Museo del Videojuego
OXO: El santuario del gamer en Málaga
Los videojuegos como cultura digital. En la actualidad, los videojuegos se han constituido como una base de entretenimiento pero también de educación. Hasta el punto en el que este sector se ha disparado en la provincia de Málaga
El director del museo, Santiago Bustamante, nos acompaña en un recorrido exprés por este lugar: «El videojuego es el décimo arte»
Dani Vivar
¿Son los videojuegos el décimo arte? Aunque existan personas que no lo piensen, otros lo dan casi como un hecho universal. Como le anteceden el cine, la música o el teatro. Y es que los videojuegos han conseguido llegar a lugares más allá de la pantalla. Desde que empezaron siendo píxeles toscos que se movían con lentitud, hasta los más novedosos en los que las posibilidades son casi infinitas.
En pleno Centro de Málaga capital, se erige un museo. Pero no uno como los que se acostumbra a ver normalmente. Este tiene su encanto personal, y es que no solo expone el videojuego como tema; lo abraza. Es OXO, Museo del Videojuego. De los pocos con este tema como protagonista en España, y quizá el único que realmente lo ensalza. Es un santuario como tal.
El director cultural del museo, Santiago Bustamante, recibe esta visita en la tienda del edificio; antes una taberna.
-Hubo conflictos por el tema del bar que había antes ¿verdad?
-Así es. Tanto comercios como vecinos no lo vieron demasiado bien, aunque teníamos permiso para hacerlo. Pero no quisimos meternos en problemas y lo cambiamos por una tienda. Y ha sido buena idea.
Ya sentado en una de las mesas de la terraza del museo, toma agua y café con leche. Este espacio da directamente a la majestuosa ‘Manquita’ de Málaga. El principal debate que se abre es sobre si el videojuego es arte. Y viene, sobre todo, de la arquitectura que se puede encontrar en ellos. Irónico, porque no hay escenario mejor que en el que se encuentra para abordarlo.
«Creo que el videojuego es el décimo arte y te voy a decir por qué: cuando el videojuego aglutina capacidades artísticas como la arquitectura y el diseño de espacios; o cuando sale un faro institucional tan importante como el MoMA de Nueva York y adquiere cuarenta juegos para su exposición, pienso que este museo marca una línea. Una que expone que el videojuego tiene capacidad para tener su propia gramática y ser considerado como tal», explica Bustamante.
Una relación mutua
«Nos vamos conociendo la ciudad y el museo. Y creo que está calando la idea de que este es un museo vivo», aborda el director del museo. OXO lleva abierto desde principios de este año. Concretamente, desde el 26 de enero. Y cada día lo visitan decenas de personas. Sea un lunes o un sábado, se forman colas en la recepción del edificio. Es algo que, en la línea evolutiva del museo, aún se mantiene.
El director general del museo, Javier Arbós, se ocupa más de la parte administrativa. Comenta en otro momento de la visita que, desde que el museo abrió sus puertas, lo han visitado alrededor de 60.000 personas. Y que julio «está siendo el mejor mes de lejos».
Algunos van para descubrir qué hay dentro; otros porque los pequeños de la casa alucinan con los personajes de los videojuegos; con sus coloridas y rápidas escenas. Y una parte porque ven el museo como una especie de ‘Cueva de Las Maravillas’ del gamer de cuatro plantas, integrado con normalidad en la Plaza del Siglo.
Más allá de mostrar los entresijos de este universo, también abordan el desarrollo de los videojuegos como materia fundamental. Para hacer videojuegos, todo empieza por el desarrollo; por las ideas.
«En el ADN del museo está atender al videojuego como arte y como cultura. Realizamos las OXO Talks, donde conversamos con desarrolladores y personas relevantes del mundo de los videojuegos: escritores, guionistas… para reflexionar sobre distintos temas. También apoyamos el talento local en las Beers&Devs, pequeñas reuniones aquí en la terraza del museo donde desarrolladores de Málaga pueden encontrar su casa», comenta el director de OXO.
Una vuelta rápida
Los pequeños y mayores, que se agrupan en las vitrinas dispersas por todos lados de la primera planta, ven el pasado de una forma peculiar: consolas de hace más de 30 años, cartuchos de juegos que no llegaron a pisar nunca Europa, máquinas recreativas como las de los 80 cuando se hacía cola para poder jugar… todo está perfectamente integrado en una especie de túnel del tiempo.
-¿De dónde sacan todo esto?
-Cada vez que nos preguntan, decimos que «por arte de magia». Pero gran parte que nos la han donado los hermanos Ramos (Miguel, Javier y Carlos)- dice Bustamante.
Y es que el trío de hermanos se encuentra en una posición determinante en torno al videojuego en Málaga: los tres co-fundaron Kaiju Group, una empresa especialista en desarrollo y formación en videojuegos y de organización de eventos.
De aquí han salido desde la Escuela Superior de Videojuegos y Arte Digital (EVAD) hasta Freakcon o Gamepolis. Y, como último proyecto, el Museo del Videojuego. «Trabajar con Kaiju es estupendo. Con ellos no hay idea grande: lo que les propongo, lo empiezan a poner en marcha de alguna forma», alega Bustamante.
En el segundo piso se encuentran las exposiciones temporales. Dan un salto a lo que sería el presente, según Bustamante. Hay tres zonas tematizadas: la de Animal Crossing (Nintendo), la de God of War (Santa Monica Studios) y la de Call of Duty (Activision); videojuegos que compran millones de personas en todo el mundo y cuyas tramas están desglosadas de forma brillante en esta estancia.
Una curiosidad: al principio, la parte dedicada al Fantasma de Esparta -el protagonista de God of War- iba a estar destinada a Castlevania, pero Bustamante asegura que tuvieron problemas con Konami, la desarrolladora del juego, y prefirieron abordar la historia del juego de Santa Monica Studios.
Esta parte aún sigue intacta desde que el museo abrió sus puertas. Pero Bustamante dice que OXO tiene firmada una exposición internacional, por lo que habrá que esperar para comprobar qué viene esta vez.
Finalmente, la tercera planta está dedicada al futuro. A cómo el videojuego adquiere disposiciones diferentes: dispositivos de realidad virtual, la necesidad de utilizar una pantalla o no, si el videojuego puede ser jugado con tambores, arena o luces en vez de con un mando…
Aquí, el director cultural comenta una iniciativa que están llevando a cabo con la Fundación ONCE en la que buscan que la Real Academia Española (RAE) actualice el término de «videojuego». Según el diccionario, un videojuego es un «juego electrónico que se visualiza en una pantalla». Pero, ¿qué hay de las personas ciegas? ¿O de los juegos que se realizan a través de otros dispositivos? «Queremos que este proyecto salga adelante, de esta forma podemos ser más inclusivos en el futuro», explica Bustamante.
¿Son los videojuegos el décimo arte? OXO apuesta al sí. Y lo seguirá haciendo por muchos años más mientras visibilicen este sector. Porque, para ellos, lo más importante siempre será que sus visitantes sientan algo más que la sensación tan molesta de un GAME OVER en plena pantalla al jugar.
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