Historia de Málaga

Así empezó la historia del Balneario de los Baños del Carmen: una fuente de vino y playas separadas

Son ya 105 años de presencia en Málaga y supusieron una auténtica revolución para los malagueños, que descubrieron los baños en el mar y un nuevo espacio recreativo

El primer campo de fútbol, una fuente de vino, pistas de tenis y embarcadero fueron algunas de las innovaciones que trajo el Balneario a la ciudad en su historia

Restaurante de los Baños del Carmen en los años veinte.

Restaurante de los Baños del Carmen en los años veinte.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La inauguración del Parque Balneario de Nuestra Señora del Carmen, el 16 de julio de 1918 y que hace apenas un mes cumplió 105 años, volvió locos a los malagueños, que hasta entonces estaban acostumbrados a tomar los "baños del mar" en tinas y albercas ocultas poor esteras como las de los baños de la Estrella y Apolo. Llegaba la diversión, el mar y el sol.

Los Baños del Carmen ejercieron en su día el mismo efecto en los malagueños que las suecas de Torremolinos en los 50 y 60.

Comparados con los arcaicos Baños de la Estrella y de Apolo en La Malagueta, de los que en cualquier momento parecía que iba a salir Charlot, perseguido por una decena de gendarmes, el Balneario del Carmen era ‘un parque temático’ con todo lo que los malagueños podían soñar.

Lo de llamarle ‘Balneario’ a los baños era una reminiscencia de décadas anteriores, cuando los médicos recetaban a sus pacientes las aguas de mar y la brisa marina para muchas dolencias.

La novedad del establecimiento, aparte de la posibilidad de poder tomar el sol y bañarse en el mar, rigurosamente separados los hombres y las mujeres, estaba en sus variadas instalaciones. Durante los años veinte los Baños, levantados sobre una zona casi ‘pantanosa’ en la Torre de San Telmo, fue ofreciendo a los ilusionados clientes una terraza con orquesta; pista de tenis; pajareras; un restaurante; aparcamiento para coches en un eucaliptal; embarcadero; pista de baile y de patinaje; un laberinto con carrusel; quioscos de refrescos, y mil metros cuadrados de toldos para que la concurrencia se refrescara a la sombra.

Durante un tiempo, a comienzos de la década de los veinte, los Baños contaron también con una exótica fuente que manaba vino de Jerez, patrocinada por Antonio López, de la ‘Vinícola Malagueña’.

Fútbol y castigo a los árbitros

En 1922 se inaugura el campo de fútbol con el encuentro Málaga-Real Español de Granada. Con el tiempo, si el árbitro no gustaba a la hinchada, sería ‘depositado’ en una charca próxima al campo, uno de los pocos restos del ‘pantano’. A este campo asistiría el Príncipe de Asturias y su madre, la Reina Victoria Eugenia. De hecho la esposa de Alfonso XIII y las infantas serían unas asiduas en los años veinte de las pistas de tenis.

A mediados de los años cuarenta, la parte de playa destinada a las mujeres se cerró de forma permanente para evitar la presencia de mirones, de forma que reinara el recato.

Lo que siempre reinaron en los Baños del Carmen fueron los eventos de todo tipo, ya fueran Bailes de la Prensa, Concursos Hípicos Nacionales, bailes de disfraces, ‘kermesses’ y también cientos de homenajes a personas distinguidas, como la que se le realizó al torero Rafael Gómez ‘El Gallo’, que presidió una larguísima mesa, repleta de invitados, junto a la figura de un gallo.

Vista de los Baños del Carmen en los años 50.

Joven manejando ‘un mosquito’ frente a los Baños.

Evolución

Desde los años treinta hasta los sesenta, el balneario celebró las famosas Verbenas Negra y Blanca, que reunían sin problemas a diez mil personas. Las dos se celebraban, respectivamente, en los meses de julio y agosto y se repartían ‘ingeniosos’ regalos para los participantes como una docena de huevos, una percha y hasta una cama metálica.

En la Verbena Blanca del 52, la estrella fue Antonio Machín y cuatro años más tarde, Jorge Sepúlveda.

El ‘boom’ del turismo en los sesenta trajo como novedad el cámping, aunque no la separación de sexos en la playa. De hecho, la gente escribía a los periódicos rogando que se mantuviera la zona de las mujeres por un lado y de las familias por otra, con una fatídica cuerda que se adentraba en el mar, separando también en el líquido elemento los dos ‘negociados’. Esto no era obstáculo para navegar en ‘mosquitos’, unos artefactos formados por cuatro palos en los que uno podía ponerse de pie si lo deseaba.

Eran otros tiempos. Ahora los Baños viven una nueva vida con otro formato.