La Opinión en Tokio

Día V: Lost (and found) in Translation

Antes de nuestro último día en Japón, reflexionamos sobre los Juegos de Tokio y su celebración y valoramos la relación de los japoneses con la prensa extranjera. Tras varios días sin dormir, es hora de despertar de este sueño olímpico

Dos mujeres tras los aros olímpicos.

Dos mujeres tras los aros olímpicos. / KIM KYUNG-HOON

Fernando Baudet

Fernando Baudet

Hace 18 años se estrenaba la segunda película de Sofía Coppola. En ella, Bill Murray y una jovencísima Scarlett Johansson se conocían en un hotel de Tokio, ambos bajos los efectos del jet lag. No saben la de veces que he pensado en esta película en las primeras 48 horas en Japón, pero lo más que me ha valido es para escribir una crónica medio decente sin haber dormido un solo minuto. La primera visita al país nipón (y a unos Juegos Olímpicos) no estuvo exenta de la clásica incertidumbre que acompaña a un viaje de gran recorrido, aunque sea de placer. “¿Lo llevo todo? ¿He cogido el DNI?” Añadan a esas clásicas preguntas las dudas sobre los certificados de vacunación, los test covid negativos, la acreditación, las mascarillas… y tendrán una idea aproximada del nudo en el estómago que nos llevamos el sábado desde Málaga hasta el aeropuerto de Haneda y que no se deshizo hasta más o menos el miércoles.

La doble barrera del idioma y la mascarilla a la hora de hacernos entender, el control diario de temperatura, los test de saliva (“¿Y si doy positivo?”), unido a coger las riendas de un sistema de transporte y de trabajo con poca libertad y flexibilidad nos ha tenido en tensión hasta prácticamente este jueves, cuando ya casi estamos preparando la maleta para volver a España.

Y es hoy, ahora que estamos ‘liberados’ de los rigores del ‘jet lag’ y que tenemos la dinámica de estos juegos ya controlada, cuando toca reflexionar sobre los mismos, antes del gran día de Damián Quintero (desde la madrugada del viernes en España) que seguiremos de principio a fin. Por que cuentan quienes ya llevan unos cuantos Juegos a sus espaldas que estos están siendo durísimos, más de lo habitual. Las distancias entre sedes, al no haber anillo olímpico, el mencionado sistema de transporte, el calor desde primera hora de la mañana (¿Hace terral en Málaga este jueves? Aquí todos los días) y los rigores de la organización de Tokio 2020 hacen que a muchos compañeros esta cita olímpica se les está haciendo algo larga. Tremendo el trabajo, por cierto, de la prensa nacional española (en especial de la radio) en estos Juegos. Un ritmo frenético al que sin duda ayuda el café gratis en cada sede. Bendito sea.

Pese a lo ‘cuadriculada’ que pueda ser y que es la forma de trabajar en las distintas sedes de Tokio 2020, la mayoría de voluntarios son japoneses y eso solo significa una cosa: amabilidad extrema, casi excesiva. No creo haberme merecido una reverencia en toda mi vida y puede que antes de subirme al avión el sábado alcance el millar de ellas. ¿En qué otro país podría un periodista recuperar un cable y un adaptador olvidados en una sala de prensa hace una semana? Pues allí estaban, donde se quedaron. Su recelo hacia los extranjeros en sedes y hoteles puede parecer exagerado por que, como afirmaba algo airada otra compañera camino del parque marino de Odaiba el miércoles “la amenaza son ellos. Nosotros venimos vacunados y pasando test diarios. Ellos son el peligro”. Quizá no le falte razón.

Man films the Sports Climbing venue, in Tokyo

Un hombre graba la competición de escalada con su móvil. / KEVIN COOMBS

Que no acabe nuestra experiencia olímpica en Tokio sin hablar de la ausencia de público. Lo lógico es pensar que, igual que competiciones locales y nacionales se han disputado con las cámaras de televisión como único testigo, aquí en los Juegos no debería haber diferencia, pero les reconozco que es impactante ver ganar una medalla sin que haya una ovación o un griterío en la grada; batirse récords nacionales y marcas personales y solo oír los gritos del atleta en cuestión sin la compañía de los aplausos. Ojalá estos Juegos sean los últimos a puerta cerrada. Ojalá en París 2024 hayamos olvidado esta condenada pandemia y se abran de nuevo las puertas a cientos de aficionados de todo el mundo para que puedan vivir y compartir la gloria olímpica con sus protagonistas.

No Villa, no party

En las horas previas al España – Japón de semifinales del torneo de fútbol, coincidimos en la zona de prensa del estadio de Saitama con dos representantes de la delegación de El Salvador. Locos por el fútbol, hablamos de la actualidad del Málaga CF, de los arbitrajes y el VAR y, siendo salvadoreños, de Mágico González, claro. Además, nos contaban detalles de la vida en la Villa Olímpica (esa vida que en estos Juegos tan atípicos y herméticos solo nos muestran los propios atletas en sus redes sociales) y de cómo uno puede ver a una atleta ganar una medalla el día después de haber estado haciendo cola en el comedor, o coincidir en el ascensor con el mismísimo Luka Doncic, una de las estrellas de Tokio 2020.