La fatídica muerte de su padre, de paso por Málaga cuando se dirigía a la Guerra de Melilla, hizo que don Jesús Corchón asentara su vida en esta tierra desde que era un niño, lo que le llevó a formar parte de la historia de las Escuelas del Ave María de Málaga. Primero como alumno y después como director. Sesenta años de entrega que representan el espíritu avemariano de un centro centenario con solera.

La historia de la escuela comienza mucho antes, en 1905, cuando el sacerdote malagueño Diego López recogía el testigo del padre Andrés Majón e instauraba en la ciudad lo que éste había comenzado a finales del siglo XIX en Granada, una casa de acogida en Pozos Dulces para salvar del hambre a los niños que deambulaban por la calle.

Comprometido con la causa, el doctor José Gálvez Ginachero cedió unos terrenos en el Pasillo de Natera (hoy Avenida de Fátima), en la Trinidad, donde se asentó hasta la década de los 60. Las Escuelas del Ave María llegaban a Málaga con el propósito de salvar de la miseria a las futuras generaciones y ofrecer una educación.

Fue en el año 1957 cuando el entonces Ministerio de Agricultura cedió un amplio solar cercano a Tabacalera, por la pobreza que imperaba en la zona, que ha visto salir a varias generaciones preparadas hasta la actualidad.

Aunque el grueso de su educación se ha dado en este lugar, también hubo unidades móviles asentadas en otros rincones. Ejemplo de ello es la que estuvo hasta los 80 en Puerta Blanca, debido a la distancia que separaba un punto de otro para que los niños atravesaran lo que entonces eran auténticas explanadas desérticas.

El actual director general del centro, José Antonio Villatoro, muestra con orgullo el libro que resume los más de cien años de educación social que avalan al centro. Un lugar por el que han pasado miles de niños y se consolida como referente en la formación profesional. Cientos de malagueños se han formado en las aulas del Ave María en variedad de profesiones entre las que destacan los músicos.

En la década de los 40 el que se convirtió en el director de la banda municipal de Málaga, el maestro Perfecto Artola, creó la banda de música de la escuela que sentó precedentes. Niños de entre 8 y 10 años se familiarizaron con este sector y muchos de ellos siguieron con sus carreras. La banda de música del Ave María adquirió un gran prestigio a nivel nacional y paseó por casi todas las ciudades bajo el nombre de banda del Frente de Juventudes.

El papel que jugó el doctor Gálvez en el desarrollo de esta escuela fue fundamental. Una vida de entrega a los demás que supo ver la labor de las Escuelas del Ave María y contribuyó con generosas aportaciones económicas.

En proceso de beatificación desde hace años, el médico y alcalde de Málaga estudió en Alemania y fue el primer ginecólogo en lavarse las manos antes de intervenir, un acto hasta entonces insólito.

Sin recordar si fue el bando nacional o republicano, el director Villatoro recuerda que en plena Guerra Civil Gálvez fue encarcelado, una noticia que conmovió a la ciudad entera e hizo que los leprosos del Hospital Civil se escaparan para manifestarse ante tal actuación. Un ejemplo del afecto y cariño que el médico despertó. Hace 61 años que el doctor Gálvez dejó este mundo y todavía se le recuerda en el Ave María.

Aun así, tanto Villatoro como el presidente del Patronado de las Escuelas, Manuel Jesús Martínez Vilches, coinciden en que la persona que representa la verdadera esencia del centro es el que fue desde 1936 hasta 1993 el director del Ave María, Jesús Corchón. De su vida poco se sabe, ya que siempre la mantuvo a la sombra de su labor casi hasta el fin de sus días, en 2003.

Su interés por instruir a los jóvenes y que aprendieran un oficio que luego pudieran aplicar en las empresas le hizo crear la primera incubadora empresarial sin saberlo. Una semilla que poco a poco germinó hasta lograr diversos convenios y acuerdos con instituciones y empresas en la actualidad.

Este sacerdote que vivió en la calle Carretería se quitaba muchas veces la sotana para entrar a los hospitales y pedir a los médicos que ayudaran al centro. «Si alguno le decía que no tenía dinero en ese momento, él mismo se ofrecía a acompañarle al banco para sacarlo si era necesario», relata Villatoro.

Rehabilitaciones pendientes

Un paseo por las instalaciones del Ave María deja ver las torretas que están a los extremos de los edificios, auténticos bloques de viviendas que aún están habitados. Se trata de 20 viviendas que se construyeron en el pasado para que los profesores que venían de fuera tuvieran dónde vivir. Algunas continúan habitadas por docentes jubilados, tal y como muestra el presidente de la Fundación mientras señala las ventanas donde se puede ver la ropa tendida.

El antiguo campo de fútbol donde jugaban los pequeños en sus horas de descanso, ahora es un solar algo descuidado en el que se planifica la creación de un club deportivo. La iglesia que preside esta escuela católica de 24.000 metros cuadrados está cerrada desde principio de años por reformas. Mientras tanto, una pequeña capilla suple su ausencia.

El que se conocía como el antiguo cine de Huelin, el teatro del centro, está cerrado a cal y canto desde el año 98. Una conferencia en la que intervino la dirigente política Celia Villalobos es uno de los últimos que se recuerda en aquel pabellón de 600 plazas que no ha vuelto a abrir sus puertas. La falta de dinero para arreglar la infraestructura es el problema. «Teníamos un grupo de teatro muy bueno», recuerda Villatoro.

A pesar de no tener al cien por cien disponibles el uso de sus amplias instalaciones, las Escuelas del Ave María de Málaga forman hoy día a niños desde los tres años y no tiene límite de edad. Infantil es el primer escalafón del centro que culmina con la Formación Profesional de grado superior.

Automoción, administración, desarrollo de proyectos de edificación, electricidad, electrónica o automoción, son algunas de las ramas dentro de la FP. Una escuela centenaria que no olvida a los grandes que pasaron por ella y lucha por ampliar su lista.