Crónicas de la ciudad

Los ‘zigurats’ babilónicos de una calle en Maqueda

La calle Quebrantatinajas hace honor a su nombre al tratarse de una pronunciada cuesta en la que algunos vecinos han solucionado la accesibilidad con variedad y colorido

Escaleras de acceso a una casa en calle Quebrantatinajas, Maqueda.

Escaleras de acceso a una casa en calle Quebrantatinajas, Maqueda. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En ocasiones, la sabiduría popular ayuda a encarrilar las demostraciones científicas. En el callejero español tenemos, por ejemplo, nombres de calles que, en algunos casos, son más veteranas que la ley de Newton y su celebérrimo episodio de la manzana. 

Y veteranas son dos calles de Málaga que, de haber sido contemporáneas del científico inglés, de encontrarse Newton en estos lares no habría necesitado manzanas para caerse del guindo sino cerámica popular andaluza o el producto de una gallina.

Para aclarar el enigma sólo basta mencionar la calle Rodahuevos, en Churriana, en el casco histórico de este antiguo pueblo, llamada así por su inclinación o quizás porque a alguien se le desmadró un cesto de huevos calle abajo. 

Pero hoy nos detendremos en Maqueda, en Campanillas y que tiene al otro lado de la carretera el barrio de Santa Rosalía, que es mucho más reciente que Maqueda. 

El arroyo Cantos, la semana pasada, a su paso por Maqueda.

El arroyo Cantos, la semana pasada, a su paso por Maqueda. / A.V.

En el casco antiguo de esta última barriada se encuentra la calle Quebrantatinajas, que nace al pie del antiguo límite del barrio, el arroyo Cantos, del que hace unos años los vecinos lamentaban su terca suciedad. Se trata de una calle que recuerda a algunas de Mangas Verdes, por su suave y pertinaz ascenso. 

Lo más curioso de esta vía, en realidad el nombre de una variedad de uva de Málaga anterior a la filoxera, se encuentra en la manera en la que algunos vecinos han salvado la cuesta.

Calle Quiebratinajas, Maqueda.

Calle Quebrantatinajas, Maqueda. / A.V.

Porque aparte de levantar sus casas, luego han tenido que plantear cómo acceder a ellas y han optado por una fórmula muy clásica en Andalucía: escalones en forma de ‘zigurats’ babilónicos que, da la impresión, cada propietario ha apañado a su modo delante de la vivienda. 

El resultado tiene variedad y colorido aunque, pasado el tiempo, la solución esté varias galaxias alejada de los cánones modernos de la accesibilidad. 

Y quizás para homenajear a la calle, en el balcón de alguna casa se exhibe una tinaja, a salvo de la marcada inclinación de la vía. 

Antigua capilla escuela rural de Maqueda, la semana pasada.

Antigua capilla escuela rural de Maqueda, la semana pasada. / A.V.

Calle Quebrantatinajas continúa la subida hasta que pega un requiebro para pasar por delante de la antigua escuela capilla del barrio, que abrió sus puertas a finales de los 50 y estuvo en funcionamiento hasta hace unas dos décadas. Por suerte, se conserva muy cuidada, presidida por una hornacina con una Virgen de Fátima.

La calle prosigue al poco tiempo y como debe ser, cuesta abajo. Isaac Newton por aquí habría concluido maravillas sin necesidad del manzanazo en la frente. 

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