Los Pirineos, territorio para descubrir el pasado

En un momento de esta novela, la madre de la protagonista afirma: «La literatura no engaña. Es lo que tiene de maravilloso... ¡La literatura es la deformidad misma!». En ‘La maestra y la Bestia’ la novela de la escritora leridana Imma Monsó (1959), que acaba de publicar Anagrama, la literatura juega un papel primordial, porque sobre esta notable obra sobrevuela la sombra de ‘La montaña mágica’ de Thomas Mann, que fascina a esa madre que cree en los poderes casi taumatúrgicos de la narración escrita.

Y a fin de cuentas la protagonista, una joven maestra rural de 19 años, lo que hará para tratar de encontrar sentido a su vida es una suerte de emulación de Hans Castorp y ascender en septiembre de 1962, en pleno Franquismo, a Dusa, un pueblo perdido en los pirineos leridanos que se convertirá en su particular montaña mágica.

Imma Monsó nos cuenta la vida de esta joven, un año de curso y todo lo que le acaecerá en esas alturas a las que acudirá con el triple deseo de vivir en un pueblo, conocer la nieve y la vida en las montañas y socializar. Porque, como en otras novelas de la escritora catalana, su mejor construcción, el pilar central es el perfil psicológico de los protagonistas, en este caso una maestra que duda de su vocación, una joven solitaria y tímida, incapacitada para la vida social, pues toda su existencia la ha pasado en una tierra de nadie, una vivienda en mitad de la nada con sus padres, hasta el punto de formarse también en casa, gracias a su madre, una antigua maestra.

Sin duda, Severina, la profesora principiante, es lo mejor de esta novela, que desde el principio alternará capítulos en los que la autora nos irá desvelando su vida en Dusa, al tiempo que vamos averiguando un poco más sobre su hermética y misteriosa vida familiar. Hermética también para ella, pues esta es una novela de medias palabras, de silencios, frases en clave y viajes a Francia, en unos tiempos en los que se sintonizaban emisoras prohibidas.

En este sentido, la escritora dosifica a la perfección la acción para que el despertar de Severina a la vida adulta lo sea también al complicado contexto político de la dictadura.

Y luego está el personaje de la Bestia, un apodo que en el pueblo recibe un vecino muy peculiar, también muy bien perfilado por Monsó, que se convertirá en un personaje crucial para esta maestra en su particular montaña mágica, un pueblo que también tiene sus claroscuros y que irá conociendo.

Imma Monsó escribe con elegancia, no parece sobrar ninguna palabra en esta narración medida y absorbente, aunque a juicio de este reseñista la obra habría salido más redonda sin el innecesario epílogo. En todo caso, una novela muy recomendable.

Suscríbete para seguir leyendo