Es el segundo maître en el restaurante de Trocadero Arena y se atreve a cortar jamón y a decorar los platos con las lonchas cuando el cortador del establecimiento tiene días libres. Y, además, es el encargado de ofrecer los puros a los clientes del restaurante tras cada almuerzo o cena. «El cliente habitual de Trocadero, que ya fuma puros y conoce mi afición, me pregunta y yo les recomiendo su puro», señala Tomás Montes.

A cada comensal le dedica unos diez minutos para, a medida que consume el puro, explicarle sus propiedades. «Sacamos los aromas de la planta, el punto de miel y los olores a tierra mojada de la capa. Al cliente le sabe el puro hasta mejor percibiendo estos recuerdos», explica Tomas, que destaca que el secreto para la buena combustión del puro y las sensaciones de las primeras caladas a través de la nariz está en el encendido. «Ahí es donde vamos a notar si el tabaco tiene fortaleza, es más o menos picante o más o menos afrutado», explica el maître.

Asegura que un puro después de comer aporta un «algo que hace que te quedes más satisfecho» con los matices amargos, a café tostado, cacao, madera o notas amargas.

Las combinaciones de los puros, indica, dependen del momento del día y del maridaje con la comida y la bebida. «Siempre hay un cigarro para cada ocasión. Tipos de puros hay muchos y, para mi, ninguno malo. Sólo hay que saber combinarlos en cada momento del día», indica Tomas, que valora que unas 120 manos participen en la fabricación de un puro desde la siembra de la semilla de la planta del tabaco hasta la torsión de cada ejemplar.

Cuanto más tabaco ligero, hojas de la parte alta de la planta y más expuestas a la luz del sol, contenga la tripa, la composición del puro, más sabor tendrá este. Si predominan los tabacos volado o seco, procedentes de las partes baja y media de la planta, ganamos en aroma y combustión. Todo ello se envuelve en el subcapote, una hoja de plantas criadas en sombra para lograr que sean anchas y flexibles, y la capa, aterciopelada o carmelita en función del añejamiento, que utiliza el maestro torcedor para envolver el puro. «Yo soy un apasionado de los tabacos de Nicaragua. La mezclan que hacen los maestros tabaqueros le da una fortaleza media alta, que no llega a ser excesiva, y muchos matices a frutos secos y aflorales», señala Tomas, que destaca que «no soy esclavo de un vicio, sino dueño de un placer».

Tomás se introdujo en el mundo de los puros coleccionando vitolas, la etiqueta que recoge la información de cada ejemplar, pero que, señala, se inventó para que los fumadores de las clases altas no se mancharan los guantes blancos con el tabaco.

Tomás cuenta en Trocadero con una cava con unos 25 tipos de puros diferentes, entre los que destacan los Habanos, los dominicanos y «algo de Honduras y Nicaragua». También puros marca Cohiba, una de las de mayor prestigio del mundo, y que, antes de ser comercializados, los utilizaba la diplomacia cubana para sellar acuerdos de paz con otras delegaciones internacionales.

@marcelperiodist