Crónicas de la ciudad
Arraijanal, un laberinto de escombros a cielo abierto
El lunes, la parcela de Arraijanal presentaba una preocupante acumulación de sacos con escombros, depositados por los más espabilados de nuestra fauna
Contemplen, con la fascinación de un documental de Félix Rodríguez de la Fuente, a un Homo sapiens anónimo de nuestra rica fauna local, en el momento en el que desciende de su camión, furgón o furgoneta.
Después de comprobar que no le acecha ningún peligro en forma de multa al canto, utiliza las dos manos y el mismo número de neuronas para, con la agilidad de sus antepasados arborícolas, depositar a gran velocidad un cerro de escombros en lo más recóndito de nuestra Naturaleza. Una vez cometida la tropelía, se da cobardemente a la fuga.
Esta escena de la Málaga más incívica (y casposa) se repite semana tras semana en un terreno en su mayoría virgen de construcciones, no así de merluzos con carné de conducir. Se trata de la famosa parcela de Arraijanal, donde es posible contemplar un colchón abandonado y su basura alrededor con las modernas instalaciones del Málaga C.F. de fondo.
Esta sección recorrió el pasado lunes la parcela que aguarda un prometido parque, para comprobar que junto al laberinto de Creta y el de las aceitunas de Eduardo Mendoza, pronto puede alcanzar fama internacional el laberinto de desperdicios de este abandonado rincón de Málaga.
Porque basta con culebrear por algunos de sus carriles de tierra para descubrir, en el momento menos pensando, un depósito de escombros con sus correspondientes sacos de una superficie comercial.
Los homínidos que se dedican a esta innoble práctica prefieren ensuciar este paisaje de todos a gastarse sus cuartos, como personas formales, en el vecino Punto Limpio del Guadalhorce.
Nuestra fauna de la Península Ibérica, faltaría más, se muestra totalmente a sus anchas por este paraje, hacia el que demuestra el mayor de los desprecios, como evidencia el detalle de que estos homúnculos a motor en ocasiones lanzan sus fardos sobre la discreta y escasa vegetación de litoral que sobrevive en nuestra acementada Costa del Sol.
Cuenta un vecino de la zona que hace poco el Ayuntamiento retiró con un camión una de estas hornadas de incivismo, pero a la vista de esta laberíntica escombrera, es necesario enviar más camiones para limpiar el desaguisado.
En cualquier caso, si aumentaran las rondas de la policía es posible que alguno de estos merodeadores fuera sorprendido in fraganti y se llevara a casa, de recuerdo, una importante sanción económica que le devolviera a la vida civilizada.
En la actualidad, Arraijanal duele por esta fauna depredadora. Ánimo y a multar ‘a saco’.
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