A sus 77 años –o «57+20», como a él le gusta decir coquetamente–, Baltasar Navarro sigue llegando todos los días a la oficina a las ocho y media de la mañana para irse a las nueve de la noche, casi el último de sus 225 empleados. Todo ello a pesar de que la popular cadena Navarro Hermanos, cuya sede central está situada en el polígono San Luis de la capital, está a punto de cumplir casi medio siglo con una salud excelente, como demuestran las más de 100.000 motos vendidas a lo largo de todos estos años o el premio a la mejor empresa familiar de 2012 en Málaga recibido este pasado miércoles por parte del Instituto San Telmo.

«Tengo salud para seguir viniendo e ilusión por seguir trabajando, y eso no se debe perder nunca. Hay personas que salen de su casa por la mañana enfadadas. Yo lo que creo es que a tu empresa y a tu trabajo los tienes que querer, igual que a tu familia», afirma este empresario hecho a sí mismo, que confiesa haber utilizado la moto más para temas de trabajo que como instrumento de ocio. «Me he movido, mucho en moto, pero por profesión, no por capricho. Ahora ya me da miedo montarme, porque si me caigo», apunta.

Baltasar nació en Cuevas de Almanzora (Almería), donde empezó a trabajar en la tienda de comestibles de sus padres, pero aquello no le llenaba demasiado, así que decidió centrarse en el comercio de bicicletas y de esas incipientes motos que ya empezaban a poblar las carreteras españolas de los años 50. Se instaló primero en la localidad almeriense de Vera y ya en los 60, y junto a su hermano Antonio, en la emblemática tienda de la calle Carretería de Málaga, una capital que, según rememora, empezaba a ofrecer ya en aquellos tiempos unas posibilidades enormes de negocio. «Málaga siempre ha sido muy motera y tuvimos éxito. Empezamos a vender la Peugeot Mosa, la Montesa, la Tor o la Puch. Luego vinieron las Ducati y las Yamaha. Hubo años donde vendimos 13.000 motos», apunta. Navarro Hermanos también ha vendido de siempre recambios del automóvil y bicicletas, aunque todos les han conocido desde siempre como «los de la motos».

Presente y futuro

En 1999, la empresa inauguró su sede central en el polígono de San Luis y, a partir de 2006, se volcó en el área de recambios, que acaparan ya el 70% del negocio. Una de las últimas tiendas abiertas por Navarro Hermanos, y de las que más orgulloso se siente, está en la quinta planta del edificio de El Corte Inglés en la avenida de Andalucía. Igual porque este empresario siempre ha querido que sus tiendas, con la misma filosofía de esos granes almacenes, fueran el lugar donde el usuario del motor pusiera encontrarlo todo.

«En la tienda del polígono de San Luis, tenemos decenas de bujías o pastillas de frenos distintas, incluso para motos chinas. Tener tanta diversidad de artículos igual nos resta margen de beneficios, pero aumenta la calidad en el servicio y nuestro prestigio», asegura.

En general, Baltasar admite que la venta de motos, como todo, está algo retraída con la crisis. Las 125 cc. son las más vendidas del momento pero el cliente tiene el obstáculo de la financiación, ya que aunque hay scooters desde 1.500 euros, el crédito bancario está cerrado a cal y canto. «Los bancos fueron muy alegres otros años y estropearon el mercado. Ahora quizá están demasiado duros. Deben volver a estar en el punto medio», comenta el patriarca de los Navarro, que se muestra «totalmente convencido» de que España superará la crisis, aunque no se sepa cuándo. «Nunca es tarde si la dicha es buena», sentencia con filosofía Baltasar, que destaca, eso sí, la necesidad de contar con buenos emprendedores.

«El problema es que hay gente que quiere subir demasiado rápido y en la vida hay que esperar para conseguir algo, ir poco a poco. Y hay que aprender constantemente. El que cree que sabe mucho, ignora más. Siempre hay que escuchar», asegura Navarro, que en los 90, siendo ya un veterano empresario de éxito, se levantaba a las seis de la mañana para acudir a un master de alta dirección en San Telmo.

Baltasar afirma que seguirá al pie del cañón todo lo que haga falta aunque el relevo está asegurado: tres hijas y un yerno integran ya la dirección de la empresa. «Son buena gente, y confió plenamente en ellos», afirma socarrón.