Mirando atrás

Cristóbal Herrero: 90 años de servicio al prójimo

Compañero de clase del Rey Emérito, Cristóbal Herrero ha sido profesor de alemán en la Escuela Oficial de Idiomas y librero. En el movimiento internacional del leonismo desde los 80, fundó el Club de Leones Málaga-Limonar y ha sido gobernador de España de esta ONG.

Cristóbal Herrero, esta semana en El Limonar.

Cristóbal Herrero, esta semana en El Limonar. / Alex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Acaba de resumir toda su vida en las memorias ‘90 años en primera persona (1931-2021)’, que publicará en breve. Cristóbal Herrero García, un malagueño nacido en Zurgena (Almería), lleva buena parte de su vida ligado a la enseñanza y el servicio a los demás.

Hijo de Agustín, un agricultor con tierras y de Isabel, una generosa ama de casa que llevaba en el delantal comida para repartir a los pobres del pueblo, de la Guerra Civil que vivió de niño se le ha quedado grabada una imagen: «Nuestra casa estaba en el centro del pueblo, en una esquina, me asomé y a 50 metros vi cómo arrojaban los santos de la iglesia por una terrera y después los quemaban».

Cristóbal Herrero con 15 años.

Cristóbal Herrero con 15 años. / Archivo Cristóbal Herrero

Estudió en la escuela de Zurgena; a uno de sus maestros, Antonio Torrecilla, recuerda por su rigidez, algo que todavía agradece. Y de su paso por el Seminario de Almería, a partir de los 13 años y durante siete cursos, está muy satisfecho del estudio del latín, que llegó a hablar a la perfección, algo que le ayudó mucho en el aprendizaje de otras lenguas. «Todavía conservo el sermón en latín que tenía que predicar en Primero de Teología», comenta.

De hecho, se estrenó con los idiomas para el examen de Estado de Bachillerato: fueron rudimentos de alemán que le sirvieron a continuación para dar clases en su pueblo, mientras ayudaba a su padre, «aunque por entonces no sabía decir ni ‘buenos días’ en alemán», sonríe.

El joven Cristóbal Herrero, con un amigo en el Colegio Mayor Antonio Rivera de Madrid.

El joven Cristóbal Herrero, con un amigo en el Colegio Mayor Antonio Rivera de Madrid. / Archivo Cristóbal Herrero

En ese tiempo estudió por libre Derecho (que no terminó) y Magisterio (que finalizó) y en el 56 marchó a Madrid, donde se matriculó en Filosofía y Letras. 

Durante esos años se alojó en el nuevo Colegio Mayor Antonio Rivera, que exigía a los alumnos que trabajaran mientras se sacaban la carrera. Entre los trabajos en los que se embarcó, campos de trabajo en el Pozo del tío Raimundo y hasta un curso de tornero, «el primero que se hizo de la FP acelerada en España».

Jesús Hermida y Don Juan Carlos

Como curiosidad, su compañero de habitación fue el futuro periodista Jesús Hermida, a quien recuerda como un joven «muy inteligente». Hermida compartió asignaturas con Cristóbal, igual que el futuro príncipe Juan Carlos, que se unió a su clase en el curso 60/61. «Era una clase con todo mujeres, yo era el único alumno y en los descansos me tejieron un jersey. Cuando el Rey lo vio les dijo que quería uno también pero ellas dijeron que les tenía que dar dinero porque eran estudiantes, y don Juan Carlos dijo que no tenía, así que cuando fuimos a verlo en audiencia con motivo del 25 aniversario de la promoción, le regalamos un jersey», sonríe.

El príncipe Juan Carlos, en la clase de Cristóbal Herrero en el curso 60/61.

El príncipe Juan Carlos, en la clase de Cristóbal Herrero en el curso 60/61. / Archivo Cristóbal Herrero

Fue terminar la carrera en el 61 y uno de sus profesores, Manuel Ballesteros, que había sido nombrado gobernador civil de Tenerife, le propuso marcharse como su secretario a Canarias. «Estuve unos años como un príncipe. Allí el capitán general y el gobernador tenían entradas libres en todos los sitios públicos. No me perdí ningún partido del Tenerife, que por entonces estaba en Primera».

Una mala contestación del gobernador al ministro Camilo Alonso Vega supuso su destitución, pero Cristóbal Herrero continuó en Tenerife ejerciendo de profesor en varios centros y hasta dirigió un novedoso colegio hispano inglés. El almeriense se había casado en 1968 con su novia Carmen Acosta y en 1971 decidieron dejar las islas y establecerse en Málaga.

En nuestra ciudad no paró de trabajar: ese mismo año fue uno de los primeros profesores de alemán de la nueva Escuela Oficial de Idiomas de Málaga, además, empezó a impartir clase de Geografía e Historia en el León XIII y abrió la Librería El Palo, cerca del mercado del barrio. Y gracias a un amigo de Madrid, su librería, que estuvo abierta unos 15 o 20 años, tuvo la exclusiva de los libros de Santillana para la provincia.

Con un amigo ruso en la zona fronteriza de la RDA, en 1988.

Con un amigo ruso en la zona fronteriza de la RDA, en 1988. / Archivo Cristóbal Herrero

Por esos años, por cierto, comenzó a viajar los veranos a las dos alemanias (la RFA y la RDA)para formarse en el idioma. De sus veranos en la RDA lo que más recuerda es «la pobreza compartida», con esas compañeras polacas que aprovechaban la estancia en el país para comprar botas, que escaseaban en el suyo o lo poco que abundaban las pelotas de tenis, deporte que practicaba.

El Club de Leones

El año 86 fue muy significativo en su vida porque aprobó las oposiciones en la Escuela Oficial de Idiomas, que no se prodigaban mucho y también porque descubrió la organización internacional de los Clubes de Leones.

«A mí me gustaba ayudar y servir a los demás, empiezo a investigar y a través de una compañera contacté con un farmacéutico del Club de Leones de Málaga y entré. Estaba en calle Reding y era el único que entonces existía en Málaga», recuerda.

Con esta ONG internacional pudo volcar su vocación de servicio. En 2005 fundó el Club de Leones Málaga-Limonar, el de su barrio y también fundó el de Huércal-Overa, «cerca de mi pueblo».

Por otro lado, a lo largo de 2015 tuvo la satisfacción de ser el gobernador de uno de los dos distritos en los que los Leones dividen España y visitar todos los clubes.

En Hawai, cuando fue nombrado gobernador de uno de los dos distritos de España de los clubes de Leones.

En Hawai, cuando fue nombrado gobernador de uno de los dos distritos de España de los clubes de Leones. / Archivo Cristóbal Herrero

Cuando echa la vista atrás, este padre de cuatro hijos que tanto ha viajado, trabajado y ayudado a los demás comenta con humildad que ha tenido una vida «curiosa».

En enero cumplirá 91 años y sigue lleno de vitalidad. A su juicio, hay tres cosas imprescindibles para mantenerse joven, diga lo que diga el DNI: «Buena alimentación, comunicación con los demás y deporte». Cristóbal Herrero juega al golf y en un campito que compró hace unos años encuentra «distracción y ejercicio». 90 años le contemplan y muy pronto su intensa vida será digna de un libro.

Foto de familia con su mujer, hijos y nietos en el Miramar, en las navidades de 2020.

Foto de familia con su mujer, hijos y nietos en el Miramar, en las navidades de 2020. / Archivo Cristóbal Herrero