Lo vivido en la noche del sábado en La Rosaleda es difícil de explicar con palabras. El Málaga CF acabó apeado de la lucha por el ascenso a manos del Deportivo, sin embargo, todo lo que envolvió al encuentro lo convirtió en una noche mágica, una noche que hubiera acabado en los libros de la historia del malaguismo si los blanquiazules hubieran logrado el objetivo.

La comunión entre el equipo y su gente fue total. La afición blanquiazul demostró que sabe estar con su equipo en las duras y en las más duras y despidió a los suyos como merecían pese a que minutos antes habían tirado por la borda sus opciones de ascenso. No se recordaba algo igual en Martiricos desde el partido posterior a la fatídica eliminación en Dortmund, cuando los jugadores bajo las órdenes de Manuel Pellegrini fueron recibidos como auténticos héroes pese a su injusta eliminación.

Algo similar a eso ocurrió el sábado en La Rosaleda, añadiendo también lo ocurrido en las horas previas. Dos horas antes del choque ya se preveía que algo grande podía pasar. No fue en términos deportivos, pero sí sentimentales. Miles de malaguistas recibieron a los suyos antes de la batalla y acompañaron al autobús por toda la avenida del estadio como en pocas ocasiones se recuerdan. Después, el aliento durante los 90 minutos fue incansable a pesar de que las opciones se iban agotando. Y lo mejor quedó para el final, con una hinchada que dio un ejemplo al mundo de cómo hay que tratar a unos jugadores que lo dieron todo por el escudo pese al fracaso en su intento de lograr el ascenso.

En ese momento, salieron a la luz los sentimientos de todo el que quedaba presente en el estadio, del primero al último. La afición blanquiazul demostró que es fiel a unos colores incluso minutos después de haber caído derrotados y confirmarse que estarán otro año en Segunda División. Hicieron acercarse hasta el fondo donde se encuentra la grada de animación a sus héroes vestidos de futbolistas, obligaron a Munir, hundido en el vestuario tras su error, a volver a saltar al césped para «perdonarle», y ahí los jugadores no pudieron encerrar más sus sentimientos. Las imágenes de ver a veteranos como Adrián y a canteranos blanquiazules como Mula o Iván Rodríguez llorando a lágrima viva frente a sus seguidores ponen la piel de gallina.

La hinchada costasoleña fue durante todo el día de ayer protagonista en los medios nacionales y en las redes sociales. Un ejemplo de fidelidad hacia un equipo que le ha dado muchos dolores de cabeza, sobre todo en estas últimas dos temporadas, pero al que ya están esperando para volver a animar dentro de dos meses cuando comience su largo camino en LaLiga 123 2019-2020 con el objetivo de, esta vez sí, regresar a Primera División.