Crónicas de la ciudad

Próspera red de alcorques vacíos en la calle España

Pese a que es una vía de una extensión modesta, hace tiempo que se fueron a por tabaco y no volvieron once árboles. Los peatones pagan las inocentada

Alcorques vacíos en la calle España.

Alcorques vacíos en la calle España. / A. V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Explorados todos los rincones de nuestro planeta, salvo el área cerebral en el que algunos dignatarios esconden la sensatez, Julio Verne lo pasaría hoy canutas para sorprender al respetable con sus novelas sobre lugares ignotos. Cualquier rincón que saliera de su magín, seguramente habría sido ya ofrecido en forma de raudo videoclip por ‘Callejeros viajeros’.

Por eso, en esta sección optamos hoy por no hollar horizontes lejanos sino por volver a una calle de El Palo que costó sudor y lágrimas incorporar al viario municipal en su actual extensión, pues fue una reclamación vecinal la que consiguió prologar la calle España, que no tenía salida, para conectarla con la calle Antonio Trueba. La conexión se logró mediante la cesión de terreno de la vecina urbanización Villa Cristina, la antigua finca de recreo del industrial Ruperto Heaton Hommer, el dueño de la fundición La Esperanza, en Huelin (estaba a la altura de la glorieta de Antonio Molina).

En octubre de 2020 esta sección se dio una vuelta por la calle con el nombre de nuestro país para constatar que los peatones lo tenían crudo para andar por ella.

Ya no sólo por la acumulación de coches aparcados de cualquier manera en horas de entrada y salida del vecino Colegio San Estanislao y de una guardería infantil, también por la presencia de una palmera reseca que obstaculizaba la vía con su esmirriado ‘plumaje’.

La denuncia de la situación surtió efecto parcial y el distrito taló la palmera, fenecida hacía algunos años, medida que fue muy de agradecer.

Pero el resto de deficiencias continúa, sobre todo que, para tratarse de una vía tan corta, de su domicilio faltan once árboles, palmera incluida.

En su lugar, como pacientes plantas insectívoras, los once alcorques vacíos aguardan a que algún peatón desprevenido meta la pata y se pegue eso que en Málaga, de forma tan descriptiva, se conoce como «un vejigazo», entre otras muchas denominaciones.

Cierto que la ciudad dispone de un plan de alcorques, pero desde luego a este rincón ganado por los vecinos no ha llegado aún.

Cuando llueve, hay que imaginar estos once agujeros llenos de agua como maquetas de algún paisaje finlandés cuajado de lagos.

Así que, eliminada la palmera, sigue siendo imprescindible para el peatón lanzarse al asfalto, sobre todo si va con niños pequeños, no vayan a caer en uno de los once taimados alcorques que aguardan, sin prisa, a su presa.