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Sin falta de raccord

El cine clandestino y poético que resiste a los Castro

'Nadie' es un documental con toda la poesía de los que no tienen miedo a inmolarse por no dejar de retratar a los inadaptados

El cine clandestino y poético que resiste a los CastroLa Opinión

Hay un cine que no se apaga en la Isla del Lagarto Verde. Es un grito de libertad con una longitud de onda de más de 90 millas. Cine que se proyecta al mundo en la clandestinidad de los cuartuchos que escapan al Gran Hermano de la casta de Castro. Que ya no llega a Sundance porque los EEUU ya convinieron que quieren películas de menos peso político y tienen una escuela de cine con vistas al Malecón.

Es el caso de Nadie, un documental elaborado con toda la valentía del mundo y de la poesía de los que no tienen miedo a inmolarse por no dejar de retratar a los inadaptados, a los contestatarios, a los que viven controlados en un kilómetro lineal durante décadas y tienen la boca cerrada porque se la han cerrado. Es el caso del protagonista de esta historia, Rafael Alcides, poeta ilustre de la Generación del 50 en Cuba al que condenaron a la peor de las muertes en vida, el ostracismo.

Huracán

Nadie, que anoche se proyectó dentro de la sección de Documentales a concurso del Festival de Málaga. Cine en español, llega con el aviso de la brisa cortante del malecón antes de un huracán. Es la cinta que levanta ampollas en los salones ministeriales porque muestra las cloacas del régimen. Ayer no estuvieron aquí ni su director, ni por supuesto el hombre en el ojo de ese huracán, Alcides, porque no hay plata ni visados diligentes para quien vende un discurso que no gusta a la gerontocracia del Palacio de la Revolución. Esto también es cine, no lo olviden. En España lo hubo hasta hace un rato. Su caso, por ahora menos dramático, recuerda al del célebre Reinaldo Arenas.

Nadie fue estrenada en La Habana en la clandestinidad ante sólo 70 personas, con muy poca crítica (advertida de que supieran donde se metían) y muy pocos disidentes que pudieron sortear los controles policiales para llegar a su estreno. Es aquí en Málaga la llegada de la balsa de la Medusa. Allí todavía están sufriendo la mirada del ojo que todo lo ve con amenazas veladas, colaterales, a personajes cercanos que colaboraron de alguna manera con este película de Miguel Coyula, a los que entre otras cosas han obligado a firmar cartas repudiando a su director; un joven que no tiene miedo de que lo boten porque trabaja en el fino alambre de la independencia en una isla donde todo es estado y se escribe con el mundo desde un sala de internet pública. Porque los cubanos no pueden comunicarse todavía con el exterior desde la intimidad de sus hogares, son todos sospechosos.

Poesía

En Nadie ejecutan un ejercicio de poesía mayúsculo, gigante, que debería sonrojarnos como occidentales del primer mundo donde las oportunidades, pese al deterioro de nuestro sistema del bienestar, siguen siendo muy superiores a la hora de levantar una película de la clase que sea. Coyula con cuatro pesos filmó esta obra en su gran mayoría contra una pantalla negra a la que agregó elementos de ficción y animación. Muy resultones. Con el apoyo de su mujer como único reparto. Pese a las limitaciones técnicas que se intuyen, la sangre hierve ante las palabras indómitas del poeta de Barrancas.Ejemplo gráfico

Alcides, en la web serie que alimentó este documental final, cuenta cómo le emocionó la Revolución cuando se le presentó en un ejemplo gráfico. La prostituta que manoseó previo al estallido contra Batista acabó como una digna profesora en los primeros años del Gobierno del pueblo. Eso le emociona. Pero igualmente su conversación se torna espinosa cuando da nombres de autores, compañeros de las letras, como Virgilio, Lezama, César López, Miguel Barnet o Pablo Armando que fueron críticos y acabaron glosando al régimen, ablandados por los premios. Habla de la autocensura o el lenguaje cifrado que los sucedió en las siguientes generaciones, o la asociación de escritores creada que trabajó para limar asperezas entre escritores descontentos y políticos.

El mismo protagonista, que hoy estará guardado en su casa y moviéndose en el kilómetro lineal que frecuenta desde hace décadas como «insiliado», tendrá un mirada puesta a este lado del charco, en la madre España. Porque Alcides fue huérfano, durmió en la calle y vendió de todo de puerta en puerta antes de la Revolución. Ahora es un héroe real que no de Marvel que bendijo aquella ilusión que bajó de Sierra Maestra pero de la que recuerda que «desde un primer momento el pueblo vivió con la libreta y el pincho asaba puercos y tostaba café».

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