Mirando atrás
MIMMA: 20 años de música innovadora
El Museo Interactivo de la Música Málaga (MIMMA) abrió sus puertas en 2003, al comienzo en el parking de la plaza de la Marina y desde 2013 en un palacete en el número 15 de calle Beatas, una cesión municipal que el museo confía en renovar en 2024 por otros diez años.
La exposición temporal con la que se inaugura este curso 23/24 define muy bien qué es el Museo Interactivo de la Música Málaga (MIMMA): quién mejor para fusionar tradición y modernidad, con la propina de un caudal de creatividad que Hugo Domínguez, el luthier del célebre grupo argentino ‘Les Luthiers’.
La exposición evidencia cómo el artista de Argentina es capaz de conseguir que una vieja maleta o una caja de conservas se convierta en una afinada guitarra ‘llena’ de arpegios.
«Esta exposición es el pistoletazo de salida del curso, porque el año que viene se celebra el 400 aniversario de Vicente Espinel», cuenta Marta Izquierdo, la afable directora del MIMMA. Espinel es el rondeño que añadió una quinta cuerda a la guitarra.
Tradición, modernidad, innovación y creatividad resumen mejor que nada el espíritu del MIMMA, una gran apuesta museística y musical para Málaga que estuvo a punto de convertirse en equipamiento cultural de Salamanca, por entonces -2002- Capital Cultural Europea.
El proyecto se sustentaba en la ingente colección de instrumentos musicales del conocido comerciante y melómano malagueño Miguel Ángel Piédrola Orta. Para evitar la marcha a Salamanca, el alcalde Francisco de la Torre le ofreció entonces el espacio del parking de la plaza de la Marina y ese mismo año 2002 se mostraba una selección a los malagueños en ‘Música en Acción’, una exposición que había recorrido varias capitales españoles. Consistió en un paseo por la Historia de la Música desde la Prehistoria a nuestros días, a lo largo de 250 instrumentos.
«Al mes de llegar a Málaga me contrataron para montar esa primera exposición», recuerda la salmantina Marta Izquierdo, quien terminaría casándose con el gestor cultural Miguel Ángel Piédrola Lluch, hijo del coleccionista y el alma del MIMMA hasta su fallecimiento en 2022, a los 49 años.
Fue tan exitosa e innovadora esa muestra, que al año siguiente, el 7 de mayo de 2003, nacía el MIMMA en 2.000 metros cuadrados del mismo emplazamiento, gracias a la cesión municipal del espacio y a un convenio por cuatro años con Unicaja. El museo cuyo lema más famoso es el ‘Se ruega tocar’ se quedaba definitivamente en Málaga.
«Al principio fue como una cosa circunstancial, mientras encontrábamos otro sitio, pero es verdad que hicimos ese espacio nuestro, aunque nos costó pelearlo», recuerda la directora.
«Blanco, rojo y negro»
Ya hace 20 años, el concepto era el mismo que en la actualidad, centrado en los colores blanco, rojo y negro: «Blanco son todos los elementos de gran formato, como los pianos; las zonas de tránsito rojas son en las que se ruega tocar, donde se interactúa y el negro es donde explicamos un poco toda la colección y la historia de los instrumentos».
Y como destaca Marta Izquierdo, «siempre hay una crisis que lleva a una oportunidad», porque la -en teoría, nunca en la práctica- llegada de las obras del metro a la plaza de la Marina obligó al MIMMA a buscar otro sitio para su proyecto.
Entre los lugares que se barajaron, ya ‘en la superficie’, estuvieron el edificio de Tabacalera y el Palacio de Villalón, que terminaría albergando el Museo Carmen Thyssen.
Finalmente el elegido fue el 15 de la calle Beatas, el antiguo palacio del Conde de las Navas, un inmueble del XVIII y antigua escuela, cuya transformación en museo costeó el plan E, en plena crisis económica. El Ayuntamiento lo adquirió tras permutar varias parcelas para viviendas con los propietarios.
En 2019, Miguel Ángel Piédrola Lluch recordaba en La Opinión esos tiempos con estas palabras:«Tuvimos que presentar el proyecto de rehabilitación del inmueble y el museológico en cuestión de días; fue un trabajo brutal, de no dormir».
«De pronto, tanta luz»
La nueva sede del MIMMA se inauguró el 21 de junio de 2013. «Pasamos tanto tiempo en un subterráneo y de pronto, tanta luz», recuerda Marta Izquierdo, que remarca la gran mejoría que supuso el cambio, empezando por numerosas propuestas «que se concibieron desde un principio, que se pudieron hacer de cero porque en el otro sitio nos tuvimos que acoplar».
Aula para actividades escolares, sala para muestras temporales, patio exterior, terraza... y espacio para poder mostrar 400 instrumentos de una valiosa colección que se ha ido enriqueciendo con el tiempo, incluidas donaciones como un piano que estaba en el Palacio del Obispo.
Precisamente la visita al MIMMA comienza con una selección de pianos que se abren al patio central. Entre ellos el Montargón, «el primer piano de Málaga, porque tampoco hay tantos malagueños que saben que aquí hubo una fábrica de pianos», comenta la directora.
El MIMMA es un espacio de conocimiento, diversión y ensueño, como demuestra un grupo de partituras de todo el mundo que danzan en el aire. En estos 20 años lo han visitado -y tocado- más de 1.215.000 de personas, mientras no dejan de crecer los proyectos innovadores y las colaboraciones con otros centros y museos. «Es que a través de la música puedes llegar a todo: al arte, a la ciencia, a todas las edades, al experto, al principiante...», cuenta Marta.
Con el fallecimiento de su marido, Miguel Ángel Piédrola Lluch, esta gran conocedora del museo desde sus orígenes, que siempre prefirió el segundo plano, tuvo que ponerse al frente del MIMMA. «Realmente no lo pensé mucho, a la semana siguiente tuve que ponerme a trabajar porque aquí hay 10 personas trabajando», confiesa.
Con todas las ganas del mundo para sacar adelante esta aventura empresarial y museística, la directora de este museo único en Andalucía cuenta que «la primera meta» es ahora renovar en 2024 con el Ayuntamiento la cesión del edificio por diez años.
El MIMMA quiere seguir siendo la banda sonora de Málaga.
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