En el Unicaja están tremendamente satisfechos porque Joan Plaza, tras unos meses algo apartado de la toma de decisiones en los «despachos», ha vuelto a opinar de forma activa. Ha sido un momento complicado en una temporada realmente convulsa. El entrenador del Unicaja estuvo en la picota, tras una Navidad mala y un par de meses, entre enero y febrero, en los que el equipo tocó fondo y no se encontró consigo mismo.

En esos días, la relación entre el entrenador y el secretario técnico, Carlos Jiménez, se volvió más lejana y Plaza tomó la decisión de desmarcarse de la toma de decisiones de la zona noble, para centrarse únicamente en su equipo y en el trabajo a pie de pista. Ahí, Plaza siempre ha tenido total autonomía y poder de decisión. Y, cuando se le ha preguntado, ha opinado sobre otro tipo de cuestiones, incluyendo nombres de futuro, pero de una forma diferente a la de las anteriores temporadas.

Ahora Plaza, con el equipo respondiendo en la pista, está más activo en estas otras tareas, que no son exclusivamente suyas, pero en las que al entrenador le gusta expresar su idea. El día a día se ha vuelto menos tenso que en los últimos meses, en los que se hablaba sin tapujos de que el «matrimonio» entre el Unicaja y Joan Plaza estaba abocado a su disolución a final de esta campaña.

El club veía con buenos ojos liberarse de la pesada carga contractual que supone el contrato del coach, en esas condiciones tan complicadas en las que se vivía antes; y el propio entrenador aspiraba a un gran banquillo de Euroliga, situación que no se ha dado y que parece, cada día que pasa, más complicada y mucho menos viable. Así las cosas, la relación, más fluida ahora, se ha encauzado. Plaza trabaja con más feeling y en el club se felicitan de que se haya reconducido la situación.