La impresión, en mitad de la hierba, es la de toparnos con un muñón de hierro. En realidad es la ‘herida abierta’ ante una de las acciones más rastreras que en Málaga pueden realizar algunos de los homínidos con los que convivimos, en concreto, el robo de una pieza artística.
Nos encontramos en el Parque de la Laguna de la Barrera y como saben, la pieza robada era una preciosa escultura de una niña corriendo, libro en mano, obra de Chema Lumbreras, homenaje a la fallecida arquitecta María Eugenia Candau.
El Ayuntamiento y el artista enmendaron la faena y desde hace poco tiempo hay otra versión de la obra en los jardines vecinos del túnel de la Alcazaba.
Una nueva niña lectora de Chema Lumbreras
Quedan en este parque de la Colonia de Santa Inés tanto unos versos al pie de la escultura sustraída como el nombre oficial de la zona verde: Parque Laguna de la Barrera María Eugenia Candau, en recuerdo de una de las diseñadoras de este espacio.
Pero si dejamos a un lado los robos realizados por«bestias con forma humana»- como diría el chamán nacionalista Quim Torra- reconforta, a esta alturas de la pertinaz sequía, comprobar los altos niveles de agua que presenta la laguna, gracias a la insistencia de los vecinos, que lograron vencer la resistencia municipal a conectar este depósito artificial de agua con la Depuradora del Atabal.
Eso sí, nuestro Consistorio tiene margen de maniobra y presupuesto suficiente como para realizar algunas mejoras más que necesarias. Una de ellas es la barandilla que escolta la escalera de bajada al mirador de la laguna, uno de los lugares sin duda más frecuentados por los usuarios del parque.
La Laguna de la Barrera ya tiene miles de defensores
Como saben, en este rincón de Málaga los seres alados son grandes seguidores de Alfred Hitchcock, en especial de su inquietante película ‘Los pájaros’, de ahí que emulen alguna escena del film, por su querencia a montar guardia en formación en la barandilla, prietas las filas.
El resultado final es lo que en Andalucía se conoce como «cagajón», en realidad, una acumulación de blancas deyecciones que han terminado por acelerar la oxidación de la barandilla, que necesita o una mano de pintura o un recambio.
También podría el Ayuntamiento limpiar algún año las grandes pintadas que jalonan la pared del mirador y reponer los carteles sobre información general del parque y de algunos árboles, seriamente dañados por los grafiteros más brutos. En cuanto al precioso laberinto de setos, hoy un secarral, está por ver si revivirá como el ave Fénix o habrá que plantar otra remesa. Ánimo.