Bijeljina es una ciudad Bosnia con una situación tan estratégica en el mapa, que se convirtió en uno de los primeros lugares arrasados en la guerra de los Balcanes. Situada a 6 kilómetros de la frontera de Serbia y a 40 de la croata era un lugar básico para los amantes de la guerra.

A principios de 1992, las tropas de Zeljko Raznjatovic, Arkan, acusado de genocidio por el tribunal penal internacional, entraron en Bijeljina con el objetivo de tomar el control de la ciudad y matar o expulsar a todos los no-serbios. La familia de Mirza Begic, bosnios musulmanes, abandonaban el país con rumbo a Alemania previo paso por un campo de refugiados en Croacia y Austria. El pequeño Begic a sus 6 años no entendía nada. No sabía porqué tenía que abandonar una ciudad donde era feliz y donde tenía su vida. Los recuerdos del campo de refugiados todavía revolotean por su cabeza.

La guerra siempre deja secuelas pero en Mirza Begic no han quedado resentimientos hacia sus ex compatriotas. «Las naciones no son malas, lo son las personas de manera individual y algunos de nuestros políticos inyectaron el odio a nuestros padres», suele repetir el gigante bosnio a quien quiera escucharle. Por eso nunca ha tenido problemas con sus compañeros de vestuario, aunque alguna vez como en el Real Madrid, formaran una pequeña Yugoslavia con la presencia de un serbio, un montenegrino, un croata y un bosnio. Es más su carácter, siempre alegre en el vestuario y amigo de las bromas, que le ha granjeado la calificación de jugador «pegamento» de los que hacen equipo.

Durante su estancia en Alemania quiso ser karateka, deporte que llegó a practicar con cierto éxito, pero cuando después de la guerra su familia volvió a Bosnia se centró en el baloncesto. En Tuzla comenzó con el balón naranja antes de dar el salto a la vecina Eslovenia donde haría su carrera como jugador. Los problemas del conflicto balcánico también le llevarían a aceptar la ciudadanía eslovena. Con el pasaporte bosnio necesitaba un visado para entrar en todos los países, con el esloveno, no. Un hecho poco relevante para la mayoría de nosotros, pero muy importante para un jugador de baloncesto.

Begic es un gran especialista en tapones, de hecho se dio a conocer en un europeo U20 en Rusia donde colocó 22 gorros en tres partidos consecutivos y acabó el torneo con unas medidas de 14,5 puntos, 8 rebotes y 5,5 tapones. Esos números no servirían para lograr una gran clasificación de Eslovenia, que fue décima después de perder la novena plaza ante la España de Carlos Suarez, pero le colocó en el escaparate europeo.

El gigante bosnio esloveno puede ser esta noche uno de los grandes peligros para el Unicaja. Viene de jugar su mejor partido con el Laboral Kutxa y siempre responde en las grandes citas. Y la de esta noche lo es para el equipo vasco. Además, no conviene olvidar que Begic debe su nombre de pila a la admiración de sus padres por el, para muchos, mejor jugador salido de los Balcanes: Mirza Delibasic.