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Innovación

Banderas ensalza la magia de "Company" y advierte del riesgo de que la tecnología se coma a la narrativa

El actor malagueño abre los actos de la Mobile Week con una charla sobre la aplicación de las nuevas tecnologías a las artes escénicas

Banderas ensalza la magia de "Company" y advierte del riesgo de que la tecnología se coma a la narrativaÁlex Zea

El actor Antonio Banderas ha sido el encargado de arrancar los actos programados para la Mobile Week de Málaga con la charla "Aplicación de las tecnologías en las artes escénicas" en la que ha estado acompañado por el diseñador de videoescena Joan Rodón, encargado del diseño de vídeo del musical "Company", actualmente en escena en Teatro del Soho. Banderas ha recordado la estrecha relación que mantienen la tecnología y el teatro desde la época de los clásicos griegos, y ha afirmado que, actualmente, el reto es saber usar la tecnología para crear ambientes y sentimientos aunque jugando siempre en un juego de "equilibrios y balances" y evitando el riesgo de que todos estos efectos técnicos "se coman la narrativa".

El también director, productor y empresario malagueño ha explicado al público presente en la charla que "Company", el gran clásico de la comedia musical, obra de Stephen Sondheim y George Furth, cuenta con un gigantesco escenario rotatorio compuesto por tres anillos que permite generar efectos "muy cinematográficos" como caminar sin avanzar con el escenario de Nueva York al fondo o imitar efectos de lluvia o nieve. No obstante, ha recalcado que todos esos elementos deben estar al servicio de la historia, de la narración, de los personajes y del sentimiento, aunque la tecnología sea un gran herramienta a la hora de moldear nuestra percepción de la realidad en un escenario teatral. "No queríamos que el escenario se comiera al musical, que no se llama Giratorio, sino Company", ha bromeado.

El actor ha recordado que el recientemente fallecido Stephen Sondheim, creador del musical "Company", se formó como matemático, algo que quizás se observa en el engranaje de piezas que forman un espectáculo aparentemente simple en el que una compleja tecnología está al servicio de la magia que el público siente en cada función. El dramaturgo también creó durante años los crucigramas en el periódico The New York Times.

Banderas ha apuntado que en "Company" usan la tecnología para resaltar estados de ánimo a través de la iluminación (incluso la muerte) o para compaginar la narrativa, que en la obra está secuenciada a través de diversos sketchs que recorren los recuerdos fraccionados de Bobby, el protagonista al que interpreta el actor, en el Nueva York de los años 70. Otro uso intenso de la técnica es el relacionado con la música y el sonido, ya que la obra cuenta con 40 personas en el escenario (14 actores y 26 músicos), obligando a un continuo ajuste de los volúmenes para evitar acoplamientos entre los instrumentos de la orquesta y las voz de los actores. "Es muy complicado, porque se puede colar el paso de las horas de la partituras o una tos. Estamos subiendo y bajando micrófonos continuamente", ha señalado.

Sobre la presencia de los músicos en el escenario, Banderas ha admitido que temían que "distrajeran la atención del público", ubicados en distintos niveles en unas estructuras que recuerdan a las escaleras de incendios de los edificios, pero "cuando se empezaron a encender los atriles de los músicos, parecía que les daban vida a los apartamentos de Nueva York donde vive la gente".

"La tecnología es increíblemente tóxica, porque puedes abandonar la esencia pura. Una canción buena suena con una guitarra y un tío cantando en la playa. En este espectáculo hemos sido conscientes de eso, y no queríamos alucinar al público con un aparato tecnológico porque habríamos perdido la esencia", ha aseverado.

Bajo la dirección de escenografía de Alejandro Andújar, se ha creado "un espacio inmersivo, casi museístico", rodeado de los edificios de Nueva York, "como colmenas en las que vive la gente", en el que la luz es distinta durante las 24 horas del día y donde llueve, nieva, se aprecia el resplandor de un coche de la Policía o transita el Metro en el subsuelo. El objetivo es buscabar "una realidad semianalógica y semidigital, para no perder el tacto a ese mundo setentero", con el objetivo de "hacer un espectáculo muy simple, como un teatro de niños, pero que engancha muy bien con la sofisticación que hay alrededor".

Por su parte, Rodón ha dicho que Nueva York "es el personaje número 15 de la función, y responde emocionalmente al estado de ánimo de Bobby". A su juicio, este espectáculo "no se podría haber hecho así hace cuatro o cinco años", al contar con dos proyectores principales de 30.000 lúmenes cada uno que "llenan 150 metros cuadrados de pantalla". Rodón dice que han invertido "mucho tiempo y mucha energía para que el resultado sea mágico".

Rodón ha coincidido con Banderas en que "el reto era no comernos con los efectos lo que ocurriera aquí, sino apoyarlo desde abajo".

"Tuvimos la tentación al principio de llenar la pantalla de efectos y pasarnos de vueltas", ha admitido Rodón, que ha recordado que la historia sucede en los años 70, "una época completamente analógica", y finalmente optaron por fotografías reales de edificios neoyorquinos, impresas en telas en alta resolución, sobre las que se proyectan esas transformaciones.

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