La Fundación Cueva de Nerja, a través del conservador del monumento, Antonio Garrido, confirmó ayer que unas recientes pruebas de datación desarrolladas en Estados Unidos catalogan las pinturas rupestres nerjeñas como las más antiguas de todas.

Hasta ahora se situaban las figuras enclavadas en las Galerías Altas de esta cavidad en el periodo comprendido

entre los 12.000 y 20.000 años. Los nuevos análisis certifican, sin embargo, que los pobladores que nos cedieron este legado prehistórico vivieron incluso más allá de hace 40.000 años.

Una consecuencia directa de la investigación que impulsó en 2008 el profesor titular de la Universidad de Córdoba José Luis Sanchidrián es que las imágenes de animales como aves, caballos, ciervos y focas que están acompañados por diversos signos, como puntos o líneas, podrían ser claves para avanzar en el enigma de la desaparición del Neandertal sobre la Tierra. Y es que la Cueva, además, se incluyó en el catálogo de enclaves donde investigar en dicho misterio, justo cuando hace un par de campañas se halló una singular herramienta propia del denominado Homo Neanderthalensis.

La gruta nerjeña puede presumir desde su apertura de albergar esas pinturas rupestres, localizadas por el mareño Francisco Navas Montesinos -uno de los descubridores de la Cueva- durante un permiso mientras cumplía con el servicio militar obligatorio. Sin embargo, la primera datación radiocarbónica efectuada sobre un fragmento de carbón, empleado para pintar un ciervo en las Galerías Altas, había retrasado su elaboración a hace 20.000 años, tal y como se recoge en la publicación oficial de la Cueva que en 2007 recopilaron las investigadoras Cristina Liñán Yolanda del Rosal y María Dolores Simón.

El conservador de la gruta, Antonio Garrido, ha explicado que la nueva datación será «muy importante» para poder arrojar algo más de luz acerca de la coexistencia en una misma cavidad de nuestros antecesores, el Homo Sapiens Sapiens, y los neandertales. Desde el punto de vista científico, el monumento malagueño más visitado, con cerca de medio millón de personas al año que se adentran en su interior, pasaría a ser un destino fundamental para conocer las primeras pinturas rupestres conocidas.

De hecho, cabe la posibilidad de que la Fundación planteara una futura recreación de las pinturas en el Centro de Interpretación de la Cueva, de forma que, al igual que en Altamira, se evite el deterioro de tan preciado tesoro.