Hablar de Estudiantes es hablar del Ramiro de Maeztu (el instituto sede de su prolífica cantera), la Demencia (su grupo de animación más icónico) y de una pléyade de jugadores inolvidables para el baloncesto nacional. Pero de entre todos ellos, el más recordado, el que marcó a toda una generación y aún provoca reverencias cuando se habla de él llegó directamente de los EEUU. Hablamos, como todos ya habrán podido averiguar, de John Pinone, el americano estudiantil por antonomasia.

Pinone es un mito viviente en el conjunto madrileño. Pero antes de su llegada al coqueto pabellón «Antonio Magariños» ya tenía una larga carrera en su país natal. John tuvo una brillante carrera en los Wildcats de Villanova, lo que le permitió formar parte de la selección USA que perdió la final del Mundial de Colombia de 1982 contra la URSS de un jovenzuelo Arvydas Sabonis. Tras esa dura derrota, Pinone sufrió otra decepción cuando no pudo consolidarse en la NBA, su máxima aspiración profesional.

Según cuentan, su pretensión era disputar la Lega, la liga italiana que era la más dominante del continente europeo en los 80. Bajo para jugar de pívot y lento para hacerlo de ala-pívot, la falta de ofertas del país transalpino le colocó en la órbita del equipo colegial, quienes iban a incorporar la antítesis del prototipo yankee en la década de los 80 con más dudas que esperanza.

Y ese fue el principio de una historia de un pívot bajo (2,02 metros), pasado de kilos y mínimamente espectacular, que se convirtió en el tótem de una afición que aún lo idolatra; más aún cuando formó, durante casi una década, legendarias parejas junto a dos aleros de talento ofensivo y espectacularidad inmensa como David Russell y Rickie Winslow.

¿A qué se debía el impacto que lograba Pinone en el juego de Estudiantes? Principalmente por su gran conocimiento del juego, pues sin ser el más dotado casi siempre conseguía ventaja para rebotear o lanzar con gran eficacia. Era un tipo duro que nunca se amedrentaba en la lucha contra pivots a priori más poderosos que él. Era el líder sobre el que giraba todo el equipo, incorporando a jóvenes con talento (Antúnez, Azofra, Herreros, Aísa, Orenga o Reyes) y convirtiéndose en referente emocional de un equipo que logró sus mayores éxitos (campeón de la Copa del Rey y final four en la Liga Europea) con Pinone como comandante en la cancha.

Disponer de una jugada propia, como el «skyhook» con Kareem o la «Bomba» con Navarro, sólo está a la altura de los mejores. El «Zarpazo del Oso» fue su contribución a la historia del baloncesto patrio. Seguro que sus compañeros Alfonso Reyes, Rafa Vecina y Juanan Orenga sufrieron en los entrenos el imponente mandoble que «Pinoso» propinaba a quienes osaban acercarse a las inmediaciones del aro de Estudiantes.

En este 2017 se han cumplido 25 años del triunfo de Estudiantes en la Copa de Granada. En el homenaje realizado las mayores ovaciones se las llevó nuestro protagonista. Pinone regresó a Madrid como se fue, convertido en un ídolo de masas cuya intención era simplemente pasar desapercibido. Un mito de las canastas y un señor en las pistas.