­El título de «Málaga cantaora», otorgado por Manuel Machado, es uno de los más recurrentes a la hora rememorar el glorioso pasado flamenco de la provincia. Sus cantes originarios (malagueñas, verdiales, abandolaos, rondeñas, jabera...) y su enorme cantera de artistas motivaron al poeta sevillano a destacar esta característica. Mucho se ha escrito sobre Málaga como tierra de bellos cantes y grandes cantaores, pese a que también lo es de grandes bailaores, los grandes olvidados. Zapateaos, taconeos y coreografías han sido, y son, parte indispensable del arte jondo y, por tanto, igual de importante a la hora de comprender y estudiar la grandiosidad del flamenco local.

El objetivo de la exposición Málaga al baile, que abrirá sus puertas el próximo 7 de marzo en la sede de la Diputación (calle Pacífico, 54), no es otro que «poner en valor a los artistas del baile flamenco de Málaga» y «rescatar su historia» a través de sus figuras más destacadas y los lugares donde se hizo grande. «Esta exposición recoge un brevísimo recorrido fotográfico por lo que ha supuesto el baile flamenco en Málaga. Para ello se ha recuperado una importante cantidad de material que probablemente se habría perdido en cajones y mudanzas y que en su mayor parte es inédito. Es una buena manera de no olvidar nuestra tradición cultural y artística», sostiene Paco Roji, amante y arqueólogo del flamenco malagueño y responsable de la muestra.

Los paneles de la muestra, que se completa con artículos, carteles, pinturas, objetos personales, libros, discos y un audiovisual, dibujan un recorrido que abarca casi 120 años de nuestra historia (entre 1850 y 1970) y que parte del recuerdo de tres míticas bailaoras imprescindibles: Pepita Durán, La Cuenca y Anita Delgado, conocida como Princesa de Kapurthala. «Las tres tuvieron una vida muy azarosa y de glamour», relata Roji, que recuerda que Durán «se casó con un lord británico», lo que provocó un gran escándalo en la Inglaterra victoriana, y «conquistó escenarios en toda Europa».

Este recorrido presta especial atención a los barrios malagueños con tradición flamenca, como el Perchel, la Trinidad o la Cruz Verde; las familias de artistas, las academias y los principales escenarios que ofrecían actuaciones flamencas. De este último apartado destacan los cafés cantantes, entre los que sobresalía el mítico Café de Chinitas, establecimiento del que se muestra una instantánea hasta la fecha nunca vista. «Quizá sea la pieza más significativa de esta exposición», confiesa Roji, que también destaca de la muestra una pintura de una escena en la Gran Taberna Gitana , de 1965, con el baile de El Charro y Custodia como figuras del cuadro, y la bata de cola que Rocío Molina vistió en su espectáculo Oro viejo, «montaje que propició que dos años más tarde, en 2010, le concediesen el Premio Nacional de Danza».

Pero esta exposición, que estará abierta hasta el 10 de abril y que ha contado con la colaboración de Ramón Soler, en la edición de los textos, y Antonio Cruzado en el diseño, es sobre todo un homenaje a las figuras locales del baile flamenco: Trini Santiago, Angelita Didier, La Paula, Carrete -«que hoy cumple 74 ó 75 años», según Roji- La Cañeta, Carmelilla La Terremoto, La Repompa, El Charro, Manuel Galiani, El Duende, Pepito Vargas, Manuel Arenas, Maribel Barrientos, Anita Ruiz, Rosa La Pollito, Antonio El Bizco, Pacorro, Rafael Conde El Titi, La Quica, Maribel Barrientos, El Remache, El Marsellés... Bailaores y bailaoras que son parte esencial de nuestra herencia flamenca.