Tengo amigos que no me merezco, pero así es la vida. Es impagable en los tiempos que corren saber que a tu lado tienes personas que han hecho de la justicia social, la igualdad, la libertad y la solidaridad su razón de vivir y que, desde hace muchos años, trabajan para que estos conceptos arraiguen en una sociedad dominada por los mercados y el liberalismo más inhumano. Saber que junto a ti hay quien lucha por el bienestar social de los más necesitados, sin alharacas, sin apuntarse tantos y con la discreción del que valora los silencios es más que reconfortante. Hay momentos en los que leo y releo sus cortas piezas oratorias pronunciadas en actos del Ateneo en las que palpo este sentido de la vida y me llena de paz; me ayuda a sentir que los valores de la izquierda no están en bancarrota, sino fuertes y vitalistas mientras existan personas, aparentemente frágiles, pero de una fortaleza que impresiona. Este amigo se llama Antonio Morales que, a los 70 años, seguirá luchando por dar sentido a su vida y por defender los principios que le han hecho fuerte desde que naciera en Almería, recorriera una parte de España como fiscal hasta llegar a Málaga, donde dio lo mejor de sí al frente de la fiscalía y en la presidencia del Ateneo de Málaga, además de desvelarse para que la Cruz Roja que preside siga siendo un referente de sociedad solidaria.

No voy a valorar su trabajo y señalados éxitos como fiscal jefe en Málaga, ni su sentido humanista que le ha hecho trabajar, a veces, en condiciones difíciles y precarias, pero sí acercarme a la persona que conozco, siempre en defensa de los más débiles. Tiene por delante mucho trabajo porque no corren buenos tiempos para la sociedad igualitaria que muchos propugnamos. Estoy convencido de que lo hará, que seguirá en la brecha, entre lecturas y su apasionado fervor por la música clásica porque Antonio Morales, amante del diálogo, de la conversación razonada, de la sabia actitud de saber escuchar, sin pontificar, ahora tendrá el tiempo no tasado para dedicarse al placer de alimentar y hacer crecer la amistad como otra razón de su ser; espero seguir estando entre sus amigos, pese a no merecerlo.

Lo contrario a lo que representa el espíritu de Antonio Morales es el azote de la sociedad que nos quieren imponer, cargada de mentiras y de bajeza moral. Cuando aún están calientes los resultados del 20N, con la cargante victoria de la derecha, asistimos sin pudor y sin levantar la voz no sólo a la criminal presión de los mercados sino que seguimos poniéndonos de rodillas ante quienes pretenden terminar con los derechos sociales que tantos años y esfuerzos costó alcanzarlos.

PD.- (1) Francisco de la Torre, levantisco, parece tener en la mesita de noche el famoso reconstituyente malagueño Ceregumil al que, como es sabido, no le falta el hierro de las lentejas. Sigue sin entender que se ponga en duda su dedicación a Málaga por aquello de ser, también, senador. No se convence al personal alzando la voz en plan mitinero sino con hechos. Y están por venir, al tiempo.

(2) Javier Arenas, de Bergerac, lleva camino de superar al clásico francés al que le crecía la nariz sin importarle. En honor a Javier Arenas habrá que crear el «mentiradrómetro» y semanalmente ver hasta dónde llega. Afirmar, con la rotundidad de que hace gala cuando miente, repitiendo el estribillo por dos o tres veces, que la reducción del déficit andaluz es debido a los recortes en sanidad y educación efectuados por el Gobierno de Griñán es, simplemente, una infamia.