La granizada de este jueves cubrió Málaga de blanco, asemejando la nieve, tal y como ocurrió la noche del 2 de febrero de 1954. Hace casi 66 años los malagueños se despertaron con una imagen insólita. La ciudad se cubrió de blanco con la nieve y fueron muchos los que salieron a la calle con ánimo juguetón y de descubrimiento, ya que para muchos fue su primer contacto con la nieve. Este jueves 23 de enero se vivió en parte con este ánimo y en parte con muchos problemas, ya que la intensidad del granizo provocó atascos, daños y muchos inconvenientes, sobre todo en el Centro, el Limonar y Mayorazgo. Fueron dos días distintos, con causas y problemas distintos, pero una imagen común: Málaga cubierta con un manto blanco.

La tarde anterior a la gran nevada de Málaga, el 2 de febrero de 1954, la ciudad disfrutaba de la temperatura más alta de toda España: 11 maravillosos grados centígrados. La cifra, sin embargo, era casi 'un insulto' para las altas temperaturas malagueñas, de ahí que, días antes, un botones cachondo, de los que pululaban por bancos y hoteles, repartiera abanicos a los sorprendidos clientes del centro.

Como en esos años no existían concursos televisivos en los que un grupo de jóvenes se transforman en cantantes en serie, muchos malagueños optaron por ir al cine (en el cine Goya ponían 'Niágara' con Marilyn Monroe) o se pusieron a escuchar la radio.

Los que optaron por esta última modalidad, mucho más barata, sintonizaron en su inmensa mayoría con Radio Nacional de España, que para eso realizaba un programa en directo desde Málaga justamente ese día.

Si la frase más famosa de Neil Amstrong fue 'este es un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad', sin duda alguna la frase histórica de aquel invierno del 1954 la pronunció el locutor de Radio Nacional, que con voz temblorosa dijo: 'Dicen que está nevando. Si quieren verlo, salgan a la calle'.

Ni que decir tiene que media ciudad salió a la calle a ver, en esa tarde-noche, el polvillo de nieve que de momento comenzaba a mojar las aceras de Málaga.

No fue hasta las once y media de la noche cuando llegaron los auténticos copos de nieve, que muchos malagueños sólo habían visto en películas como 'Qué bello es vivir'.

De toda esta epopeya de la nieve, puede afirmarse que el único que las pasó canutas fue un turista sueco, que se negó a salir de su Volvo, aparcado en la Alameda de Colón, quedando atrapado en la exótica nieve malagueña. El motivo de una cabezonería tan poco nórdica fueron sus maletas, que las tenía en el coche. El sueco prefirió escoltar su equipaje antes que dejarlo a la intemperie. A lo más que accedió fue a tomarse una copita de coñac que le ofreció un alma helada pero caritativa.

Hace medio siglo los niños no se quedaban hasta las tantas viendo la televisión, de ahí que la mayoría de los pequeños malagueños estuviese durmiendo a pierna suelta en este primer acto de la nevada.

Durante la noche, la nieve llegó a Antequera, Ronda y Álora, desgajando en la capital algunas palmeras por el peso de los copos y hundiendo de paso el edificio del Teatro Chino, instalado en el Pasillo de Santo Domingo.

Cuando los niños despertaron se encontraron con Málaga convertida en un 'Nacimiento' de tejados blancos y un río Guadalmedina transformado en una blancura. Por supuesto no hubo colegio ese 3 de febrero tan especial, lo que hizo posible que un montón de familias, cámara en ristre, tomara el camino de los Montes, la cuesta de Gibralfaro y el Puerto de la Torre para inmortalizar la ciudad desde las alturas. Otras se conformaron con tirar bolas de nieve en el Parque y en los jardines de Puerta Oscura, que parecían un típico rincón de Moscú, a una temperatura muy soviética: seis grados bajo cero.

Animados por una jornada tan blanca, en la nevada 1954 el bombero A.S.F. y el buzo V.D.J. se liaron a bolazos de nieve. Como no podía ser menos en una escena tan surrealista, llevada a cabo por dos funcionarios municipales, al final la broma terminó en asistencia médica. El buzo, con mucha mejor puntería, le asestó al bombero un bolazo, causándole, según el parte, una herida en la región occitoparietal derecha. Quien juega con fuego...y con nieve.

Pero en Málaga todo es efímero salvo la mala arquitectura, de ahí que, como vino, la nieve se fue para no volver más. Los muñecos de nieve realizados con tanta ilusión se fueron derritiendo. Por la tarde, los copos de nieve dejaron paso al aguachirri, mientras los servicios de limpieza despejaban las aceras y despedían la nevada.