Los suicidios son ya la segunda causa de muerte entre la población de entre 15 y 29 años de edad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Coinciendo con el Día Internacional de la Prevención del Suicidio, los expertos se han apresurado en recordar que quitarse la vida es la última solución y que hay múltiples mecanismos y maneras de afrontar una situación desesperada.

Cada año se quitan la vida 3.500 españoles. Pero las cifras que realmente preocupan a las autoridades son las tentativas: al menos 35.000 personas lo intentan cada año. Por perfiles, la tasa más alta de suicidio se da en hombres de más de 60 años con depresión y en situación de desamparo por vivir solos o estar viudos. Las mujeres lo hacen más entre los 35 y los 55 años.

Desde la Fundación ANAED (Asistencia Nacional de Ayuda al Enfermo de Depresión) subrayaron ayer la importancia de recordar que los suicidios se pueden evitar, que hay muchas terapias, soluciones, ayudas y técnicas que ayudan a las personas que no encuentran más salida en su vida que su propia muerte a que vean las cosas de manera realista y que recapaciten para que vean que «nada merece un suicidio».

Por este motivo, han pedido a la Unión Europea, el Gobierno, las autonomías, las diputaciones y los ayuntamientos que hagan campañas de prevención como se hace con los accidentes de tráfico o con la violencia de género. «En prevención para evitar suicidios no se acometen las acciones necesarias».

Protocolo

En esta línea, la Junta de Andalucía unirá esfuerzos en el ámbito social y sanitario para la elaboración de un protocolo conjunto de prevención de suicidios en la comunidad, reforzando así las medidas impulsadas desde el Servicio Andaluz de Salud en el marco del Plan Integral de Salud Mental y con especial atención a la población más vulnerable.

En este sentido, la consejera de Salud, Igualdad y Bienestar Social, María José Sánchez Rubio, afimó ayer que su departamento está especialmente sensibilizado con este gran problema de salud pública. España, aunque con una de las tasas de suicidio más bajas del mundo, ha registrado un incremento de muertes por esta causa en los últimos años. Mientras las personas fallecidas en 2012 por causas externas, como accidentes de tráfico, descendieron un 9,5%, las defunciones por suicidio aumentaron un 11,3%, con una relación de ocho hombres por cada mujer. En Andalucía, 781 personas murieron por este motivo en dicho periodo.

Pero tras un suicidio hay una familia rota. Cecilia Borrás, presidenta de la Asociación de Supervivientes, recuerda que tras un suicidio quedan padres, hijos y hermanos, y que cada muerte afecta en su entorno al menos a otras seis personas, porque esta forma de muerte «es una devastación emocional, una ruptura y el peor escenario al que se puede enfrentar una persona».

Las familias, según Borrás, son las víctimas calladas de las que nadie habla y sufren en silencio, y que muchas veces deben además sufrir tabúes culturales, sociales y religiosos que hacen muy difícil el reto de sobrevivir y hacer un duelo sin comprender por qué nos abandona la persona que amamos.

Coincidiendo con el 10 de septiembre, la organización no gubernamental Teléfono de la Esperanza ha lanzado una campaña de financiación colectiva por internet para la creación de una aplicación para móviles inteligentes, cuya finalidad es la prevención de los suicidios. La institución de ayuda social y cooperación pretende ir un paso más allá en la relación con los ciudadanos, de la mano de las nuevas tecnologías.