¿Qué le ha llevado a escribir este libro?

Al tener una cierta edad y haber vivido muchas experiencias había cosas que quería que quedasen escritas para que la gente las conociera y dar la versión real de algunos de los acontecimientos más significativos de mi vida, como lo que pasó en Gibraltar. Otro de los motivos ha sido el de unificar mis antecedentes familiares que se encontraban dispersos. Todo lo que está escrito en el libro es verídico. Aunque hay gente que esperaba que yo aprovechase este libro para hacer sangre, no he querido hacer nada de eso.

¿Cómo fueron sus comienzos en las arenas políticas?

Siempre he tenido mucha inquietud, igual que la generación de mi época. Con 18 años me nombraron directivo del Málaga C. F., gracias a que era de los pocos que sabía idiomas entonces. Aquello me abrió muchas puertas para todo, al estar en contacto con la gente y con la prensa, y un día, con 26 años, me llamó el gobernador civil para nombrarme alcalde de Benalmádena.

Cuente alguna anécdota de su etapa como alcalde de la ciudad.

Antes, en Málaga, los protestantes eran enterrados en la playa del Miramar, en La Malagueta, donde abrían un boquete en la arena, los colocaban de pie y dejaban que se los llevara el mar y los devorasen las aves marinas, lo que era una cosa terrible. Por eso, lo primero que hice cuando me nombraron alcalde fue construir el Cementerio Internacional, donde hay enterrada gente muy conocida.

¿Cómo eran sus viajes oficiales por el extranjero?

La verdad es que siempre me han tratado de maravilla. Recuerdo mi visita a Moscú, cuando aún existía la antigua URSS, donde me reuní con el ministro de Asuntos Exteriores, al que saludé en inglés y él me contestó en español diciéndome: «Enrique, ¿ya no te acuerdas de mí?». Y es que aquel hombre solía venir al Festival de Cine de Autor de Benalmádena y me traía las películas rusas, como El acorazado Potemkin. Actualmente, es el segundo hombre de Putin en el gobierno ruso.

¿Qué piensa de la Benalmádena de hoy en día?

La veo muy mal, porque no se hace nada, no se atienden las necesidades de la gente, no se resuelven sus problemas. Los proyectos que yo había dejado para darle beneficios al Ayuntamiento los han cancelado sólo porque los había promovido yo. Pienso que no hay capacidad de gestión. Un Ayuntamiento no tiene que ser político, tiene que ser gestión, porque es una empresa. Lo que hay ahora es mucha gente de diferentes partidos que no se ponen de acuerdo.

¿Cómo tendrían que actuar los políticos actuales para mejorar el municipio?

Yo siempre he estado en la política para hacer cosas. Y cuando yo no he estado gobernando Benalmádena no se ha hecho nada, se ha paralizado todo, y ese es el problema actual. Benalmádena ha pasado de ser uno de los municipios donde más empleo se creaba a ser de los que menos empleo genera. Antes, los políticos no teníamos sueldo, pero en 1979 se exigió ponerle sueldo a los concejales, lo que me pareció una barbaridad, porque yo creía que un político iba al Ayuntamiento para trabajar para los demás, no para ganar dinero. Hoy en día, la mayoría van a trabajar sólo para ganar el mayor dinero posible.

¿Qué proyectos acometería si gobernara otra vez en Benalmádena?

Para empezar, el proyecto de un gran teatro no sólo para Benalmádena, sino para toda la Costa del Sol, porque no hay nada de eso, ni se pueden hacer conciertos, ni óperas, ni obras de teatro. Otros proyectos que haría son el de la ampliación del puerto, un gran centro comercial, aparcamientos o la reforestación de la sierra. Todos estos proyectos ya estaban hechos pero no van a hacer nada.