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Málaga de un vistazo

Se las ha llegado a querer

Sí, amigos, se las ha llegado a querer. La cercanía fomenta el cariño, la comprensión, que veamos sólo la parte buena de nuestro peor enemigo. Lo juro, oiga. Yo, desde la ventana de una de las habitaciones de mi casa que da a la avenida de Juan Sebastián Elcano, he visto a esos asquerosos animalitos rabudos -con perdón- trepando al interior de los contenedores de basura. Cierto que, si hubiéramos sido cuidadosos y hubiésemos cerrado la tapadera del contenedor tras introducir las bolsas de basura en el interior las criaturitas rabudas ni lo hubieran intentado, porque, reconozcamos que, aunque tengan orejitas y rabitos, son listas y saben lo que se puede hacer y lo que no. Les aseguro que mi rubita -una cucada, oiga- es mucho más lista que todos los€ bueno, muy lista, que los hay muy tontos pero muy rencorosos. El Señor, a veces, oye a las madres pedir un poco más de sabiduría para su niño, ese que oposita a registrador de la propiedad, y Él, entre dientes, murmura: «¡Señora!, el cupo de milagritos para ese sector está totalmente cubierto para este año y el próximo. Si se empeña, y el muchacho estudia lo debido, debería intentarlo de nuevo, dentro de dos años».

Cuando yo les decía que me daba el corazón que la crisis, esa mala pécora, estaba dando sus últimos suspiros, no me equivocaba. Es decir, en cuanto nos salgan un puñadito de canas más, la muy desgraciada pasará al olvido. Pero, no se hagan ilusiones, esta crisis pasará, pero ya me he comprado una bonita hucha para cubrir los primeros desfalcos que nos ocasionará la próxima, que espera, impaciente, detrás de la puerta. Nada es para siempre, oiga. Ni lo bueno, ni lo malo. La experiencia me dice que si mi político preferido se frota las manos leyendo un informe económico, debo ir a encender una vela a Santa Rita. Por si.

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