El Unicaja parece decidido a cerrar su perímetro con Brian Roberts. El jugador de Toledo, Ohio, nunca lo ha tenido fácil en el mundo del baloncesto y sólo el trabajo le ha llevado primero a triunfar en la Liga alemana y debutar en la NBA para después jugar en el Olympiacos, antes de dar el salto al equipo malagueño. Brian era el pequeño de cuatro hermanos. 10 años le separan de ellos, y cuando su hermano y sus dos hermanas jugaban en el patio trasero de su casa se tenía que limitar a sentarse y verlos jugar. Era demasiado pequeño y débil para jugar con ellos, pero no se rendía, y cuando los demás entraban en casa después de sus partidos, él entraba en la cancha y trataba de imitarlos. Era el inicio de la carrera del más exitoso de los hermanos Roberts. Su hermano llegó a jugar al baloncesto en la Universidad de Valparaíso, una de sus hermanas lo hizo en la Universidad de Kentucky y la otra tuvo beca en la Universidad de Kentucky, pero en atletismo. La cultura del trabajo que les inculcaron sus padres desde muy pequeños provocó que todos tuvieran una carrera deportiva más o menos exitosa.

Brian tuvo que trabajar desde pequeño y, según le cuenta a Jim Eichenhofer en la web de los Charlotte Hornets, a los 13 años estuvo un mes como caddie en el campo de golf de Inverness en Toledo (Ohio) y también recogiendo bolas por el campo. Un trabajo al que acudía a diario en bicicleta y que dejó pronto en busca de otros trabajos menos aburridos. Con 15 años ingreso en el St. John´s Jesuit HS y allí empezó a destacar como un anotador, sobre todo en los minutos finales. A Brian siempre le ha gustado más anotar que pasar la bola.

A pesar de su gran temporada, su físico, igual que en el patio trasero de su casa con sus hermanos, le volvió a pasar factura y las grandes universidades le dieron la espalda al pequeño y delgado base de Ohio. Sólo la cercana Universidad de Dayton le dio una oportunidad. Una confianza que devolvió con creces el «pequeño» Brian. Admirador de Allen Iverson y Mike Bibby: «Intenté coger cosas de los dos, porque tenían una estatura y un físico similar al mío», se convirtió en uno de los mejores jugadores de la historia de la universidad. Pero su físico le perseguía y de nuevo fue ignorado, esta vez en el draft del 2008.

Su llegada a Europa, al Brose Basket de Chris Fleming, supuso el punto de inflexión definitivo que necesitaba su carrera. Después de un año en Israel, el trienio que pasó en Bamberg le valió para cumplir su sueño de jugar en la NBA, tres años entre Portland y Charlotte, y vuelta a Europa, en este caso al Olympiacos como paso previo a su aterrizaje en Málaga.

Brian siempre ha jugado con dos números a lo largo de su carrera, el 2 o el 22, y su gran pasión después del baloncesto es la música. En su ordenador tiene un programa de DJ y se pasa su tiempo libre mezclando canciones. Una profesión a la que le gustaría dedicarse, al menos a tiempo parcial, cuando deje el baloncesto. El R&B, Hip-Hop, Drake, Rick Ross o Pac Div tendrán esta temporada un hueco en la banda sonora del vestuario del Martin Carpena... Suerte.