Novela

Si no fuera por Ryanair

Una historia de detectives en los monasterios castellanos del s. XIII: 'La taberna de Silos', de Lorenzo G. Acebedo

Gonzalo de Berceo.

Gonzalo de Berceo. / La Opinión

José Joaquín Martínez Egido

En Bolonia, entre calles medievales, iglesias de todos los tamaños y ese ambiente de cerrazón, casi uterino como decía Ana, de los soportales, aparecían personajes y lugares transmutados de la novela que había comenzado a leer en el viaje low cost de Ryanair. En el Colegio Español, o en Santo Stefano con sus siete iglesias en una, podía ver a las dos Cármenes, a Deo, a Isabel, a Uta, a Susana y a Ana irradiándose como posibles personajes misteriosos, sensación agudizada en la niebla densa de Ferrara.

En La taberna de Silos (Tusquets, 2023), firmada con el seudónimo de Lorenzo G. Acebedo, su autor literaturiza episodios ficticios de la vida de Berceo, al convertirlo en el personaje principal de su historia, y lo adereza con hechos reales, tales como la consideración del castellano como lengua vehicular (p.28); o el que el abad de su monasterio, San Millán, le pida que escriba la vida de Santo Domingo de Silos.

Así que, después de una serie de lecturas de las llamadas «alta literatura», entré en la librería demandando algo divertido y fácil: «“Que me voy de Congreso a Bolonia y necesito algo así para el avión». «¡Buf!», me contestó Pepa, la librera. Parece que lo que no era intenso, no llegaba a intensito. Pero me apunta que está terminando una, La taberna de Silos, de detectives en la Edad Media castellana, con buena pinta y bastante más ligera que otras parecidas. Ya tenía lectura para el viaje. Necesidades cumplidas.

La historia presenta una estructura clásica, contada por un Berceo de 70 años, que propicia reflexiones existenciales, sociales e históricas y que recuerda un episodio concreto de su vida, cuando, más joven, tuvo que viajar a Santo Domingo desde San Millán, con la misión encubierta de establecer la colaboración entre los dos monasterios benedictinos, con la excusa de escribir la vida del santo. Pero pronto se encuentra con tres de los personajes principales de esa historia: Lope, un vagabundo de delirio, contrapunto de Gonzalo; Fray Garci, un monje gruñón, decisivo para la intriga; y Elo, ventera y pieza fundamental del misterio que se debe resolver, pues pronto aparecen las primeras víctimas.

Esa línea narrativa se enriquece contextualmente con temas adyacentes, tales como los aportes costumbristas de economía monástica: la producción de vino, el cómo hacerlo bien, la exportación de la uva tempranillo de Logroño a Silos y su comercialización: «fortalece la sangre, apacigua la culpa y aviva la imaginación como el viento las ascuas» (p.170); la información sobre los errores de las copias de manuscritos (p.208); las relaciones que se establecen en las tabernas; la incultura de los nobles castellanos que no tienen libros en sus casas (p.137); digresiones sobre el dinero (p.201-202); o la consideración de la mujer: «Intentar saber lo que hará una mujer es como adivinar hacia qué lado emprenderá el vuelo un pájaro desde la rama de un árbol» (p.197).

Aunque se trata de una historia en la que Berceo se convierte en un avezado detective, todo se enfoca desde la crítica negativa hacia la vida monacal: «aquel lugar de hombres solos y trastornados por sus delirios de castidad» (p.230). En contra del centralismo papal, se aboga por la autarquía monacal (p.38) y se critica al feudalismo (p.127). De ahí ese intento de fraguar una alianza entre los dos monasterios, siempre con la consideración de la iglesia como núcleo económico y de poder, en donde el ‘turismo’ se convierte en un gran negocio. Como en nuestro caso, que, si no fuera por Ryanair, hubiéramos llenado maletas de todo lo que Bolonia nos ofrecía y que se vio reducido a calcetines navideños para toda la familia que, bien apretados, cabían en la maleta de cabina exigida. ¡Ah! Y una bola de cristal soplado que, milagrosamente, llegó casi intacta desde Ferrara y que está colgada en mi árbol.

Y ¿por qué deberíais de leer esta novela? Por la voluntad abarcadora de su autor, por ser una novela policiaca, de denuncia, histórica, social y honrada en sus pretensiones; porque todo se conjuga perfectamente y porque es divertida y fresca, ya que el humor está muy presente. Y porque es una forma de «desengrasar» los empachos literarios del 2023 y empezar el año más ligeros. ¡Feliz y próspero 2024!