­La sensación de poder inunda tu corazón. Nada en esta vida parece tener la posibilidad de ensombrecer tus sueños. Todo, absolutamente todo, se presenta al alcance de la diminuta palma de tu mano. Porque cuando tu ser está repleto por los sentimientos que la infancia desprende, todas las ensoñaciones que tu imaginación recoge se muestran como hechos factibles. Isabel Rodríguez contempla su alrededor con la mirada repleta de ese brillo propio de aquel que sueña con los ojos abiertos. Al fin, volvía a percibir lo que únicamente había sentido corriendo por el acerado de un patio de colegio. «Al venir aquí algo ha hecho clic en mi cabeza. Es como volver a ser yo», afirma.

Esa misma sensación es compartida por Rosario Marín Malavé, antigua alumna del colegio de las Teresianas de Málaga, que ha cambiado su pupitre por el altavoz de los medios mediante su carrera de Periodismo. Observando con detenimiento el edificio que personificaba sus primeros pasos formativos, Rosario no puede evitar la evocación de sus recuerdos: «En los años 60 no habían los edificios que hay en la actualidad por lo que los alumnos podían ver las vistas desde su clase. Todas las salas tenían terraza entonces desde las mismas aulas, tenías unas muy buenas vistas, pudiendo dar las clases mirando al mar», señalaba mientras una sonrisa se deja asomar en sus palabras.

Como Isabel y Rosario, muchas han sido las antiguas alumnas que han vuelto al que fue el principal almacén de sus sueños infantiles, el Colegio Academia Santa Teresa de Málaga, para conmemorar el centenario de la Institución Teresiana, que arrancó en el curso 1914-1915 sus enseñanzas en la provincia

La organización, fundada en 1911 por el sacerdote y pedagogo Pedro Poveda -natural de Linares (Jaén)-, nació con el objetivo de alcanzar la promoción humana y social a través de la educación y la cultura principalmente de las mujeres, seres considerados marginados en la época.

De ese modo, Pedro Poveda vio en la educación, en la promoción de la persona y en el cultivo de la inteligencia y de las capacidades personales la posibilidad de responder de un modo distinto a la sociedad de su tiempo. «Siempre tuvo esa visión de ayudar a las personas más apartadas de la sociedad. Así, creó una educación pensada en mujeres, hombres y personas excluidas», declara Teresa, otra de las antiguas alumnas de la institución.

Educación para mujeres

Tras la colaboración de Pedro Poveda con mujeres en el ámbito educativo, el linarense creó la Institución Teresiana, centrada principalmente en el valor educativo de la mujer. Carmen Ortega, directora del Colegio Academia Santa Teresa, afirma: «La sociedad española de principios del siglo XX mostraba escasísimo interés por la promoción cultural y social de la mujer. En tal contexto, Poveda puede incluirse con toda justicia entre quienes apostaron claramente por el potencial que representaban las mujeres en la España de entonces». La directora añade: «Poveda pensó que era urgente preparar intelectual y culturalmente a tantas mujeres jóvenes que deseaban estudiar y formarse».

Gracias al camino emprendido por Poveda, Rosario, Isabel y otras antiguas alumnas como Ana Pineda, Paqui Cruzado, Ana Luque, Teresa o María Martín vieron sus posibilidades laborales asemejadas a la de los hombres en un contexto que se presentaba como adverso y en la que se les relegaba al cuidado del hogar.

«La escuela, que primeramente se creó como academia de normalistas, fue cambiando hacia una escuela donde se formaban sobre todo mujeres a las que se le incentivaba a que accedieran a la educación superior», recalca Rosario, a lo que Paqui destaca: «Salimos y estábamos educadas sabiendo lo que teníamos que hacer y para eso no nos hizo falta convivir con los hombres, todo eso fue porque recibíamos una educación muy avanzada». Y es que en los recuerdos de cada una de las mujeres que vieron cambiada su vida por la iniciativa de Poveda, la palabra modernidad y adelanto se resalta una y otra vez.

A diferencia de los valores que llenaban tantos centros en la época, la Institución Teresiana centraba su labor en una escuela inclusiva, democrática y participativa en el que lo primordial era respetar la diferencia para integrar desde la diversidad.

Sobre estos aspectos, Rosario señala: «Había un montón de detalles para subrayar un estilo nuevo de educación. La institución quiere integrar, no separar. Aboga por ese humanismo». Por este propio carácter integrador, a pesar de ser fundada la institución como un colegio femenino, ningún chico se ha sentido inferior en la actualidad cuando se recibe educación a ambos géneros, tal y como subraya la directora del centro.

En un despertar producido por el regreso a sus orígenes, las antiguas alumnas ven su mente repleta de viejos recuerdos jamás olvidados.

Ana Pineda relata: «Sobre todo hemos crecido como personas. Las Teresianas se caracterizan porque la persona es única, te hacen valerte por ti misma y darte unos valores que de generación a generación son los mismos y que son solidaridad, tolerancia y respeto. Lo primordial es compartir, es saber estar con los demás, y ya a partir de ahí tu creces como persona».

Pero entre tanta evocación, las antiguas alumnas, a pesar de pertenecer a generaciones muy distintas, coinciden en señalar una oración inculcada por sus profesores como el primordial aprendizaje: «Con la mente y el corazón en el momento presente». Esto les hizo transformarse en mujeres críticas y necesitadas de realizar su labor pero intentando dar lo mejor de sí para la ciudadanía.

«El ser diferente ha sido la obtención de principios y valores ético, morales y cívicos, el ser crítico, el tener deseo siempre de superarte y tener como lucha que todo en lo que me implique me comprometa y sea la mejor. Además te inculcaban el ser autónomo pero con la responsabilidad que eso lleva inherente», señala Paqui Cruzado, quien se convirtió en profesora mediante las escuelas rurales.

Proyectos de las Teresianas

Muchas han sido las innovaciones llevadas a cabo por la Institución Teresiana durante sus primeros 100 años. Para la consecución de los objetivos marcados por el organismo, un pilar fundamental ha sido la educación de aquellos que van a formar a las nuevas generaciones. «Hay formación del profesorado para dar respuesta a las necesidades educativas de los alumnos. Todo esto se consigue con un grupo de profesionales que están concienciados sobre quiénes somos y qué queremos conseguir», afirma la directora del colegio Académico Santa Teresa.

Gracias a esta educación desde los cimientos se han podido realizar importantes cambios desde su creación a la época presente.

Una de estas innovaciones fue la realizada por el cardenal Herrera Oria en 1953. Se trata de la Escuela de Magisterio Rural gracias a la que muchas jóvenes de las zonas de población dispersa de los campos de Málaga pudieron acceder a estudios superiores y convertirse en maestras para niñas y niños del pueblo.

Conchi Martín, alumna de la Escuela Rural de Comares, cuenta cómo fueron sus años en la institución: «La enseñanza era muy avanzada y siempre en relación a lo que te ibas a encontrar. Los primeros años nos quedábamos Semana Santa y Navidad para convivir con las personas del campo y darle clases particulares.

Para lograr la integración que llevan como bandera desde sus comienzos, la institución desarrolla la educación especial integrada mediante la creación de aulas específicas tanto para alumnos con problemas psíquicos como para alumnos con autismo.

Ana Luque afirma sobre la innovación creada en 1982: «Aquí creces con niños con necesidades educativas especiales integrados en sus clases y en sus aula y es una rutina, se les integra a la vida tal y como es».