Gracias a la paciencia investigadora de Ana María Espinar, esta historiadora malagueña nacida en Córdoba ha rescatado historias tan sorprendentes como la de Linda, la perrita del hoy canonizado San Manuel González, obispo de Málaga.

Como explica, el fatídico 11 de mayo de 1931, cuando el palacio del Obispo fue incenciado, Linda se encontraba encadenada a una casita de madera, en un rincón del patio. Un muchacho logró liberarla pero el animal no se movió del sitio y fue un hombre el que cogió a la mascota y pudo sacarla de allí.

A la mañana siguiente un periodista la localizó, llena de quemaduras, en los jardines del Sagrario y se la llevó a su casa de Ciudad Jardín, donde la hija la curó. Los malagueños, con tino y buen humor, le cambiaron el nombre de Linda por 'Obispa'.

Ana María Espinar también ha rescatado una figura casi desconocida en nuestra ciudad, la de Fanny Medina Verdeja, primera licenciada en Medicina de Málaga y primera colegiada, que estudió la carrera en la Universidad de Cádiz entre 1911 y 1918 y que tuvo la desgracia de tener que reconocer el cuerpo de su padre, que se había suicidado.

Y qué decir de la visita de Miguel de Unamuno a nuestra ciudad, en diciembre de 1931 para impartir una conferencia en el Teatro Cervantes. Para el intelectual fue inolvidable porque nada más regresar a Madrid y poner el pie en la estación de tren, unos ladrones le robaron la cartera, con lo que perdió la documentación y las 200 pesetas en pago de la conferencia.

Estas y otras muchas vivencias, alrededor de 250, las ha recuperado Ana María Espinar en el libro 'Historias y anécdotas de Málaga y sus gentes', que acaba de publicar Ediciones del Genal.

Como detalla, se trata de un trabajo de cinco años que nació por casusalidad, mientras compartía anécdotas e historias en las redes sociales. «Nunca tuve la intención de escribir un libro. Empecé en las redes porque me gustaba la Historia, me metía en las páginas y al principio sólo absorbía lo que veía. Pero como desde que era niña me ha gustado leer la prensa, me di cuenta de que por internet tenía a mi disposición un montón de periódicos antiguos, había tantas noticias sorprendentes que me dije que por qué no las contaba en la red».

Y así, primero en el grupo 'Sólo fotos antiguas de Málaga' y luego en 'Historia de Málaga', los dos de Facebook, hace cinco años fue publicando estas historias. «La gente comenzó entonces a decirme que por qué no las recopilaba», explica.

Para reunir todo el material se ha valido de la prensa antigua digitalizada en archivos de Málaga y de la Biblioteca Nacional de España, pero también de una amplísima bibliografía, empezando por las publicaciones de Narciso Díaz de Escovar y fuentes como las precisas memorias de Antonio Guerola, gobernador civil de la Málaga de mitad del XIX. «Me encantó su obra, he rescatado algunas cosas que cuenta y que me parecen muy curiosas», destaca.

El arco temporal que cubren su historias va desde la década de 1830 -aunque especialmente desde 1850- hasta finales de la década de 1930, cien años repartidos entre dos siglos.

La investigadora, que ha sido durante 16 años profesora de Historia de España en el Centro Internacional de Español de la Universidad de Málaga, destacaque ha intentado ser lo más clara y concisa en las explicaciones, acostumbrada como está a dirigirse en clase a estudiantes extranjeros.

Una historia de película

Entre las anécdotas recopiladas que más le han llamado la atención menciona la del bandido y la actriz. Ocurrió en febrero de 1933, la famosa actriz Rosita Díaz Gimeno viajó a Málaga y se alojó en el hotel Caleta Palace, pero a los pocos días marchó a Ronda con el propósito de localizar en plena sierra al bandido Pedro Flores Jiménez, sobrino del famoso bandolero Francisco Flores Arocha, que había escapado del tiroteo en el que falleció su tío dos meses antes, en diciembre del 32.

La actriz quiso conocerlo porque en Francia iba a protagonizar una película sobre la vida del bandolero muerto a tiros. Para que nadie la reconociera en Ronda, se hizo pasar por inglesa y se colocó peluca y gafas. Sin embargo, mientras recorría en coche los pueblos de la Serranía en busca del sobrino bandido, se enteró de que el alcalde de Ronda había mandado detenerla, y la actriz tuvo que dejar la provincia a todo trapo.

El libro está dividido en bloques temáticos (Amores y desengaños, Historias de niños, Personajes...) y tienen especial peso las noticias de sucesos, por eso la historiadora reconoce: «Tendría para escribir una historia del crimen entera, porque a finales del XIX y principios del XX aquí todo elmundo tenía armas, había muchas reyertas y esto era un caos».

Entre esas historias, la de unos ladrones que en 1862 emplearon una técnica que, tristemente, todavía hoy sigue en boga: En la noche del 3 al 4 de febrero de 1862 asaltaron la joyería de Carlos Paur, de calle Nueva y lograron un botín valorado en diez mil duros.

Los ladrones entraron desde la alcantarilla, tras abrir un boquete en el suelo. Cuando la policía inspeccionó la joyería, se percató de que muy cerca había una casa cerrada. «Se comprobó que los cacos la habían alquilado días antes y habían abierto un agujero en el suelo que descendía hasta la alcantarilla y por allí habían ido a abrir el otro en la tienda». El 'final feliz' es que fueron detenidos en una casa del Camino de Vélez y se pudo recuperar el botín.

Y una historia tan real como truculenta ocurrida en 1836: un peligroso bandido de Sedella fue ahorcado en la plaza de la Merced (lugar de ejecuciones públicas como la plaza de la Constitución, recuerda la investigadora). Por la tarde, el verdugo descuartizó su cuerpo para que la cabeza pudiera exponerse como ejemplo a la entrada de su pueblo natal, en la picota, mientras que otras partes fueron repartidas a lo largo de la carretera de Málaga a Vélez.

Pero hay también en esta obra historias que despiertan una sonrisa, historias románticas o que desvelan cómo fue el primer día (el de la inauguración, de muchos rincones y monumentos de Málaga).

Ana María Espinar está convencida de que Málaga vive un auge de libros «sobre cosas malagueñas en general», de obras divulgativas que se apartan de los libros de Historia más tradicionales.

«La verdad es que en este libro hay historias que no tienen desperdicio. En estos cinco años ha habido momentos de divertimento y otros en los que ha sido complicado. Mi hija me decía si me merecía la pena tanto trabajo y creo que sí, porque es tu pasión, porque te gusta y lo haces a cambio de nada», confiesa.

Ya en las librerías, todo un caudal de historias de la Málaga de los siglos XIX y XX.