La profesora entra en la clase de quinto de Primaria y se dirige a los alumnos. «¿Por qué en La Purísima somos diferentes?», les pregunta. Las respuestas son variadas pero ninguna apunta a que un buen número de compañeros tienen necesidades especiales. Sólo cuando la maestra, Noni, les da una pista, una niña habla de los alumnos con autismo o de los que van en silla de ruedas. «A mí no me importa que ese niño sea diferente, yo juego con él», le dice a sor Encarna uno de los pequeños de tres años. El Colegio La Purísima de Málaga nació hace casi un siglo para dar una educación a los niños sordos y ciegos pero desde hace ocho años abrió sus puertas a alumnos sin discapacidad y se ha convertido sin pretenderlo en un ejemplo de inclusión y atención a la diversidad. Una realidad que la profesora Nieves Rogo ha plasmado en el cortometraje ‘Del otro lado’ que acaba de proyectarse en el MaF del Festival de Cine de Málaga.

El objetivo de este proyecto, según explica esta maestra de Pedagogía Terapéutica del Peñón, Centro Rural Agrupado Guadalhorce de la Fundación Victoria, era intentar cambiar el paradigma de inclusión por el de diversidad. Hacer ver que la sociedad es diversa y que la diversidad no se entiende sin equidad, «que no es más que darle a cada uno lo que le corresponde, los recursos que necesita». «El corto nos hace ponernos del otro lado, porque deberíamos empezar siempre primero por los que tienen problemas», defiende.

Precisamente esto es lo que se practica en La Purísima, aunque hizo falta que Nieves Rogo pasara por allí para que tanto las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada como el actual director, Miguelo Batún, se dieran cuenta. «Para nosotros el corto ha sido un regalazo. Venimos aquí a trabajar con toda la ilusión del mundo pero no somos conscientes de lo que estamos haciendo porque lo tenemos normalizado», asegura Batún.

Normalización frente al eterno debate sobre un modelo educativo que atienda las necesidades de todos los alumnos. Integración, aulas o centros completos específicos, maestros ‘sombra’... Mientras se van haciendo «apaños» legales como describe Nieves Rogo, el Colegio La Purísima de Nueva Málaga ha experimentado una transformación ‘natural’ y ha dado cabida a todo tipo de alumnos.

Hasta 2003, todos los estudiantes eran sordos pero, al empezar a sobrar plazas, abrieron por primera vez un aula de autismo y otra para alumnos con parálisis. «Los profesores tuvieron que formarse, pero como estábamos dentro de la Educación Especial no nos dábamos cuenta de que estábamos haciendo inclusión», relata sor Encarna, directora titular del centro.

Hace ocho años, llegó el gran cambio: la apertura a alumnos sin ninguna discapacidad aunque sin perder la Educación Especial que marca el carácter de La Purísima.

Actualmente, los 264 alumnos se distribuyen en tres aulas de Educación Infantil, seis de Primaria y otras seis de Educación Especial, dos de autismo, otras dos de niños con plurideficiencias y dos para sordos. No sobran plazas.

El histórico edificio de la calle Doctor Escassi, que fue internado hasta hace una década, ha tenido que ser reformado para adaptarse a sus nuevos inquilinos y cuenta también con instalaciones específicas como un aula multisensorial para autistas u otra donde acuden los que tienen problemas motores.

Además, junto al equipo de profesores trabajan especialistas en fisioterapia, logopedia y psicología.

Aquí se realiza una inclusión «con sentido», como dice el director. «Yo quiero que los niños que vengan a este cole sean felices. Todos los niños», afirma, y subraya que para que la integración funcione se necesitan recursos. «Una inclusión donde un menor pueda estar atendido y tenga los recursos necesarios para que siga su proceso de aprendizaje y adquiera sus competencias al mismo ritmo que el resto de compañeros», apunta.

La profesora Mabel Rodríguez reafirma el mensaje de Miguelo Batún. «En el debate tras la proyección del corto hablamos no de inclusión, sino de atención a la diversidad. Nosotros damos a cada alumno lo que consideramos que necesita. A todos. Sin etiquetas».

Mabel sabe bien de lo que habla. Tras estudiar Educación Especial «sin nada de vocación», lleva ya 30 años en La Purísima, primero con los alumnos sordos y ahora con autistas. Coincide con su hermana Nieves, con quien colabora en el corto, en que hay que eliminar los prejuicios que nos impiden atender adecuadamente a la diversidad.

Para ello, no sería mala idea, apuntan, seguir el ejemplo de los alumnos de La Purísima, que ven con tanta naturalidad a los niños con necesidades especiales con los que conviven que hasta se ‘pelean’ por llevar las sillas y carros de los que sufren alguna parálisis.

La organización del centro es clave en este sentido ya que, por ejemplo, cada aula de Primaria está unida a un aula específica y los alumnos de uno y otro grupo realizan actividades juntos como el deporte. Igualmente, tampoco se hacen diferencias en las actividades a nivel de centro como festividades o salidas.

Por su parte, los padres también están satisfechos y son plenamente conscientes de la idiosincrasia del centro. Aunque al principio los que tenían hijos con alguna discapacidad temieron sentirse abandonados, pronto vieron que la Educación Especial continuaba teniendo su lugar relevante, lo que los nuevos también ven como un valor añadido. El siguiente paso podría ser una línea de Secundaria, que muchos padres ya están reclamando. La Purísima trabajará en ello como hasta ahora, sin alardear y con profesionalidad. Pensando en lo único que importa: los alumnos.