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Revalida la Alcaldía

Francisco de la Torre, el alcalde ostra

Accedió a la Alcaldía de Málaga en sustitución de Celia Villalobos. Fue subestimado, pero se transformó en un candidato que ha ganado cinco elecciones, tres de ellas con mayoría absoluta

Francisco de la Torre, el alcalde ostraÁlex Zea

Cuando en el año 2000 Francisco de la Torre fue señalado por Celia Villalobos como su sucesor en la Alcaldía de Málaga, muchos pensaron que era un error. Si acaso una maniobra política de Villalobos para mantener la alcaldía controlada en la distancia y, si acaso, como alguien que le mantuviera el sillón hasta su vuelta de Madrid. Se equivocaron. Vieron a Francisco de la Torre como un político gris, técnico, plano y aburrido. Una ostra sin apenas interés. Una mente privilegiada, que era capaz de tener todo el urbanismo de la ciudad en su cabeza, pero no un alcalde con el carisma suficiente para mantener la alcaldía. Se equivocaron. Resultó que esa ostra, a los pocos meses de ser nombrado alcalde de Málaga cambió de gafas, renovó las corbatas y los trajes. Detalles insignificantes, pero significativos del cambio que se estaba operando en De la Torre. Empezó a ir a todos sitios donde se le invitara. Era omnipresente. Incluso llegó a acudir a tres comidas un mismo día, comiendo un plato en cada una de ellas. Su capacidad de trabajo también empezó a ser conocida. Apuntaba todo lo que los vecinos le decían, encargaba su arreglo, recordaba nombres y circunstancias. Resulta que esa ostra, aparentemente aburrida y de perfil técnico, escondía una perla. En un año, Francisco de la Torre dejó de ser Paco para pasar a ser "el alcalde". Y cuando todos le empezaron a reconocer como tal ya era demasiado tarde para sus oponentes políticos (y muchos de su partido), que lo habían subestimado. Se dice que las elecciones de 2003 las ganó con la peatonalización de la calle Larios, pero en realidad las ganó el alcalde que emergió en el año 2000 y que fue consolidándose con el tiempo. La calle Larios le dio el espaldarazo definitivo, pero por aquel momento ya era conocido y reconocido como alcalde.

La perla se consolidó como un rival imbatible en 2003, 2007 y 2011. Incluso en 2015, con un desgaste de las siglas del PP y un mandato menos ilusionante por los problemas económicos del Ayuntamiento y la conflictividad laboral de Limasa muy presente en las calles, llegó a obtener 13 concejales. El pacto con Juan Cassá, de Ciudadanos, le permitió mantener el gobierno. Comenzaron a surgir con fuerza voces que anunciaban su retirada. Volvieron a subestimarle. Las ostras, además de perlas, tienen una concha muy dura. Son tenaces. De la Torre volvió a demostrar su fortaleza. Ha aguantado otros cuatro años y se presentó a estas elecciones con las voces internas del PP acalladas. Elías Bendodo, todopoderoso presidente del PP malagueño, tuvo que reconocer la fortaleza de De la Torre y su valor electoral. Para muchos sigue siendo "el alcalde" y sabe explotar muy bien sus virtudes, como la capacidad de trabajo y su presencia en toda la ciudad. Incluso sabe jugar con la imagen de político al margen del aparato del PP, con ideas propias y cierto nivel de autonomía, lo que le ofrece un escudo mayor al desgaste de las siglas.

Este mandato que afronta, con cuatro años por delante que no va a recortar, se le antojan como una oportunidad única para Francisco de la Torre. Con el PP gobernando en la Junta de Andalucía se encuentra sin la gran bestia negra que actuaba en muchos momentos como contrapeso, cuando no directamente oposición, a su política. Ahora se enfrenta a un pleno sin mayoría absoluta, que obliga a pactar y buscar acuerdos. No lo tiene fácil, pero tampoco el resto de grupos. Y, aunque aparentemente las ostras son aburridas, no hay que olvidar que las ostras pueden esconder muchas sorpresas.

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