Crónicas de la ciudad

Riesgo de salto en la Travesía del Pintor Nogales

Desde hace al menos año y medio, la importante fractura de unas losas en plena cuesta, por el trasiego de vehículos pesados, multiplica el riesgo de caída y salto en esta transitada, emblemática y sosa vía

Las losas rotas, ayer a primera hora de la mañana.

Las losas rotas, ayer a primera hora de la mañana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Había muchas formas de mejorar la Travesía del Pintor Nogales y nuestros gestores públicos escogieron una de las más sosas. Se llegó a hablar de un jardín vertical en el muro que soporta el Paseo de Don Juan Temboury pero la solución final fueron unas planchas de madera y en el inicio de la travesía, unos versos de Vicente Aleixandre que, siguiendo la tradición de las inscripciones públicas malaguitas, lucieron muchas erratas, luego corregidas.

Y por la decisión de un arquitecto imbuido por la pobreza franciscana, se optó por dejar una sobria lengua de tierra apelmazada al pie del maderamen. Con el paso del tiempo, este espacio se ha convertido en un terrizo desmenuzado por la lluvia, con la caprichosa orografía de los Cárpatos. Mejor no hollarlo.

El terrizo compacto, en franca desmejoría.

El terrizo compacto, en franca desmejoría. / A.V.

En verano, por cierto, este importante paso escoltado por el Palacio de la Aduana y la Alcazaba se convierte en una ‘isla de calor’ de esas que, tristemente, nos están dando fama en España por ser Málaga una ciudad puntera, abierta, cultural y de moda pero a la vez, con una cubierta vegetal más afín a una ciudad de Etiopía que de la Unión Europea. El día que nuestros cargos públicos tengan más querencia por la Botánica que por las inmobiliarias, la ciudad mejorará de forma exponencial.

Y hablando de saltos, los aficionados al Atletismo recordarán que en las carreras más raudas se colocan unos ‘tacos de salida’ en los que los velocistas apoyan los pies para salir mejor. Al parecer, antes de este invento se solían cavar pequeños agujeros en la pista para que hicieran esta función.

Pues bien, desde hace tiempo, como mínimo desde noviembre de 2021, en la Travesía del Pintor Nogales, frecuentada por camiones del tonelaje más variado, aparecen cíclicas roturas en las losas del piso, no hay otra mientras no la transiten únicamente personas a pie.

En esta ocasión, permanecen en el centro de la cuesta dos losetas con aspiraciones de falla tectónica. El resultado para el que las pisa -algo que hizo el autor de estas líneas en la mañana del pasado martes- es algo parecido a impulsarse con unos tacos de salida, lo que provoca un súbito ‘salto adelante’ que ríase usted de Mao Tse Tung.

Recuerdan este tipo de imprevistos a los saltos de longitud, en los que el atleta bracea en el aire antes de caerse con todo el equipo. Si el peatón cruza la travesía al amanecer o al anochecer, las posibilidades de ponerse en la piel de un deportista olímpico son enormes.

En estos días del foro europeo Transfiere en Málaga, ojo a los asistentes, no vayan a pegar un salto tecnológico de aúpa.

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