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Crónica

De vuelta a las andadas

El Málaga demuestra su peor versión, recuperando las malas sensaciones ya vividas en el pasado y cae 2-0 ante el Dépor

LaLiga | Deportivo de la Coruña - Málaga CF

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De este Málaga camaleónico que es capaz de deslumbrar contra el Barcelona pero que se estrella con estrépito contra el Dépor se pueden rescatar algunas conclusiones a vuela pluma, aunque la mayoría no son nada beneficiosas para el equipo ni para los componentes de la plantilla blanquiazul. La desidia, el conformismo o la fragilidad mental volvieron a ser los argumentos de un equipo que ha dejado muchos tufos por el camino hasta esta jornada 32 y que por eso sigue teniendo una deuda moral con su afición que no podrá pagar esta campaña. En Riazor, en un momento casi idílico del curso con la salvación virtualmente conseguida, el Málaga estuvo lejos de hacer las paces y de reconciliarse con el malaguismo. Perdió dejando una imagen desilusionante y frágil. Una caída que le hace regresar al pasado, volver a las andadas.

El Málaga rescató en La Coruña los horrores que le hicieron ser un equipo vulgar y aspirante al descenso. Sólo el tiempo, las seis jornadas que restan, dirá si lo del Barcelona fue un bonito espejismo en el desierto o si era una piedra en la que comenzar a edificar un proyecto de mejoría. La realidad es que ayer el Málaga no fue ni la sombra de lo que mostró hace justo una semana. Y eso entristece mucho.

En un partido para olvidar, los blanquiazules -ayer de amarillo- fueros timoratos en la primera mitad y apáticos en la segunda. Se vinieron abajo con el primer revés y sólo rescataron cierto orgullo cuando el partido ya estaba decantado del bando local.

Decía Míchel, al término del partido, que faltó pasión e intensidad. Y lo cierto es que el técnico deberá tomar buena nota en lo que suceda de aquí al final de Liga si quiere que su próximo proyecto tome cierta credibilidad. Ayer no hubo excusa ni paños calientes. Nadie se podía esconder detrás de la presión o del miedo a perder. El Málaga jugó mal porque quiso. Y ni siquiera pudo transmitirle intranquilidad a su rival, que con el triunfo casi da carpetazo también a su permanencia en Primera.

Quiso Míchel, de salida, ahondar en la idea de ser un equipo rocoso y de mantener la portería a cero. Sacó la defensa de cinco, acumuló muchos jugadores por detrás del balón, pero también hizo experimentos. Debutó Mikel bajo su tutela y colocó a Chory de delantero. Probaturas propias de un técnico que mira más al futuro que al presente, aunque insistimos en que la situación tampoco invita a ser generosos.

El Málaga salió con la lección aprendida, la de defender. Casi se olvidó de la portería de Lux, donde elaboraba mucho sus jugadas y no encontraba el camino hacia el área rival. Los de Míchel no pasaban apuros con un entramado defensivo bien engrasado y se perdían en transiciones interminables. Si hace dos semanas el balón quemaba en los pies, ayer el Málaga elaboraba las jugadas de un lado hacia otro, de atrás hacia adelante y viceversa, pero sin el más mínimo peligro en sus botas.

Partido soporífero

El partido en los primeros 45 minutos fue de igualdad y salvo por la posesión, que la dominó el Málaga, ambos equipos se fueron a vestuarios sin nada que lamentar, pero tampoco que celebrar.

En la reanudación todo cambió. Como si fuera un simple «click» de un interruptor, el Málaga se vino abajo. Encajó un gol nada más salir de vestuarios, en una jugada mal defendida y con el remate preciso de Joselu al fondo de la portería. Y a partir de ahí, todo empezó a ir a peor. El Málaga ya no era competitivo, se veía superado por el rival en casi cada jugada, no enlazaba y permitía remates deportivistas con cierta facilidad.

Míchel decidió cambiar. El partido estaba en un tris, pese a la diferencia de intensidad entre unos y otros. Metió a Keko y Jony y se olvidó de la defensa de cinco. Pero casi marca Florin nada más entrar. El gol deportivista, el segundo de la tarde, estaba más cerca que el empate. Y desde luego no tardó en llegar. En otra acción sumamente frágil de la zaga blanquiazul, con despistes en las marcas, Mosquera llegó desde atrás para aprovechar un leve taconazo de Carles Gil en un centro desde la izquierda. Era la sentencia (67´), aunque quedaba mucho partido por delante.

Con los deberes hechos, los locales dieron un paso atrás. Prefirieron no exponer para mantener la renta. Y les valió. El Málaga dio cierto arreón, quizás más por la tendencia del partido que por voluntad propia, pero tampoco fue una reacción para recordar.

Un centro de Juankar, un disparo de Sandro o un trallazo de Camacho al larguero, en la mejor ocasión del partido, fueron las contestaciones. Poco más. El Málaga ayer no estaba ya en La Coruña, esperemos que al menos sí esté el próximo sábado contra el Valencia en casa. Quedan pocos partidos de Liga, la renta sigue siendo amplia, pero hay muchas formas de acabar el campeonato. Queda comprobar cómo lo quiere finalizar el conjunto blanquiazul.

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