Medio Ambiente

La Axarquía es una de las principales zonas en riesgo de desertificación de la península ibérica

Los ecologistas advierten de que destinar el poco agua de que se dispone a cultivos de regadío como los subtropicales favorece la desertificación del suelo a pesar de que en principio sean rentables económicamente

Un agricultor cuida unas plantaciones de aguacate.

Un agricultor cuida unas plantaciones de aguacate. / Fran Extremera

Efe

La comarca de La Axarquía es una de las principales zonas en riesgo de desertificación de la península ibérica, una situación agravada por el auge de cultivos de regadío de frutos subtropicales, según han denunciado varios especialistas en suelo.

Los datos del Observatorio de Precios y Mercados recogen que Málaga alberga cerca de 4.300 hectáreas de cultivo de mango (un 90 % del total de Andalucía y la mayor plantación de España) un fruto "rentable y que requiere poca mano de obra para su trabajo", según el coordinador de GENA-Ecologistas en Acción Rafael Yus.

El problema es que se trata de una zona montañosa, donde no sobra el agua y por ello dedicada tradicionalmente "al cultivo de secano en las laderas, construyéndose terrazas o balates para evitar la pérdida de suelo", explica Yus.

Las nuevas plantaciones de mango y aguacate "están agotando los recursos hídricos de la zona hasta el punto de que se ha valorado emplear plantas desaladoras para abastecer a la población y poder destinar la totalidad del agua embalsada a la agricultura", cuando en su opinión "los cultivos no necesitan tanta agua como demandan sus propietarios".

Además, ha denunciado que "el agua sobrante es vendida por los agricultores a los dueños de otras explotaciones que han superado el límite permitido" de consumo, por lo que ha reclamado una intervención directa de la Junta de Andalucía para "mejorar el sistema de riego y limitar las hectáreas destinadas al cultivo".

Yus también se ha quejado del empleo de maquinaria pesada "que elimina toda la cobertura vegetal y destroza la tierra", lo cual supone "una pérdida de calidad del suelo, otra forma de degradación que conduce a la desertificación".

El borrador de la Estrategia Nacional de Lucha Contra la Desertificación (ENL expone que entre 2008 y 2018 las tierras de cultivo disminuyeron un 3% mientras que las de regadío de cultivos leñosos como el mango se incrementaron un 2,1 % y certifica que entre las provincias más perjudicadas por la pérdida de suelo están Málaga y Barcelona, con una pérdida media anual de 90 toneladas por hectárea.

La región de La Axarquía en concreto figura en el Inventario Nacional de Erosión de Suelos (INES) como "la comarca malagueña que más sufre este proceso".

Gabriel del Barrio, investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), ha advertido del "peligro de otorgar en España carta de naturaleza a cultivos foráneos" debido al incremento de ganancias en un territorio "cada vez menor y menos protegido", cuando la Estrategia Nacional pone el acento "no tanto en el tipo de cultivo como en la existencia de cobertura vegetal" que proteja el suelo de la erosión.

Esta premisa "es correcta en el caso de los cultivos de secano" pero no en el de los de regadío, donde "la cobertura no solo no preserva al suelo de la erosión, sino que se convierte en un factor de riesgo".

Un caso similar ha sido denunciado por Julio Barea, técnico en agua de Greenpeace, quien ha señalado el caso de las plantaciones de maíz en las proximidades del desierto de Los Monegros (Aragón), algo que "carece de sentido, ya que el maíz necesita mucha agua", con lo que la ubicación de este cultivo es "inexplicable".

Acción política

Barea se ha felicitado por la elaboración de este diagnóstico para conocer la situación de la desertificación en España, pero creen que sólo servirá si se toman "medidas políticas" para paliar la situación, como "racionalizar y disminuir el número de cultivos en España".

"Ser la huerta de Europa nos acabará condenando, en no demasiado tiempo, a ser el desierto de Europa", ya que "todos los planes hidrológicos autonómicos estimulan el aumento en la superficie de regadío, hasta el punto de animar a usar una cantidad de agua con la que no contamos" en realidad, según Barea.

Gabriel del Barrio, de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), también considera que "el auténtico problema a solucionar es de naturaleza sociocultural", puesto que la desertificación "encierra una paradoja que no está presente en otros desafíos ecológicos: los procesos que la originan están produciendo riqueza en la población local".

Por eso, "una parte de la sociedad es reluctante a combatirla, ya que ello implicaría renunciar a los beneficios económicos de actividades como la ganadería o el regadío intensivos".

Ambos expertos han advertido de que la desertificación es "irreversible a escala humana", porque una zona afectada "necesita miles de años para recuperarse por completo".

Pese a ello, la estrategia plantea varias propuestas de acción, entre las que destacan la "forestación y restauración de la cubierta vegetal", la "modernización de los regadíos" o el "fomento, desarrollo y aplicación en las explotaciones agrarias de medidas dirigidas al uso sostenible de los recursos naturales".