no se están produciendo de momento, pero se dan cosas interesantes para luego diseñar mejor los entrenos, que es otro de los motivos por los que se lo colocamos», prosigue.

Se trata de tecnología puntera, que el Unicaja utiliza para medir el estado físico de cada miembro del equipo y su evolución o involución, si se diera el caso. Los emisores de cada jugador llegan al portátil de Salinas y él ahí los analiza. «El receptor del medidor de frecuencia es único, no va por reloj como los individuales y recibo toda la información en mi ordenador portátil, y ahí ya voy mirando y si lo veo oportuno se pueden dar indicaciones, pero ahora en pretemporada no es la idea. Sí es muy interesante el análisis que extraigo de esos datos y que posteriormente pongo en manos del entrenador», comenta Salinas.

La pretemporada encara ya su recta final. La ACB arranca el próximo 13 de octubre (12.15 horas) para el Unicaja. El Martín Carpena abrirá el telón competitivo, por lo que el trabajo que desarrolla el equipo va a cambiar a partir de ahora. «En el baloncesto, como deporte de equipo que es, hacemos un trabajo de volumen e intensidad. La plantilla ha estado muy cargada físicamente, con piernas pesadas, y a partir de ahora vamos a perfilar el equipo. Ya hemos empezado a hacer la puesta a punto, justo dos semanas antes de que comience la Liga».

En este trabajo de grupo, los jugadores internacionales (Zoran Dragic, Mindaugas Kuzminskas y Vladimir Stimac) siguen un plan diferente. «Ellos vienen con una ventaja en el plano físico, un periodo competitivo y han venido muy fuertes. Se adaptan bien, lo que pasa es que este pico de rendimiento lo bajarán en dos o tres meses, y por eso tenemos que hacer tareas de desentrenamiento para paliar esa bajada. Trabajan menos y de forma diferente. Ahora están como si fuera mitad de temporada», recalca. Enri Salinas lo tiene todo controlado, aunque como él dice, «siempre existe un factor de suerte».