Crónicas de la ciudad
Nube de mosquitos y un ‘pecio’ en el espigón de La Térmica
El espigón de la Térmica contiene, además de cartelería convertida en pecios administrativos una ‘microavifauna’ de lo más incordiante
Como Alejandro Dumas cuando se planteó la segunda parte de ‘Los tres mosqueteros’, pero salvando todas las distancias, esta sección realizó, para hacer balance, el mismo paseo por el Oeste de Málaga justo ‘veinte años después’ (asi se titula la segunda entrega de las tres que escribieron Dumas y sus negros literarios).
Y aunque las Malaga Towers ya evidencian lo que será el desarrollo de la zona, que mantiene la chimenea de La Térmica pero no el precioso depósito de agua que la escoltaba, comentábamos cómo la playa de La Misericordia continuaba con su anárquica y tradicional ordenación, pespunteada por vegetación litoral que misteriosamente se empeña en sobrevivir, igual que el parking al aire libre de caravanas.
Y como es tradicional en nuestra ciudad, las administraciones de todo pelaje se dejan olvidados en cualquier parte, transformados en pecios administrativos, carteles informativas de obras del pasado. No podía ser menos el Gobierno central y en concreto el Ministerio de Fomento y el Puerto de Málaga, que desde 2018 mantiene, convertido en un festival del grafiti, los anuncios del acondicionamiento del espigón de la Térmica.
Las obras se hicieron después de haber usado las antiguas instalaciones de la central térmica como muelle de carga de las barcazas que rellenaban el Dique de Levante y luego para el muelle 9. Recuerda este uso al del espigón que se construyó donde hoy están los Baños del Carmen, para hacer el puerto a finales del XIX. Los restos de ese espigón sumergido han dado lugar al roquedal de vida submarina protegido por ley.
Los trabajos para dejar el espigón en su estado original han logrado preservar la vida, el problema es que no se trata de vida rica submarina que haya que preservar sino de otro tipo.
Hay que recordar que el muelle servía originalmente para descargar mineral pulverizado para alimentar la central, pero también para cargar agua salada para refrigerar las instalaciones.
En la actualidad, las aguas 'almacenadas' en el remate del espigón provocarían una subida de las temperaturas a cualquier central térmica, amén de picaduras a quienes las manipularan, pues las olas y los temporales han ido creando una especie de piscina de aclimatación en la que pululan nubes de moscas, mosquitos e insectos varios. En suma, una 'microavifauna' con la que, además de la tensión, se puede mascar el aire.
Todo un paraíso para los entomólogos pero un infierno para los paseantes. Si se ‘ciega’ pronto esta laguna y se retira la cartelería vandalizada, mejor.
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