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Punto final

¡Hasta pronto, Carlos!

Hay momentos durante la vida de cada uno que son difíciles de asimilar, como la pérdida de un ser querido. Hoy hablo de mi tío Carlos, que nos dejó hace apenas unos días con la mejor de sus sonrisas. Hasta el último momento hizo lo que le dio la gana, vivió con la máxima intensidad los que eran sus últimos momentos y por eso debemos sentirnos orgullosos de lo que luchó por salir adelante.

A mi tío no le gustaba el fútbol, pero sin embargo era malaguista. Era algo que me repetía en los encuentros familiares de cada semana, pitillo en mano, hablando de la pelota como si fuera el mayor de los entendidos. Pero a él no le gustaba este deporte, a él solamente le gustaba el equipo de su tierra. Con él aprendí que cada uno tiene que ser primero de donde nace y ya luego de donde le de la gana, pero lo primero es lo primero. Y eso que hacía años que no pisaba La Rosaleda.

Criticaba como muchos la gestión de Al-Thani, me contaba que lo que se montó alrededor de la Champions no era malaguismo, sino una cortina de humo que terminaría por irse en cuanto la época dorada terminase y nos quedaríamos los de siempre, los disfrutones, los que estábamos en las duras y en las maduras. Carlos hablaba muchas veces sin tener ni idea, pero era un placer escucharle comentar aquellos partidos junto a mi padre y el resto de hermanos en la vieja Rosaleda, con las gradas sin asientos y metiendo el culo donde podían para estar todos juntos animando al por entonces CD Málaga.

Me contaba que al ser tantos hermanos era una manera de estar juntos casi semanalmente, aunque a él lo que le gustaba era coleccionar tebeos de Tintín y montar el Scalextric. Afirmaba que el CD Málaga a él le traía buenos recuerdos porque fue un nexo de unión familiar, aunque de vez en cuando faltaba por quedarse en casa leyendo los comics de Astérix y Obélix que le caían en las manos. Era alguien especial, que cuando escuchaba hablar de otros equipos soltaba por lo bajito ´esos tienen la vida muy fácil, lo bonito es ser del Málaga y sufrirlo´.

Una de sus mayores ilusiones era que yo fuera periodista deportivo. Cuando conseguí serlo, me preguntaba sobre los entresijos de esta profesión, sobre como era la sala de prensa de La Rosaleda o como era el sentarse a narrar un partido. ¿No te ahogas cuando cantas un gol? Me decía, a lo que él mismo se contestaba con un ´bueno, el Málaga nunca ha metido muchos´. Era alguien que tenía la historia de la ciudad en las venas, una cultura que ya quisiera yo para mí, que me enseñó en todo momento que aunque la profesión está actualmente devaluada no tenía que dejar de pelear por mis sueños.

Yo crecí con los Guede, Bravo, Merino, Basti, Movilla y Sandro, pero en sus largas charlas futbolísticas conocí la existencia de otros como Migueli, Deusto, Viberti , Guerini o Santi Llorente. El mejor de la historia para él fue Juan Gómez ´Juanito´, de quien siempre había intentado encontrar una camiseta para guardarla. No paraba de decirme que el peor que él vio vestido con nuestra camiseta fue Makanaki y que aunque el estadio actual es bastante bonito no había nada más especial que el que él conoció.

En una de sus últimas navidades antes de caer en la enfermedad tuvo un detalle conmigo que jamás olvidaré. Me llamó a filas y me regaló una reliquia que muchos quisieran tener, un libro llamado ´Medio siglo de periodismo. El deporte de Málaga a través de una pluma´, de Fernando González Mart. y con prólogo de Juan Cortés Salido. Data de 1973. Era uno de sus preferidos, porque a través de él conoció mucho sobre el deporte de nuestra ciudad y su deseo era que generación tras generación el libro fuera pasando de mano en mano. Yo siempre le decía, «¡Pero si tu no sabes de deportes, Carlos!» Y él me contestaba sonriendo. «Ya lo sé, no tengo ni idea, pero por lo menos haciendo como el que sé puedo tirarme horas y horas hablando contigo y saber cómo quedó el Málaga ayer».

Por esto y por muchas cosas más que se quedan para mí, ¡GRACIAS TITO Y HASTA PRONTO!

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