Carmen Cortes se va. Y sin decir adiós. La actitud de la hasta ayer directora gerente de Carlos Haya y el Clínico apenas ha variado en sus dos años y tres meses de mandato. Llegó sin hacer ruido y se va haciéndolo más de lo que le gustaría. La gerente de la sanidad malagueña ha destacado por su falta de diálogo y por su encierro en los despachos. No se ha prodigado en actos públicos y tampoco en reuniones con los representantes de sus más de 8.000 trabajadores.

Es de suponer que no iba a ser fácil bregar con cinco hospitales: Carlos Haya, Civil, Materno, Care, Clínico y Marítimo cuando asumió el cargo en octubre de 2012.

Y tampoco con unos trabajadores hastiados y cansados de sentirse moneda de cambio frente a las administraciones.

Le tocó hacerse con la difícil tarea de poner a cientos de profesionales al 75%. De implantar las 37,5 horas semanales impuestas por el Gobierno central. De cuidar de pacientes que pasaban horas en unas urgencias colapsadas por falta de camas en planta -varias de ellas cerradas por la falta de personal-.

No ha sido tarea fácil, sólo ella lo sabe. Pero lo hubiera sido más si hubiera dialogado, si hubiera explicado a los representantes de sus trabajadores la fusión de los dos grandes complejos malagueños. Si hubiera puesto las cartas sobre la mesa y hubiera explicado que no podía hacer magia con los 550 millones de euros de presupuesto para todos los hospitales.

Gestionar no debe ser fácil, y mucho menos algo tan básico como la sanidad, ese derecho universal que en España, Andalucía y Málaga funciona tan bien, pese a todo. Hace meses que la rumorología alertaba en los pasillos de sus hospitales de que sería relevada. Parece que Salud ha esperado al término del verano y al inicio de las obras en las urgencias de Carlos Haya para prescindir de Carmen Cortes, una persona muy bien formada pero que no se ha prodigado en informar. Cortes se va sin decir adiós, aunque tampoco dijo muchos hola.