El Hospital Carlos Haya ya dispone de la unidad de atención al ictus, una nueva sala que mejorará el diagnostico, tratamiento y supervivencia de los pacientes que ingresan por este tipo accidentes cerebro-vasculares, gracias a la monitorización y aplicación de técnicas las 24 horas del día.

La inauguración de la nueva sala con siete camas y un sillón monitorizado se ha celebrado hoy, la más grande de Andalucía tras duplicar su capacidad y pasar de cuatro a ocho camas, según ha indicado la delegada de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Ana Isabel González. Una sala que contará con un equipo de enfermería, anestesistas y dos neurólogos. Además de la coordinación entre el servicio de emergencias y todos los especialistas que intervienen en este proceso para atender a los pacientes en el menor tiempo posible.

El Hospital Carlos Haya). La nueva sala, pensada para cuidados intermedios y en la que el paciente estará las decisivas y primeras 48 horas tras su ingreso, contará con videovigilancia y monitorización multiparamétrica en cada una de las camas. Además, tendrá la posibilidad de poner electrocardiogramas y un sistema de holter sin cables (grabación permanente de los latidos del corazón).

Con una inversión de 60.000 euros y tras dos meses de obra, el hospital ya puede atender a los pacientes que sufran un ictus cualquier día del año. Una situación que hasta el pasado 27 de noviembre, por motivos de personal, no era posible durante los fines de semana y los pacientes tenían que ser enviados al hospital Reina Sofía de Córdoba.

Ahora, el equipo podrá aplicar en cualquier momento una trombectomía mecánica, una intervención que permite llegar al trombo a través de un acceso endovascular y extraerlo para restablecer la circulación, según explicó el jefe de servicio de Neurología, Pedro Serrano. La intervención cuenta con un margen de seis horas desde que el paciente sufre los primeros síntomas para que la persona no se vea afectada de manera irreversible. Una "ventana terapéutica" que en un futuro próximo tendrá una horquilla de horas más amplia. "Las unidades de ictus disminuyen la mortalidad con nivel de evidencia uno y éticamente estamos obligados a disponer de estos servicios", explicó el doctor Serrano. Los cuidados bajo una vigilancia especial son claves para reducir la mortalidad, sobre todo, en el periodo de las primeras 24 y 48 horas tras producirse el accidente cerebro-vascular., y donde ingresarán todos los pacientes afectados, siempre que no requiera de un soporte vital más avanzado como es la UCI, según indicó el jefe de servicio.

Además, la sala cuenta con dos camas monitorizadas adyacentes que estarán destinadas al estudio de epilepsia, también controlado por el servicio de enfermería de ictus, y que en caso de demanda asistencial se utilizarán para pacientes de la unidad de ictus.

En palabras del especialista Pedro Serrano, un ictus es una enfermedad neurológica derivada de una pérdida del flujo sanguíneo en una zona determinada del cerebro que ocasiona disfunción en esa determinada zona. Una disfunción muy tiempo-dependiente que se puede recuperar y restablecer la actividad si se actúa pronto.

La pérdida súbita de fuerza, agudeza visual, trastorno sensitivo focal o dificultad de la expresión oral son algunos de los síntomas que deben hacer saltar la alarma al paciente y dirigirse al centro hospitalario para ser asistido. «Cuanto antes mejor. Cualquier tiempo que pase es territorio cerebral perdido y hay márgenes de tiempo para que los tratamientos sean más eficaces», informó el doctor.

Hipertensión arterial, el aumento de colesterol, cardiopatías isquémicas o arritmias son algunos factores que aumentan el riesgo de sufrir un ictus. Ante ello, la dieta mediterránea o el ejercicio físico son factores que disminuyen su riesgo.