En Francia, en las primarias de la derecha, había que pagar para votar ¡Qué gran ejemplo! O sea, que gran ejemplo de saber recaudar. Por que, hombre, si no tienes dinero no votas. Yo soy más del voto gratis, aunque claro, hay que financiar los partidos de alguna manera. Entonces: una buena manera son las primarias con voto de pago. Pero a algunos partidos les cuesta mucho hacerlas. Mucho esfuerzo, no mucho dinero. No las hacen ni cobrando. Prefieren recaudar por otras vías. Por las del tren, por ejemplo. En España son las comisiones las que más utilizan la alta velocidad. Son las que más rápido circulan.

En Francia hacen unas primarias y se cargan a Sarkozy. Aquí hacen unas primarias para elegir a Pedro Sánchez con el beneplácito de Susana Díaz pero Susana Díaz se cansa de Sánchez y quiere su puesto pero sin primarias. Es todo tan complicado que resulta muy fácil de entender.

Si todos los que quieren primarias pagaran dos euros se acababan los problemas de financiación de los partidos. Otra cosa iba a ser el problema que iban a dar los elegidos en esas primarias. Las primarias son un arma de doble filo. Sin embargo, nosotros sólo conocemos uno: perderlas. El otro debe ser un filo como más modesto, un filo más de andar por casa, menos notorio y como de pinchar menos. Un filillo tal vez, un semi filo, un filo de nada, un filete, que ni asusta ni tiene doble. Que en Francia pierda Sarkozy unas primarias para elegir candidato de la derecha es como si aquí las perdiera Aznar. Ni siquiera eso anima a Rajoy a organizar unas en el PP. En Podemos sí son muy de primarias: presento primariamente a alguien por una circunscripción y si no sale lo presento a dedo o paracaídas por otra. Véase el caso de Julio Rodríguez, primero Zaragoza y después Almería. Esto no quita para que pensemos que hubiera sido un magnífico diputado. Paradójicamente: deberían haberlo sometido a primarias en algún territorio. Es probable que hubiera ganado. Las primarias han tenido siempre muy buena prensa, pero se ve ahora que todo lo que recomienda la prensa pierde. Véase el caso de Trump, en cierto modo el referéndum en Colombia o el del brexit.

Sarkozy parecía la gran esperanza de la derecha francesa, que no obstante ha preferido que le dedique más tiempo a Carla Bruni. La derecha siempre ha sido muy partidaria de la familia.