De nuevo estamos en el Ártico, pero esta vez en pleno invierno y durante la llamada «noche polar». En mi caso es la segunda vez que vengo a Svalbard en invierno, pero la primera en la noche polar. A finales del pasado mes de septiembre, unos días antes de regresar a Málaga de la anterior expedición, iniciamos los contactos para emprender una nueva campaña de investigación ártica, pero esta vez durante el período de ausencia de luz solar. Más tarde, en noviembre, se confirmó la presencia de un equipo de cuatro buceadores del Instituto Alfred Wegener para Investigación Marina y Polar de Alemania que tenían como misión realizar el mantenimiento de aparatos científicos de medición alojados en el fondo del mar. Finalmente, la primera semana de enero de 2022 se pudieron concretar las fechas del viaje. La expansión de la nueva variante del Covid-19 modificó los requisitos que las autoridades noruegas imponen para viajar a Svalbard.

¿Qué es la noche polar?

En las latitudes altas, cerca de los polos, tanto en el hemisferio norte como en el sur, el ciclo solar luz-oscuridad es diferente a lo que conocemos en nuestra región. Aquí hay cuatro meses continuos de luz solar, desde mediados de abril a mediados de agosto, en los que el sol está siempre presente; posteriormente hay dos meses en los que los días se van acortando, de manera que el 21 de septiembre hay ya 12 horas de luz y 12 de oscuridad, hasta aproximadamente el 15 de octubre, en que el sol desaparece bajo el horizonte. Ahí comienza la ‘noche polar’. Cuatro meses sin luz solar, y cuanto más al norte, mayor es la oscuridad. Nosotros estamos en el paralelo 79 Norte, a poco más de 1.000 km del Polo Norte geográfico; Málaga está en el 36 Norte (a modo de aclaración, el Ecuador es 0 grados de latitud, y el Polo Norte se encuentra en los 90 grados de latitud Norte). A partir del 15 de febrero empezará a aparecer el Sol de nuevo, primero apenas unos minutos al día; rápidamente las horas de luz se irán alargando, de manera que el 21 de marzo volverá a haber 12 horas de luz y 12 de oscuridad, retornando a las 24 horas de luz a mediados de abril. De esta forma, en esta zona durante 4 meses al año el sol está presente en el cielo las 24 horas del día, y durante otros 4 meses nunca se eleva por encima del horizonte y hay oscuridad casi total.

Esta nueva campaña en el Ártico tiene una duración de 2 semanas, más 5 días de tránsito (2 para llegar a la base científica de Ny-Ålesund, y 3 para volver a Málaga). En esta época del año las conexiones de vuelos son más difíciles que en verano, y tenemos que hacer varias noches por el camino, tanto a la ida como a la vuelta. A la ida hemos pasado noche en Oslo, y hemos tenido algún leve percance con el vuelo de Tromsø a Longyearbyen, ya que el avión tuvo algún problema hidráulico antes del despegue. Esto nos retrasó una hora, y llegamos muy justos a Longyearbyen para tomar el transporte a Ny-Ålesund. Solo hay vuelo a la base dos días por semana, así que si pierdes el que tenías asignado tienes que esperar como mínimo 3-4 días hasta el siguiente (y eso siempre que queden asientos libres).

En esta parte del planeta, como ya se ha comentado en artículos anteriores, no hay árboles y la mayor parte del sistema natural depende de los bosques marinos; incluso hemos visto renos alimentándose de las algas que el oleaje arrastra hasta las playas. Nuestro objetivo en esta expedición es analizar estos bosques de algas al final del periodo de prolongada oscuridad, y estudiar su estado fisiológico y metabólico. Para las algas, que dependen de la luz del Sol para hacer la fotosíntesis como cualquier otra planta, el hecho de que aquí haya más de 4 meses de oscuridad continua es un gran reto de adaptación evolutiva, y han desarrollado mecanismos genéticos que les permiten sobrevivir la larga noche polar.

El aumento de temperatura del mar en invierno en el Ártico (1,6 C más caliente cada década, lo cual quiere decir que en el tiempo en el que trabajamos aquí la temperatura del agua ha aumentado entre 3 y 3,5 grados), hace que sus reservas se consuman antes. Queremos saber si el calentamiento global afecta a su supervivencia durante la falta de luz solar. Ya comprobamos anteriormente, por medio de experimentos de laboratorio que hicimos en Málaga, que esto es así (Gordillo, Carmona y Jiménez en https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmars.2021.750209/full), y que algunas algas polares expuestas a una temperatura 4 grados centígrados por encima de la actual ven reducida su supervivencia durante el periodo de oscuridad.

La nieve lo cubre todo en esta época del año. | LA OPINIÓN

El problema de la oscuridad

Ahora necesitamos saber qué pasa en realidad en la naturaleza. Nadie ha hecho este tipo de análisis antes. Hasta hace unos años estos experimentos no se podían realizar in situ ya que los buceadores no se aventuraban en las frías aguas polares en esta época del año, y a que los fiordos estaban cubiertos de hielo hasta mayo o junio. Ahora no hay tanto hielo y podemos recoger las algas para su estudio. Sin embargo, la oscuridad reinante impide largos desplazamientos por mar fuera de la base científica. De hecho, únicamente dos embarcaciones tienen permiso para operar en el mar en estos momentos, y una de ellas es la de los buceadores. En estos días, además, no hay Luna, por lo que durante las noches reina una oscuridad absoluta. Un hecho que llama mucho la atención es ver las estrella en el cielo de día, y tener la osa mayor y la estrella polar casi encima de nuestras cabezas ya que estamos muy al Norte.

Trabajar en condiciones de oscuridad permanente no es fácil. En primer lugar, debes aislarte del ritmo circadiano de día-noche, porque no hay día. Te riges por el reloj y por las horas de las comidas. En este momento somos unas 45 personas en la base, de los que apenas una docena somos científicos. El resto es personal de administración y mantenimiento. Nuestra rutina es lo más estable posible. Desayunamos a las 07.30, empezamos a trabajar a las 08.00, hasta las 12.00 que es el almuerzo. Luego reanudamos a las 13.00 hasta las 16.30 o 17.00 que es la cena, y luego nos quedamos haciendo fundamentalmente trabajo de ordenador, repasando planes y teniendo reuniones con los otros científicos y los buceadores hasta las 22.30 o así.

Si tenemos un rato, nos damos un paseo (¡a unos 25 grados bajo cero!) y tomamos fotos y vídeos para nuestro perfil de Twitter (@dynarctic), donde los lectores pueden hacer un seguimiento de nuestras actividades.