En los tiempos actuales, suele oírse en boca de los analistas políticos de tertulias televisivas eso de «es un fallo de comunicación» del gobierno de turno. Pero, a veces, no es sólo culpa de los políticos. O eso, al menos, es lo que advierte la experta en comunicación política, María José Canel, que pasó ayer por los cursos de verano de la Universidad de Málaga en Marbella.

¿Qué escenario encontramos en el campo de la comunicación de la gestión pública?

La crisis está modificando la forma en que los ciudadanos evalúan a las instituciones públicas. Se están volviendo más escépticos ante los grandes mensajes y las grandes elocuencias. Se muestran críticos con los intentos de los políticos por colocar una gestión pública a veces muy personalizada y poco sensible a las necesidades de los propios ciudadanos. Y, por ello, se están volviendo más agresivos a la hora de juzgar sus acciones.

¿Qué no han hecho bien los políticos?

Han hinchado la gestión pública. Los ciudadanos se han encontrado con realidades que no existían. Ello está obligando a los gestores públicos a que tengan que reflexionar sobre el modo en que han comunicado hasta ahora y empiecen a practicar una comunicación más real y acorde con lo que los ciudadanos realmente se encuentran, de tal forma que el ciudadano no se sienta engañado.

¿Y lo están aplicando?

Una de las pautas de la comunicación es que hay que gestionar bien las expectativas. Evitar que no se cumplan las previsiones y que el ciudadano se pegue el tortazo. A día de hoy no se han gestionado bien las expectativas. Llevamos años con una comunicación ficticia y que ha elevado las expectativas. Ahora el político se está dando cuenta de que tiene que acercarse a la ciudadanía, pero no se están incluyendo mensajes de esperanza, futuro y seguridad.

¿Este gobierno también está fallando en eso?

Llegó con una ventaja: sus antecesores habían comunicado muy mal la crisis, ya que negaron evidencias que el ciudadano comprobaba por sí mismo y lo importante es que el mensaje vaya acorde con lo que el ciudadano experimenta. En cambio, tiene la desventaja de que la situación es tan complicada que el ritmo se le escapa de las manos porque mandan los mercados.

¿Cómo se explican los fallos de comunicación de los gobiernos con tantos asesores como tienen?

En realidad, lo que ocurre es que no poseen unas estructuras comunicativas eficientes. Es la asignatura pendiente del gobierno español respecto a otros. Los organigramas no tienen considerados la forma en que hay que hacer la portavocía del gobierno, por ejemplo. Pero, insisto: el principal problema ha sido y sigue siendo que dan mensajes que no están acordes con la situación que los ciudadanos experimentan.

¿Cómo han influido las redes sociales en la comunicación de las instituciones públicas?

Están obligando al político a ser más ágil en la manera de trasladar sus mensajes y a ser más receptivo a lo que hacen los ciudadanos. Están permitiendo que los ciudadanos organicen movilizaciones contra las instituciones, por lo que deben hacer escucha pasiva y activa para saber qué pasa.

Parece que políticos y ciudadanos vivieran en mundos distintos...

Las redes sociales tienen el riesgo de construir mundos de ciudadanos que están ajenos a las instituciones políticas y que desconocen la dinámica habitual de los políticos. De tal manera que podemos encontrar afirmaciones ligeras como «todos los políticos roban», por ejemplo. Si el político no hace el esfuerzo por integrar al ciudadano al mundo de la gestión pública de una manera más fácil, irán circulando por vías paralelas sendos mundos.