Acantilado

Petrarca, el fundador del humanismo

En un edición monumental de excepcional dimensión, la editorial Acantilado publica el Epistolario de Francesco Petrarca con las cartas familiares, de senectud y dispersas, que abarcan buena parte de la existencia del poeta y casi un siglo de historia, una historia que el poeta revolucionó poniendo al hombre en el centro del universo

Petrarca

Petrarca / Javier García Recio

Nos encontramos ante la gran publicación de los últimos años. Un esfuerzo editorial sin precedentes de editorial Acantilado de una dimensión excepcional. Se trata de la publicación en cuatro tomos, por primera vez en España, del Epistolario de Francesco Petraca (1304-1374), el hombre, el poeta que funda el humanismo y levanta una obra que trasciende los siete siglos transcurridos desde su muerte y sigue iluminando el pensamiento del hombre del siglo XXI.

La edición de Acantilado recopila las 300 Cartas familiares, las 127 Cartas de senectud, las 19 Cartas sin nombre y las 76 Cartas dispersas, con notas e introducción a cada libro de Ugo Dotti, en cuidada traducción, del latín y del italiano, de Francisco Socas y revisión de Jordi Bayod.

En la introducción Ugo Dotti, el mayor conocedor de la obra de Petrarca, nos recuerda que este no es solo ese hombre solitario dedicado a cantar a Laura sino que fue también el fundador del humanismo, vale decir de aquella cultura que rompe con el ideario escolásticoy teológico de la Edad Media, que redescubre el vigor creativo y operativo del hombre, proporcionando los instrumentos intelectuales para revolucionar el modo de pensar tradicional. En ese periodo trascendental y tenso que va de finales de la Edad a los albores del Humanismo, la obra de Petrarca acompaña ese nuevo ideal humanístico que supone alejarse de la imagen de Dios como centro del mundo para que sea el hombre y su vida el protagonista de la sociedad.

El Epistolario constituye un un valioso patrimonio para reconstruir una imagen integral del poeta. La vida pública de Petrarca, de modo muy diferente a la de Dante y Boccaccio -los otros dos grandes hombres del Renacimiento-fue la vida de un hombre que trató a menudo, casi de igual a igual, con los grandes de la tierra: príncipes, emperadores, pontífices. Vivió largo tiempo en Aviñón, centro político de la Europa de su tiempo, a veces halagado y a veces rechazado en los círculos más altos de la curia; realizó viajes y misiones a París ante el rey de Francia y en Praga ante el emperador. En abril de 1341, en el Capitolio de Roma es coronado poeta en una espectacular ceremonia.

Todos los destinatarios de sus cartas -desde su gran amigo Giovanni Boccaccio hasta Ludovico di Beringen, desde el Papa Urbano V hasta el delfín francés Carlos de Valois, desde Cola di Rienzo hasta Jan ze Steda, por nombrar sólo algunos- ofrecen una medida de la riqueza de las relaciones de Petrarca con los grandes de la época y la intensidad de su participación en una compleja realidad europea y especialmente italiana, con un territorio dividido y fragmentado y un Petrarca que siempre luchó por una integración.

Para su Epistolario se apoyará en dos grandes modelos: el epistolario de Cicerón descubierto por él mismo hacía poco y las cartas morales de Séneca a Lucilio, que tienen un tono más filosófico, frente a las más familiares de Cicerón.

Pero con sólo que se piense en esa autobiografía ideal que el poeta nos ha legado con las Familiares y las Cartas de senectud, se tiene la clara percepción de un escritor que, incluso sin desdeñar la llamada de la voz divina, siente la imperiosa exigencia de liberar el espíritu del hombre de las restricciones demasiado apremiantes de lo trascendente; de volverlo a colocar en sus dimensiones humanas mediante la reconquista y el ennoblecimiento de la historia, del arte y de la sabiduría moral y, meta última y envidiable, de obrar no ya un compromiso sino una suerte de reconciliación entre el espíritu cristiano y el nuevo espíritu humanístico.

Petrarca, el fundador del humanismo

Petrarca, el fundador del humanismo / .

  • Franceso Petrarca. Epistolario
  • Editorial: Acantilado
  • Introducciones y notas: Ugo Dotti y Alessandro Pancheri
  • Traducción: Francisco Socas
  • Revisión: Jordi Bayod
  • Precio: 148,00 €

Ello se debe a su formación, pertrechada de sensibilidad y humanidad. Es así que Petrarca fue cualquier cosa menos insensible ante el espectáculo de la miseria, especialmente la miseria física y social. Son frecuentes en su epistolario, las descripciones que, con un enojo apenas contenido por el rigor formal, dedica a esos desventurados, sean campesinos o pescadores, que se ven forzados a pasar la vida entera en la prisión de sus duros oficios, a merced de los poderosos o los desastres naturales.

Las 300 Cartas Familiares, las más numerosas, van dirigidas a amigos, familiares y personajes públicos con los que se relaciona en su intensa vida pública.

Las cartas de Senectud,escritas durante sus últimos catorce años de vida, se centran en algunos temas propios de la vejez que ya acecha al poeta: la experiencia de la vejez, el deseo de bien morir, la agudización del sentimiento de la amistad, la memoria como luz para iluminar los recuerdos.

Finalmente Las Cartas Dispersas, se enmarcan en el plan de Petrarca de dejar una imagen de sí mismo para la posteridad y se caracterizan por una extrema variedad de contenidos y estilos ,desde la nota de saludo hasta la histórica, reflexión política, moral y literaria adaptadas a los más diversos destinatarios.

Petrarca, en efecto, fue un hombre muy atento a su imagen pública, muy hábil para construir y consolidar su propia fama: llegó a escribir una larga epístola «A la posteridad», esbozando un retrato de sí mismo que tenía mucho de real e idealizado su figura.

La obra de Petrarca se ha mantenido viva durante los últimos siete siglos. Ahora la publicación de este Epistolario nos permitira a nosotros sus contemporáneos entender esta vigencia, la del poeta enamorado de Laura que abrió con su ideas la puerta al ideal humanista que cambió el devenir del mundo y puso al hombre y su obra en el centro del mismo.