Una viejo chiste definía la mili como «no hacer nada a toda leche». Para muchos malagueños esta definición se ha extendido a todos los órdenes de la vida, de tal forma que las prisas invaden casi todo los momentos del día, sean o no productivos.

Una de las pruebas más evidentes las tenemos en los pasos de cebra, frente al semáforo en rojo, momento en el que tantos, en lugar de echar un vistazo a lo que les rodea, agachan la testuz para consultar el móvil, el tecnológico cordón umbilical de muchos.

Estas reflexiones vienen hoy al caso porque, como más de una vez hemos comentado en esta sección, los árboles son objetos invisibles para un número importante de malagueños, parte de un escenario vegetal que apenas es percibido, ni siquiera en primavera, cuando tantos de ellos florecen, como no sea para protestar por cómo dejan el suelo de perdido las jacarandas.

La pasada primavera nos deteníamos en uno de esos rincones 'invisibles', pese a su rotundidad. Hablamos de la rotonda junto a la gasolinera de Las Chapas, la plaza Aparejador Federico Bermúdez, presidida por una araucaria que, de haber sido originaria de España y no de Chile, en siglos pasados bien podría haber jugado algún papel religioso en nuestros pueblos prerromanos. No es el caso, el papel que juega en nuestros días es de ornamento de segunda, casi invisible. Una auténtica pena porque es una belleza, sobre todo cuando se recorta en un cielo con algunas nubes.

Muy cerca de la araucaria de Las Chapas se encuentra otro ejemplar digno de elogio, que alguna vez ha aparecido en este periódico. Y lo ha hecho porque hace 25 años, ya mereció salir en el libro 'Árboles de Málaga. Ejemplares notables de Málaga y su provincia'.

Se trata de la casuarina de Nueva Málaga, que escolta el barrio en la esquina de la calle Rosa con la larga cuesta del Carril de Gamarra.

Pese a ser de crecimiento rápido la casuarina de Nueva Málaga, una especie también conocida como pino de Australia, es muy posiblemente anterior a la urbanización de todo el contorno y tiene una copa majestuosa, que se puede admirar muy bien desde la zona de enfrente, la calle Palo Mayor.

A propósito de la calle donde se encuentra la causarina, Rafael Márquez, veterano vecino de Nueva Málaga, nos cuenta que se emplaza junto a un grupo de bloques llamados María Rosa, en recuerdo de la mujer del promotor de los edificios.

En un principio, cuando no había calles, los bloques se conocían únicamente con el número y fue el Ayuntamiento, cuenta Rafael, quien a tono con el nombre de la urbanización decidió ponerles a las calles circundantes variantes de este nombre; por eso, además de calle María Rosa, están las calles Rosa, Rosalía, Rosaura y Rosita. Todo un reto para el servicio de Correos.