Mirando atrás

Excavar los siglos en el Cerro del Villar

Los codirectores malagueños de las excavaciones en el Cerro del Villar, José Suárez y Bartolomé Mora y el descubridor del yacimiento, Juan Manuel Muñoz Gambero, hablan esta semana final de la campaña de su experiencia en la célebre ciudad fenicia

Juan Manuel Muñoz Gambero, descubridor del Cerro del Villar, entre los codirectores de las excavaciones, José Suárez y Bartolomé Mora.

Juan Manuel Muñoz Gambero, descubridor del Cerro del Villar, entre los codirectores de las excavaciones, José Suárez y Bartolomé Mora. / Álex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Los tres posan para el fotógrafo en lo que hace unos 2.700 años pudo ser un gran almacén, posiblemente de más de una planta, cerca ya de la orilla de lo que entonces era una isla en la desembocadura del Guadalhorce. 

Desde ahí no sólo unos 27 siglos les contemplan, también seis décadas de Arqueología malagueña porque entre los codirectores de las excavaciones José Suárez, profesor del Área de Prehistoria de la UMA y Bartolomé Mora, catedrático de Arqueología de la UMA, se encuentra Juan Manuel Muñoz Gambero, descubridor el 20 de diciembre de 1965 del yacimiento del Cerro del Villar y director de las primeras campañas arqueológicas. 

Juan Manuel Muñoz Gambero en 1965, en el cañaveral junto al Guadalhorce en el que localizó la ciudad fenicia del Cerro del Villar.

Juan Manuel Muñoz Gambero el 20 de diciembre de 1965, en el cañaveral junto al Guadalhorce en el que localizó la ciudad fenicia del Cerro del Villar. / ARCHIVO MUÑOZ GAMBERO

Y eso, tras convencer a la reticente oficialidad malagueña de la época de que los restos que halló en un remoto cañaveral, eran fenicios y no griegos, como sostenían. Fue él quien llamó a la zona el Cerro del Villar.

«Todo esto es muy bonito porque Pepe Suárez y Bartolomé Mora retoman el yacimiento después de muchísimos años. Es algo bonito y hasta romántico pues son la nueva generación de arqueólogos, la nueva savia y debemos estar muy contentos», confiesa Juan Manuel Muñoz Gambero.

Juan Manuel Muñoz Gambero señala el área que excavó en los 60.

Juan Manuel Muñoz Gambero señala el área que excavó en los 60. / Alex Zea

Gracias a una subvención de la Consejería de Cultura de la Junta para la Universidad de Málaga y al apoyo del Ayuntamiento de Málaga y la Fundación Málaga, esta semana finalizó la segunda campaña anual en el Cerro del Villar, después de un parón de casi 20 años, pues la última tanda se desarrolló, con la catedrática María Eugenia Aubet al frente, entre 1986 y 2003 a lo largo de nueve campañas. 

Precisamente José Suárez excavó el Cerro del Villar como alumno de María Eugenia Aubet en 1987. Los codirectores, por cierto, explican a La Opinión que su afición por la Antigüedad viene de lejos. En el caso de Bartolomé Mora, «realmente de ver las películas de ‘peplum’, las romanas clásicas», mientras que José Suárez resalta: «De chico me regalaron una ‘Ilíada’ para niños con ilustraciones»

Un detalle de los trabajos, el pasado miércoles.

Un detalle de los trabajos, el pasado miércoles. / Alex Zea

Bartolomé Mora precisa con humor que siendo él «de Arqueología clásica» y José Suárez de Prehistoria, los dos han ido ‘convergiendo’: «Yo he ido para atrás y él ha ido para adelante».

Y el punto temporal de unión es precisamente esta ciudad, fundada por fenicios de Tiro y poblada desde la segunda mitad del siglo VIII a.C. hasta el siglo VI a.C., cuando la abandonan; si bien desde finales del VII a.C. ya empieza a dar muestras de abandono, «coincidiendo con los restos más antiguos» de la vecina Malaka, recordaba en 2019 en esta sección el arqueólogo Eduardo García Alfonso. En el V a.C., ya sin los fenicios, se instalará una pequeña zona industrial púnica con talleres de alfarería.

José Suárez precisa que la ciudad tenía una extensión mínima de 40.000 m2 «y además de cierta densidad, aquí hay trabajo para generaciones de arqueólogos», estima, al tiempo que informa de que el ritmo de las excavaciones -en un mes de investigación, que es lo que suele durar la campaña,- ronda los 300 m2 al año. Lo investigado desde 1966 estaría en torno al 10 por ciento de la extensión total, como mucho.

El avance de la técnica

En todo caso, hay mucha satisfacción entre los responsables por este nuevo empuje de las administraciones. Además, las técnicas han avanzado muchísimo y con las modernas prospecciones geofísicas del suelo, los expertos dan más en el clavo.

«En aquel entonces era todo a mano e intuición», cuenta Juan Manuel Muñoz Gambero de las excavaciones de los 60. A su lado, Bartolomé Mora recuerda que también pasaron a la historia los cortes pequeños en el terreno que casi era «como jugar a los barcos», ironiza. 

La pileta de garum romana, en una zona alejada de la ciudad fenicia, datada en los siglos IV y V d.C., contemporáneas de la de calle Alcazabilla en Málaga capital.

La pileta de garum romana, en una zona alejada de la ciudad fenicia, datada entre los siglos IV y V d.C., contemporánea de las de calle Alcazabilla en Málaga capital. / Alex Zea

Un buen ejemplo de los cambios tecnológicos es el que quizás sea uno de los descubrimientos más novedoso de esta campaña y que en la mañana del pasado miércoles terminaba de excavar el equipo de la Universidad alemana de Marburgo: una pileta romana de salazón, alejada de la ciudad fenicia, en un sector independiente y «del siglo IV, V después de Cristo, del momento de las piletas de calle Alcazabilla», calcula Bartolomé Mora. Por su parte José Suárez detalla que la prospección geofísica del suelo localizó la pileta «exactamente donde pensábamos». 

Y aunque como recuerda Juan Manuel Muñoz Gambero, en el Cerro del Villar ya aparecieron numerosos restos de cerámica romana, es la primera vez que se localiza una estructura.

El equipo de la Universidad de Chicago trabaja en un posible gran almacén con muros de más de un metro, datado entre finales del VIII a.C. y el VII a.C.

El equipo de la Universidad de Chicago trabaja en un posible gran almacén con muros de más de un metro, datado entre finales del VIII a.C. y el VII a.C. / Alex Zea

En esta campaña, que finalizó el jueves, el joven equipo de la Universidad de Chicago excava casi en la entrada peatonal al yacimiento, donde han aparecido «restos de edificios de entidad, con al menos diez estancias con muros de al menos un metro de altura», un posible espacio para almacén y talleres metalúrgicos, señala José Suárez, quien añade que estos restos serían de «entre un momento del final del siglo VIII a.C. y el VII a.C.». 

Bartolomé Mora explica por su parte que ese sector también se ha escogido por si en el entorno se construye un futuro centro de interpretación «y a lo mejor hay que cambiar de sitio la entrada», por la entidad de los hallazgos.  

Cerro del Villar, zona votiva hacia el siglo VII a.C. próxima a la orilla de la isla original

Cerro del Villar, zona votiva hacia el siglo VII a.C. próxima a la orilla de la isla original / A.V.

En el sector a cargo de la UMA, el del posible gran almacén de unos 2.700 años, José Suárez señala «un espacio especial» con conchas rodeadas de guijarros y cerámica y a su vez con unos depósitos alrededor. «Pueden ser restos de ofrendas realizadas en torno a un lugar ritual», comenta. Por la cronología de un plato próximo se ha podido datar en el siglo VII a. C. y la zona estaría por entonces «en el límite de la isla».

Dos días antes del cierre de la campaña se localizaron un par de ungüentarios helenísticos del púnico tardío (siglos III-II a.C.).

Dos días antes del cierre de la campaña se localizaron un par de ungüentarios helenísticos del púnico tardío (siglos III-II a.C.). / A.V.

Los ungüentarios

Y a pocos metros, el día anterior, los arqueólogos localizaron dos ungüentarios de estilo helenístico del III-II antes de Cristo. ¿Reutilización del espacio sagrado, tumba, ofrenda puntual? Las investigaciones de los especialistas dirán. 

El Cerro del Villar, a un paso de Málaga, vuelve a ser un foco de conocimiento y como recuerdan los codirectores, uno de los sitios del Mediterráneo con mayores posibilidades para conocer una ciudad fenicia, además de uno de los mejor conservados.  

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