Síguenos en redes sociales:

Mirando atrás

Regreso al milenario Cerro del Villar de su descubridor

El pasado septiembre, el arqueólogo Juan Manuel Muñoz Gambero pudo regresar al yacimiento fenicio del Cerro del Villar, que descubrió en 1965 y excavó durante cuatro campañas, con motivo de las nueva excavación en esta ciudad fenicia única en el mundo

Regreso al milenario Cerro del Villar de su descubridorAlex Zea

Cuando el pasado 19 de septiembre, invitado por el alcalde Francisco de la Torre y por el arqueólogo José Suárez, volvió al Cerro del Villar, no pudo evitar emocionarse al pensar en sus compañeros ya fallecidos, con los que excavó en este mismo rincón de Málaga hace más de medio siglo. «Conformamos un equipo impresionante de trabajo», explica esta semana el arqueólogo malagueño Juan Manuel Muñoz Gambero, que recuerda que descubrió el que hoy es el yacimiento de una ciudad fenicia casi completa y única «el 20 de diciembre de 1965 a las 12 de la mañana».

Juan Manuel Muñoz Gambero durante la visita al yacimiento fenicio del Cerro del Villar el pasado 19 de septiembre, con el alcalde Francisco de la Torre, el rector José Ángel Narváez y el director de la campaña José Suárez, entre otros.

Los hermanos Jerez, miembros de su Grupo de Investigaciones Arqueológicas y Espeológicas, que estaban montando un tendido eléctrico, le mostraron unas piezas que habían encontrado en un cañaveral de la fábrica de la Azucarera, junto al Guadalhorce.

Juan Manuel recuerda que, tras ver las piezas, acudió de inmediato al lugar con traje de chaqueta marrón y corbata roja y que al ver que se aproximaba el tren de Coín, que pasaba por esos terrenos por una elevación, perdió el equilibrio y cayó por el terraplén.

Poco le importó, el cañaveral estaba lleno de fragmentos de cerámica e incluso a los pocos días de esa primera visita localizó un anillo de plata con un escarabeo, eco de un comercio milenario con Egipto.

El joven arqueólogo, en el cañaveral del Cerro del Villar el 20 de diciembre de 1965, la mañana del descubrimiento.

El joven arqueólogo no lo dudó. «Teníamos la percepción de que estábamos en un asentamiento fenicio de gran relevancia al encontrar el anillo» y eso que, por entonces, del pasado fenicio de Málaga sólo había testimonios en los textos antiguos pero no pruebas físicas, remarca.

Compartió el descubrimiento mostrando algunas de esos fragmentos a los expertos de la Málaga de entonces, entre ellos Juan Temboury, Simeón Giménez Reyna, Pablo Solo de Zaldívar y Eduardo Ortega. La reunión tuvo lugar, como en otras ocasiones, en la ferretería de Juan Temboury y cuando sostuvo que era material fenicio, le dijeron que estaba confundido.

Anillo con el escarabeo egipcio.

Pero el arqueólogo malagueño fue a más, porque al año siguiente, como director de la primera campaña de excavación en el Cerro del Villar, a la vista de los hallazgos sostuvo, y así lo declaró ante la prensa, que el yacimiento se correspondía con la primera Malaka fenicia. «Y se armó el dos de mayo, el tres y cuatro», ironiza.

Juan Manuel Muñoz Gambero remarca que la historiografía del Mundo Antiguo mencionaba la colonia fenicia de Malaka al lado de un gran río, que se correspondería con el hoy Guadalhorce, confederada con los pueblos río arriba. «El que conocemos hoy como río Guadalmedina no tenía entidad en esa época, era una torrentera que cuando no llovía no era nada», argumenta.

Su afirmación, sin embargo, le trajo problemas de nuevo con el grupo de expertos, que sostenía que los restos eran griegos y no fenicios, de ahí que el gobernador civil le pidiera que no hiciera más declaraciones a la prensa. «Pero tenía concertada una entrevista con La Tarde. Al día siguiente, dos policías fueron a mi casa a buscarme», comenta.

El arqueólogo malagueño en 1966, cuando dirigía las primeras excavaciones del yacimiento.

El descubridor del Cerro del Villar pasó entonces a ser subdirector y se encargó de dirigir las excavaciones Antonio Arribas Palau, especialista en Prehistoria.

Durante esos dos años y cuatro campañas, los trabajos de Muñoz Gambero y su equipo encontraron piezas tan relevantes como un plato pescatero de barniz rojo, localizado «en el estrato de arriba, no había nada más arriba» y que pudieron datar entre finales del siglo VI y comienzos del siglo V antes de Cristo, «que es efectivamente el momento crítico de abandono de la ciudad», remarca. A este respecto, y sin desmerecer las catástrofes naturales, recuerda que hacia el 535 a.C. los cartagineses «quieren quedarse con toda la ribera del Mediterráneo» y es un contexto que también se debe tener en cuenta.

La cocina improvisada

Y con respecto a las catástrofes, recuerda que ya durante sus campañas pudieron localizar «tres grandes inundaciones». Tras la última de ellas, la colonia fenicia subsistió un tiempo con lo que tenían a mano, como lo demostró el hallazgo de «una vasija boca abajo que utilizaron como cocina».

En relación con el posible tsunami que provocó el traslado de la ciudad, su teoría es la que comparten otros expertos de que, más que un tsunami, sería la conjunción del desbordamiento del río «con un gran Levante y eso hace que entre toda esa avalancha de agua se inunde el poblado».

Excavación en el yacimiento fenicio en 1966.

Entre las piezas arqueológicas localizadas en esas primeras campañas, en las que en el talud del tren ya se toparon con importantes «estructuras murarias de dos o tres metros», destacan unos hornos púnicos, vasijas empleadas como linternas para la proa de las embarcaciones, una paleta cosmética femenina, anzuelos, una flecha -posiblemente empleada para la pesca de grandes pescados- y crisoles pequeños para fundir bronce y pilas salsarias («el garum es fenicio no romano», apunta). Además, también localizaron cerámicas grietas, etruscas y un fragmento de olpe (jarra de asa alta) de Chipre del siglo VIII a.C.

No fue hasta los años 80 cuando las excavaciones de María Eugenia Aubet respaldaron la teoría de la Malaka fenicia. «Fíjate lo que tuvimos que esperar», comenta.

Con los años, Juan Manuel Muñoz Gambero también se preocupó de diseñar un proyecto de parque arqueológico que presentó a a la Junta, con un gran centro de interpretación de la ciudad y del Mediterráneo Occidental, «para que aquí vengan cientos de visitantes y turistas». El arqueólogo no descarta en absoluto que la ciudad termine siendo más grande que Gadir.

Por otro lado, aprovecha para agradecer al alcalde de Málaga y a José Suárez la invitación al Cerro del Villar, así como a Pedro Martín-Almendro, presidente de la Asociación Internacional de Tiro para España.

Para terminar, quiere lanzar un mensaje: «Hay que apoyar a Pepe Suárez porque representa la nueva generación capaz de culminar la investigación que comencé en 1966 y que continuó María Eugenia Aubet», subraya.

Pulsa para ver más contenido para ti