Mirando atrás

Juguetes inolvidables, sin fecha de caducidad

El Museo Andaluz de la Educación de Alhaurín de la Torre, premio Manuel Bartolomé Cossió 2021 al mejor museo de la educación de España, estrenó la víspera de Reyes una exposición de juguetes de los años 50 a los 90 que puede verse hasta el 28 de febrero

José Antonio Mañas, esta semana con algunos de los juguetes de la muestra.

José Antonio Mañas, esta semana con algunos de los juguetes de la muestra. / Alex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«Son objetos de nuestra infancia que no quisimos dejar ir y que conservamos con mucho cariño», explica José Antonio Mañas comisario del Museo Andaluz de la Educación. Y para dejar constancia del cuidado con el que este malagueño del 59 ha conservado los juguetes de su niñez, muestra un Scalextric en perfecto estado de revista, caja de embalar incluida, con unos mandos rojos, antecesores de modelos más avanzados, y unos coches listos para salir raudos, marca Chaparral y Porsche.

El Scalextric es el simbólico arranque de la exposición que desde la víspera de Reyes y hasta el último día de febrero puede verse en el Museo Andaluz de la Educación (MAE), en Alhaurín de la Torre, un espacio de visita gratuita que con tan sólo dos años de vida ya cuenta con el premio Manuel Bartolomé Cossío 2021 al mejor museo de la educación en España.

Y para demostrar que se adapta a cualquier circunstancia, cuando a finales de diciembre se conoció que no habría cabalgata de Reyes a causa de la pandemia, «quisimos empezar 2022 con una exposición muy especial», explica este vecino de Alhaurín de la Torre cuyos fondos nutren buena parte del contenido del museo.

Modelos de bicis de los años 60, 70 y 80.

Modelos de bicis de los años 60, 70 y 80. / Alex Zea

Y así, «en apenas una semana» se montó la exposición ‘Juguetes de nuestra infancia’, un repaso a juguetes que han marcado la vida de niños y niñas desde los años 50 a los 90. En la muestra hay juguetes conservados por el propio José Antonio desde niño, pero también de sus hijos y de vecinos de Alhaurín de la Torre y otros rincones de Málaga, que han querido colaborar.

Muchos de ellos, destaca el comisario, «los traían los Reyes y era el único día del año en que recibías juguetes de calidad o de un valor; el resto del año, en los cumpleaños y otras fiestas recibías un detalle más sencillito». Y por supuesto, aún no había ni rastro de Papa Noel y su uniforme ‘rojo Coca-Cola’.

Uno de esos regalos regios de la infancia de José Antonio Mañas, tan especiales, es el juego ‘Rescate espacial’ de Luis Congost, del que se exhibe la primera versión de 1968, un juego con el que el niño manejaba un helicóptero para rescatar a un astronauta recién llegado a la Tierra en su módulo espacial. «Fue Premio Nacional del Juguete», destaca.

El soberbio garaje de coches Rima y los coches de la casa Rico, comparten espacio con el tren de Geyper, la empresa de los famosos Geyperman, aunque no falta una representación de los muñecos Madelman ni por supuesto, de los clics de Famobil.

Muñecas de varias generaciones, desde al Mariquita Pérez a las Bratz.

Muñecas de varias generaciones, desde la Mariquita Pérez a las Bratz. / Alex Zea

Y en esta exposición hay un rincón para muñecas de varias generaciones, empezando por la Mariquita Pérez, que cede el testigo a la Nancy, su prima Lesly, Nenuco y ya en los años 90, a las Bratz y sus llamativos ojos ‘manga’, culmen del diseño de la época.

Para niños de ambos sexos son las bicis, de las que hay una pequeña representación con un precioso triciclo de los años 60, un patinete de los 70 y de comienzos de los 80, una Torrot plegable y una GAC parecida a la famosa ‘Motoretta’.

Y de pequeño tamaño están, algunos sin abrir, los sobres de Montaplex, «los huevos kinder de la época», que se compraban en los kioscos y podían contener indios y vaqueros y soldados de la II Guerra Mundial, entre otros personajes.

Sobres Montaplex

Sobres Montaplex / Alex Zea

Tampoco faltan los juegos de mesa como los Juegos Reunidos Geyper, el clásico español Palé, el Scrabble o la evolución de este, el Intelect. Como subraya el comisario del museo, «los juegos y los juguetes te enseñan a socializar, a compartir, aprendes a ganar y a perder, a trabajar en equipo y a desarrollar la imaginación».

Hay además un apartado para los videojuegos, de la mano de la famosa consola Atari con sus cartuchos para jugar a los marcianitos (’Space Invaders’) y la Game Boy, la estrella de los 90, y sus posteriores versiones.

Por cierto que la última adquisición en llegar, mientras La Opinión visitaba la muestra, es un paquete que al abrirlo José Antonio desvela que se trata del Simon de MB juegos, para desarrollar la memoria y que se incorporará a la exposición. Otros, por cuestión de espacio, se conservan en los almacenes como el famoso Fuerte Comansi o la Enciclopedia Eléctrica, que todavía funciona.

En los almacenes del museo se conserva el Fuerte Comansi y una Enciclopedia Eléctrica que sigue funcionando como el primer día.

En los almacenes del museo se conserva el Fuerte Comansi y una Enciclopedia Eléctrica que sigue funcionando como el primer día. / Alex Zea

La máquina de vapor

Además del subbuteo -el fútbol de mesa-, míster Potato, el Ibertren, yoyós y diábolos, una de las joyas de la colección es una máquina de vapor de la marca Wilesco, un juguete de importación «que era una chulada, un juguete muy caro que producía vapor de verdad:llenabas la caldera de agua, le metías una pastilla de encender el fuego, producía vapor y accionaba la máquina».

En el apartado de los juegos técnicos uno de los juguetes que marcaron la adolescencia de José Antonio Mañas es el microscopio 2002, con el que, con 13 o 14 años, examinaba el mundo en miniatura que se escondía «en el ala de una mosca o en una gota de sangre».

El microscopio, que conserva hasta la cinta adhesiva de la caja, fue el inicio de un coleccionismo de aparatos técnicos que hoy llega a los 900 objetos, la mayoría del siglo XIX y el arranque del XX y que el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre tiene el propósito de mostrar al completo en la actual sede del museo, el antiguo Hogar del Productor, en calle Ermita, 29, donde los agricultores recibían formación técnica.

El motivo es que el museo crecerá con una segunda sede, el histórico edificio de la Casa del Conde, de propiedad municipal, que albergará toda la parte de Humanidades y quién sabe si también habrá espacio para juguetes del pasado, pues como destaca José Antonio, el propósito inicial de esta exitosa aventura museística fue incluirlos, aunque hubo que desistir por falta de espacio.

Mientras llega esa deseada ampliación, el MAE ya tiene previstas tres exposiciones temporales para este año sobre las poesías escolares, las lecciones del cuerpo humano y una muestra sobre la fotografía y el cine. La clase sigue abierta.

Varios modelos de cines infantiles y unos 'walkie-talkies' Radiocomand.

Varios modelos de cines infantiles y unos 'walkie-talkies' Radiocomand. / Alex Zea