Andrés Trapiello: Madrid, 1945

En sus muy tempranos paseos por el Rastro madrileño, Andrés Trapiello ha encontrado muchos de los libros con los que alimenta su vasta biblioteca, esa que poda de vez en cuando, tal y como relata en sus diarios. La búsqueda incansable de un volumen raro o curioso, de cartas ya olvidadas o viejos documentos perdidos, también lleva a menudo al escritor hasta la Cuesta de Moyano; y fue allí donde se cruzó con un legajo de la Dirección General de Seguridad. Comisaría General político-social, en el que podía leerse: «Delitos contra la seguridad del Estado. Actividades comunistas de Madrid». El expediente, fechado en 1945, incluía diez fotografías, con sus nombres, pero todos ellos desconocidos. Pese a que el librero no accedió a venderle esos papeles, Trapiello sí pudo tomar notas. De aquel hallazgo, surgió un libro. Ahora, más de 20 años después, el escritor leonés entrega ‘Madrid 1954. La noche de los cuatro caminos’ (Destino, 2022), una versión muy ampliada del mismo, con la investigación mucho más completa y con un fondo documental inédito.

«Al libro que publiqué en 2001 le faltaba la mitad, aunque eso se debió no solo a mi impaciencia por dar a conocer la otra mitad, sino a algunos imponderables», explica Andrés Trapiello al comienzo de este remozado ‘Madrid. 1945. La noche de los cuatro caminos’, que nos llega ahora convertido en un volumen de más de 500 páginas y con decenas de fotografías y documentos –esos que han servido para cerrar esta detalladísima recreación de un episodio sangriento que en 1945 sirvió para apuntalar al régimen franquista-. Eso sí, si en el anterior libro «bien, bien, no quedaba casi nadie. Ahora el final es esperanzador», según señala el autor. Esto es así porque en esta nueva versión se da buena cuenta de lo que le sucedió a todos los implicados, y de forma sorprendente algunos sí lograron salir bien parados.

Que uno de los motores creativos de Andrés Trapiello es la memoria no puede ser ninguna sorpresa para nadie que haya prestado alguna atención a su obra. Ahí están los 23 volúmenes de su monumental e íntimo ‘El Salón de los pasos perdidos’, obra memorialística que él califica de «novela en marcha», o el revelador ‘Las armas y las letras. Literatura y guerra civil, 1936-1939’, quizá su ensayo más celebre. Tampoco debe sorprender la obsesión por el detalle, su ansía por abarcar y conocer hasta lo más nimio, y por ello el acceso a nueva información explica que se reescriba y corrija a sí mismo en ‘Madrid 1945. La noche de los cuatro caminos’, ahondando en lo que dejó incompleto dos décadas atrás –al menos, incompleto a su juicio-.

Recordemos de forma breve y gruesa, los hechos que aquí se relatan. En 1945, un grupo de comunistas se aventuraron a asaltar el cuartel de Falange de Cuatro Caminos, con la intención de matar a cuantos falangistas pudieran y trasladar la silenciada resistencia contra el régimen franquista desde los montes al mismo centro de la capital. Murieron dos falangistas. Y de los comunistas, solo unos pocos se salvaron por la oscura mediación de los servicios secretos estadounidenses, mientras que otros fueron torturados y condenados. Tampoco el PCE dejó de actuar de forma cruel contra su propia gente. Y todo el episodio sirvió para que la propaganda del régimen se apuntara una victoria al conseguir que más de 300.000 manifestantes mostraran su adhesión a Franco, además de permitir un cambio favorable al franquismo en las relaciones internacionales.

Lo exhaustivo del trabajo de Andrés Trapiello, convertido aquí en una mezcla rara y perfecta de archivero y detective, lleva cada hilo de la historia hasta su culmen. No hay cabos sueltos esta vez, o si los hay quedan disimulados entre la maraña de información que siempre está bien ordenada. Por supuesto, esto no es una novela, pero está escrito por un gran novelista y muy notable poeta, por lo que el estilo y la tensión son los de una obra literaria muy capaz de atrapar. Y es que ‘Madrid 1945. La noche de los cuatro caminos’ reúne todos los ingredientes para más de una novela; pero Trapiello ha resistido la tentación de la ficción para dar fe como un buen notario de las luces y sombras de un país glorioso y canalla.

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